UNA MIRADA DIFERENTE
El plan es ahora de emergencia
Todo marcha de acuerdo al plan. Pero en una pirueta kafkiana, ocurre que el plan ha pasado a ser otro que nadie conoce.
Difícilmente el presidente Milei y sus colaboradores continuarán reclamando en este momento el premio Nobel de Economía, como parecía ser el caso hasta hace muy poco tiempo, donde “todo marcha según el plan” era la frase que usaba el Gobierno para responder cualquier crítica, cuestionamiento o duda no sólo de la oposición, sino de cualquiera que no se cuadrara ante el pensamiento oficial.
La tarea difícil para los liberales en serio será ahora la de explicar que este proceso no se trató de una expresión de liberalismo, ni social, ni política ni económicamente hablando.
La no sorprendente corrida de compra de dólares, (al menos para los que no se subordinaron a la prédica de la infalibilidad del Ejecutivo) fue explicada de modo bastante poco técnico, al acusar del hecho a una esotérica supuesta conspiración originada por una también supuesta rebelión originada en el Senado por un supuesto accionar de la vicepresidente. Horas antes su autoría había sido atribuida a otro supuesto accionar de un par de bancos que habían decidido conspirar. Ni vale la pena sopesar el planteo de Caputo del temor al peronismo. Argumentos algo lejanos de los fundamentos académicos que se supone jalonan las carreras del equipo económico presidido por el presidente, tarea de la que se ocupa con exclusión de todas las demás, según su propia confesión.
Omite también el Presidente que esos procedimientos especulativos (carry trade) fueron no sólo institucionalizados durante su gestión, sino que fueron prácticamente garantizados, un ejercicio de moral hazard de manual. ¿Qué lo sorprende ahora?
La drástica y asustada suba de tasas a niveles incompatibles con toda la argumentación teórica y que venía ofreciendo Milei en su discursiva, rematada por la suba de encajes desesperada decretada desde el jueves, no colabora a crear tranquilidad ni a desactivar la corrida, ni tampoco a hacer creer el aserto de que todo marcha de acuerdo a un plan más perfecto y detallado que el de la mismísima Creación.
Dejá vu
La venta de dólares al voleo en varios formatos para desanimar la compra, y la suba de tasas y encajes para “secar” la plaza de pesos, que en el relato del Gobierno ya estaba seca hace rato, guardan una poco auspiciosa similitud con otras situaciones similares, todas defendidas con igual contundencia y seguridad (a veces con menos insultos) por otros gestores económicos de varias épocas, incluyendo el mismo actual ministro de economía en una vida anterior.
El argumento hasta ahora siempre fue que “la diferencia es que esta vez hay superávit fiscal”, con lo que tal vez haya derecho a revisar con mayor cuidado la calidad y la realidad de ese superávit y el verdadero efecto del ahorro esgrimido sobre la emisión, que ahora tal vez no pueda negarse que continuó, aunque ese hecho se haya tapado con insultos, un buen mecanismo para ganar discusiones de café.
Tal vez el argumento más lapidario y contundente lo dio ayer el propio FMIsusantonombre, que en un comunicado del estilo de los que han precedido resultados nefastos para el país, es decir sin ningún fundamento técnico o lógico de ninguna naturaleza ni seriedad declaró que no se habían alcanzado las metas de aumentar las reservas entre 3000 y 5000 millones de dólares en el primer semestre y que en consecuencia se postergaban esas metas para 2026. (Trate el lector de ensayar esa explicación con su banco acreedor y observe el resultado). Un mecanismo para anticipar un inmerecido waiver, o al menos un muy difícil de sostener waiver.
El Fondo ese amigo
De paso, arrojó otro mendrugo de 2.000 millones de dólares al fuego, haciendo omisión del hecho de que no se había respetado el compromiso de no usar para mantener el tipo de cambio ni para comprar reservas el generoso préstamo previo también sin fundamento de hace pocos meses. No se compraron reservas porque que se patinó ese préstamo en comprar dólares para mantener cerca de la banda inferior el tipo de cambio, lo que se agitó como un estandarte, una bandera idolatrada que Prebisch nos legó, en el estilo preferido del odiado (en los papeles) Keynes, pese a la abjuración que de sus prácticas hiciera públicamente el presidente, cuando hace un lustro se convirtiera, camino a San Pablo o a Mar-o-Lago, a la escuela austríaca, de la que saltara cual Bullrich a su veneración por el anarcocapitalismo que no es exactamente uno de los apotegmas austríacos.
El Fondo deja además pendiente en su escueto comunicado, otra amenaza más grave y ominosa: la de las “medidas correctivas” que aplicará el Gobierno. Que incluyen cambios integrales en el sistema impositivo, una especie de tómbola en la que todo puede pasar ante la desesperación. Y este es un punto político central. Muchos votantes han comprado la idea de que “dándole más apoyo a Milei en las Cámaras”, se conseguirán las reformas de fondo que volverán a transformar el país en una gran potencia. ¿Dice eso el comunicado del FMI? ¿Cuáles son las “medidas correctivas”? ¿Cuáles son los cambios en el sistema impositivo que sostiene el ente que serán fundamentales? ¿Cómo se compatibilizan esos cambios con el RIGI y cuál será su efecto sobre la inversión ya vapuleada? ¿Quién pagará los nuevos impuestos? ¿La “casta”? ¿Los contratistas petroleros seudo extranjeros? ¿Realmente es realista, estudiado y algo justo este nuevo nuevo plan?
Habrá que ver además a cuánta flexibilidad llega la bonhomía de Trump.
Lo que será todavía más difícil de sostener a partir de ahora, por mucho esfuerzo que pongan los tratadistas y profesores que acompañan a Milei, es que “todo marcha acorde al plan”. Sobre todo porque en este preciso momento, nadie, absolutamente nadie, sabe cuál es el plan.
Y si hay algo difícil para enfrentar y sufrir en estas instancias, es la incertidumbre que semejante sensación crea en todos los mercados, desde los más precarios a los más sofisticados.