EL RINCON DEL HISTORIADOR

El pesar de Belgrano durante la Primera Invasión Inglesa

Por Julio C. Borda *

Si hubo un episodio que sacudió el espíritu del General Manuel Belgrano, el ilustre creador de la Bandera Nacional, fue cuando tomó conocimiento de la entrada a Buenos Aires de las tropas inglesas, con el fin de apoderarse de la Ciudad, la que aún no contaba con un jefe digno de conducir al pueblo porteño hacia la victoria.

En junio de 1806 se vieron las primeras naves británicas en las costas de Quilmes que bajo el mando de William Carr Beresford, alrededor de 1660 hombres aproximadamente, comienzan a desembarcar en suelo patrio con todo tipo de armamento. Las fuerzas nacionales no fueron suficientes para frenar a los invasores, que a pesar del terreno pantanoso que tuvieron que atravesar, pudieron tomar la Capital del Virreinato del Río de la Plata.

“AL SON DE GAITAS”

El 28 de ese mismo mes y año se iza la bandera inglesa, a la que se la saluda con una salva de 21 cañonazos dando a entender que Buenos Aires había sido rendida y que William Carr Beresford -cuya entrada según Mitre, se hizo al son de gaitas escocesas- había tomado el mando.

Aquella salva fue contestada desde la escuadra inglesa en señal de felicitación hacia el nuevo gobernador del Virreinato. No hay duda que se trataba de una escena desgarradora y humillante.

Una gran tristeza se extendió por todo el territorio; desde las más encumbradas autoridades hasta los comerciantes, intelectuales, profesionales y las personas que vivían en los suburbios, padecieron el dolor, la humillación y la vergüenza de ver su ciudad dominada por un puñado de hombres que no pasaba de las dos mil almas.

EJEMPLAR REACCION

Hombres, mujeres y niños pusieron todo de sí para enfrentar a un poderoso enemigo que se sorprendió ante la bravura y entrega de esa población mansa que un día decidió mostrar sus garras; ese pueblo -antes abúlico e indolente- fue protagonista de uno de las empresa más admirables de la historia patria.

A pesar de esa ejemplar reacción de la población, el general Manuel Belgrano pinta en forma dramática la difícil situación cuando en su “Autobiografía”, señala con el espíritu traspasado de dolor: mayor fue mi vergüenza cuando vi entrar las tropas enemigas, y su despreciable número para una población como la de Buenos Aires.

Esta idea no se apartó de mi imaginación y poco faltó para que me hubiese hecho perder la cabeza. Me era muy doloroso ver a mi patria bajo otra dominación y sobre todo en el estado de degradación que hubiese sido subyugada por una empresa aventurera.

DOLOR INMENSO

Para la época de las Invasiones, Belgrano ostentaba el grado de Capitán de Milicias urbanas de Buenos Aires, cargo en el que fue nombrado en 1797 por el virrey Melo. El ilustre militar iba a experimentar un dolor inmenso durante las invasiones, sobre todo porque observó la indolencia de muchos de sus compañeros para emprender la lucha contra el usurpador inglés.

Pero Belgrano no se iba a quedar con los brazos cruzados, pues en la segunda invasión será nombrado ayudante del coronel César Balbiani, quien a través de un certificado expedido el 13 de julio de 1807, ponderó las aptitudes de su subordinado durante el servicio que prestó.

En ese documento el citado coronel señaló que Belgrano estuvo pronto al toque de generala, salió a campaña, donde ejecutó mis órdenes con el mayor acierto en las diferentes posiciones de mi columna, dando con su ejemplo mayores estímulos a su distinguido cuerpo, me asistió en la retirada, hasta la colocación de los cañones en la plaza, tuvo a su cargo la apertura de la zanja en las calles de San Francisco para la mejor defensa de la plaza, y le destiné y hacer observar el mejor arreglo de las calles inmediatas a Santo Domingo, donde ha acreditado su presencia de espíritu y nociones nada vulgares con el mejor celo y eficacia para la seguridad de la plaza, hallándose en ellos hasta la rendición del general Crawford, con su plana mayor restos de la columna de su mando abrigada en el convento de dicho Santo Domingo (Museo Mitre, Documentos del archivo de Belgrano, Tomo I, pág.31).

Otro eslabón más para la brillante trayectoria de ese hombre inigualable que fue don Manuel Belgrano.

* Autor de “Aquel gran hombre, vida de Manuel Belgrano” y de “Aguas del olvido. Invasiones Inglesas al Río de la Plata” (Ed. Armerías).