Carla Pandolfi y Luis Machín salvan a un filme sobre los duros años ‘70
El peso de una sociedad que ahoga
‘Desbarrancada’ (Argentina, 2025). Dirección: Guadalupe Yepes. Guion: G. Yepes, Laura Santoro. Actores: Carla Pandolfi, Luis Machín, Pepe Monje, Daniel Valenzuela. Duración: 90 minutos. Clasificación: apta para mayores de 16 años.
‘Desbarrancada’ dialoga con el revisionismo histórico y eso siempre se celebra. La dictadura, los desaparecidos, el rol de la mujer en esa sociedad y dentro de la pareja; y como motor principal, el ansia de maternar, pero no a toda costa, no traído de donde sea. Diferentes pilares que Guadalupe Yepes, la directora y guionista, pone de base en la vida de Gina para contar su derrotero.
Supuestamente, estamos en la Argentina de 1977. La protagonista lleva un vínculo y una sexualidad tortuosa con su esposo y, en pos de su deseo, entra en una espiral de tentaciones, errores y obligaciones que la tendrán a maltraer.
Como anticipamos, Gina (Carla Pandolfi) desea ser madre. Su marido Carlos (Luis Machín) es un importante empresario chocolatero con vínculos no muy santos con el Ejército argentino y con una bipolaridad marcada, sobre todo para con su mujer, quien mata el tiempo de ocio montando a caballo y aparentando vaya uno a saber qué.
Entre una rutina apuntalada por mucama, chofer y seguridad privada, Gina y Carlos no logran concretar el tan esperado embarazo y se reprochan las culpas en actos sexuales que rozan el fetiche. Sospechamos que él sí pudo tener un hijo, al que visita cada tanto en un internado por tener una discapacidad, y ella no porque le repelen la existencia y las formas de su marido, las cuales trascienden la pantalla por el inmenso trabajo actoral de Machín y su estética aborrecible. Acierto de Yepes en mostrar lo desagradable de este marido y la regenerativa autoestima de Gina, incluso en ese contexto opresivo.
Y si este matrimonio está disimuladamente detonado, personajes periféricos como el guardaespaldas (Pepe Monje) y el cuidador de caballos (Francisco Andrade) le agregan pirotécnica a la sensibilidad de ambas partes.
HIPNOTICA
‘Desbarrancada’ es la confirmación actoral de Carla Pandolfi. Ella, en soledad, lleva con firmeza un protagonismo que nunca le queda grande. Llena la pantalla y hace que los minutos se evaporen frente a sus primeros planos. La historia transcurre con premura. Todos los roles están claros y es lo que hace que se disimulen los errores de ambientación y temporalidad. El vestuario y el arte nunca terminan de ubicarnos en plena dictadura. Los looks de Gina no son icónicos de la Argentina de Videla, los muebles y las bebidas utilizados son neutros y los teléfonos nos llevan a los años ‘50 o ‘60, según se llame de la casa de ella o del despacho de él.
La sinopsis indica “Argentina, 1977” pero en una escena el chofer de la casa lee una revista Gente donde dice “Adiós a Pichuco”, cuando Aníbal Troilo murió en mayo de 1975. Y no son detalles minuciosos sino pautas que le dan atmósfera a lo que se cuenta, que vuelven confuso el tiempo del relato. No tiene la misma connotación la ebullición argentina del gobierno de María Estela Martínez de Perón que dos años después, en plena Dictadura, bajo el fuego y la sangre de la Junta Militar.
Pese a ello, ‘Desbarrancada’ funciona. Nos regala cine, nos interpela y nos hace repensar en el sufrimiento y padecimiento de la mujer en una sociedad que la ahogaba con todo el peso del machismo y la apariencia de la alta alcurnia. Pero, sobre todo y más importante, nos deja una nueva heroína de cine nacional para futuras producciones.
Calificación: Buena
