El perverso encanto de la inflación

Quizás nuestros inefables gremialistas se inspiraron en la paradoja de Aquiles y la tortuga de Zenón de Elea para resolver la carrera entre la inflación y el salario. A pesar de la ventaja concedida, el veloz Aquiles nunca alcanza al quelonio porque éste, con parsimonia pero constancia, continuó su camino y venció al héroe griego en la carrera.

Esto nunca se dio en la realidad porque, obviamente, Aquiles es mucho más rápido que la tortuga. Zenón recurre a un truco paradojal: en vez de evolucionar la carrera por movimiento continuo, hace un fraccionamiento de la realidad y así distorsiona el resultado.

Lo mismo ocurre con aquellos que sostienen que un poco de inflación es buena para la economía, una tentación que nos persigue desde el tiempo de los asirios y caldeos, pero que ahora se hace más evidente con la emisión de billetes. Con la inflación la economía podrá expandirse, pero también lo hará la inflación en una carrera semejante a la planteada por Zenón de Elea.

Con el tiempo muchos gremialistas y varios políticos promueven la inflación como una forma de dar sentido a su existencia. En una economía sin inflación, las razones del gremialismo se diluyen. ¿Qué se puede discutir? ¿Algunos minutos más para el almuerzo? ¿Más tiempo para la merienda? Los reclamos tienen un límite lógico o, mejor dicho, de sentido común, mientras la inflación puede no tener techo, razón por la cual también expande los límites del gremialismo.

La carrera inflacionaria no es como la paradoja de Aquiles y la tortuga, es una carrera contínua donde Aquiles (la inflación), siempre gana porque la tortuga (los sueldos) avanzan lentamente, pero empujando el paso de Aquiles. Cuando los reclamos logran equiparar al nivel inflacionario, esto genera más inflación y el reclamo debe comenzar una vez más. Para unos pocos, la inflación es un negocio, un gran negocio. Pero para la enorme mayoría es un escollo, un enorme escollo.

Lula da Silva, con su larga carrera como gremialista, sabía que, para reducir la pobreza, tal como había prometido durante su carrera presidencial, debía bajar la inflación y ese fue el éxito inicial de su gobierno, la meta que afianzó su popularidad porque también redujo la pobreza.

Sin inflación no hay reclamos significativos y el poder adquisitivo del salario aumenta y se fomentan las inversiones porque la especulación pierde sentido y esto aumenta el empleo y asiste a disminuir la pobreza.

Después de su debacle legal, hoy Lula vuelve al escenario pero no sabemos si aplicará los mismos principios o si querrá venganza o mantener un estado de conflictividad social. Esto crea incertidumbre, el peor enemigo de la estabilidad política y económica.

INFLACION

El peronismo inició la era inflacionaria en la opulenta Argentina post bélica y después del post menemismo y su famoso uno a uno . "A little inflation is good" parecía decír Néstor Kirchner (con otras palabras) allá por el 2007 y desató las furias que resultaron difíciles de contener sin un programa de ajuste que ni él ni su esposa estaban dispuestos a afrontar, ya que creían que su implementación sería impopular. Era más fácil hipertrofiar al Estado que fomentar las inversiones porque de esa forma el control del dinero pasaba por sus dedos pegajosas.

La inflación es un cáncer que corroe las relaciones humanas, aumenta la conflictividad, desestimula la inversión y, en el caso del actual gobierno, mermará los votos que necesitan para la reelección. Y la única forma de continuar resistiendo el embate de la justicia (que por una vez parece estar dispuesta a llegar hasta las ultimas consecuencias) es mantener el poder.

¿Podrán mantener dicho poder con los papelitos de colores que imprimen con velocidad estrepitosa? Porque el populismo sólo es efectivo cuando cae en el distribuciónismo prebendario.

La inflación es una perverción que a muchos les resulta adictiva porque para ellos es un gran negocio. Pero no nos dejemos engañar: es una prevención que destruye los sueldos, las inversiones y los ahorros, causa conflictividad social, inmigración y desinversión porque la carrera nunca la gana la tortuga. Ella sólo vence en la paradoja de Zenón de Elea.