EL RINCON DEL HISTORIADOR

El olvidado rector Antonio Sáenz, en el bicentenario de su muerte

El Instituto de Investigaciones Históricas de las Manzana de las Luces le hará un homenaje el próximo jueves a las 18 horas.

El Argos de Buenos Aires anunciaba el 27 de julio de 1825 que “el día 25 del corriente a las cuatro de la tarde murió repentinamente en esta ciudad nuestro respetable compatriota el Dr. D. Antonio Sáenz, rector y cancelario de la Universidad de Buenos Aires. Su edad era de 44 años, un mes y quince días. Hecha la autopsia del cadáver se encontró una neurisma situada a la salida del corazón”.

Nos disculpará el fiel lector, que omitamos hacer una semblanza del Dr. Sáenz, y le pedimos lea la que el diario de su tiempo le dedicó:

“El Dr. Sáenz reunía cualidades recomendables que lo hacían muy recomendable para con sus conciudadanos. Desde el 25 de mayo de 1810, en cuyo glorioso día tuvo una parte activa, el Dr. Sáenz sirvió a su patria en diferentes destinos importantes, y en todos ellos mereció la aceptación pública, por su probidad, talentos, e intereses por la causa de su país. Fue miembro de varios cuerpos legislativos, en circunstancias bien difíciles para su patria; pero ellas sirvieron para dar a conocer su carácter y su celo. Su nombre está inscripto en la memorable acta de la Independencia”.

“En su profesión de abogado se distinguió muy particularmente en el foro. Dotado de una razón clara y libre, ilustrada por un estudio continuo, y animado de los sentimientos más honrosos, el Dr. Sáenz se había granjeado una reputación distinguida en su carrera literaria, y todos los hombres ilustrados miraban en él un profesor instruido, un defensor de la justicia y un amigo de la humanidad”.

“La Universidad de Buenos Aires, cuya dirección estaba a su cargo, puede decirse que es una creatura del Dr. Sáenz. Él promovió su creación en el Congreso General y después que pasaron las calamidades del año 20, y empezó a divisarse el orden y la paz, tomó a su cargo la formación de este importante establecimiento. A este objeto se contrajo exclusivamente con un celo el más perfecto, él consiguió ver instalada la Universidad de Buenos Aires, objeto de sus más vivos deseos, y el gobierno convencido de sus aptitudes, y de la necesidad de premiar sus afanes y esfuerzos; lo nombró Rector y Cancelario de ella; al poco tiempo fue nombrado catedrático de derecho natural y de gentes, y ambos destinos desempeñaba el Dr. Sáenz a satisfacción general. Si en el último se hacía distinguir por sus talentos e instrucción literaria, en el segundo se le notaba enteramente consagrado a promover sus mejoras y perfección. En esta parte todo su empeño era hijo de su carácter y del interés que había tomado por este establecimiento; por su trabajo no obtenía más recompensa que la que queda al hombre virtuoso por sus acciones benéficas. La Universidad no debe olvidar la digna memoria de su fundador y será muy propio de un cuerpo tan respetable, como éste, el expresar de un modo auténtico su reconocimiento por los servicios que le prestó”.

“Tales son los títulos que el Dr. Sáenz tiene a la consideración pública, y estamos bien ciertos que la muerte no podrá arrebatarlos, como su persona. La Patria perdió en él un hijo benemérito, el foro un letrado distinguido, la Universidad y la instrucción pública a su fundador, y su mejor amigo. Sus amigos también han tenido una pérdida irreparable, y después de su muerte solo les queda el consuelo de haber sido fieles a la amistad, y ahora a su memoria. Nosotros sentimos su pérdida por todos estos motivos y consagramos a la digna memoria del Dr. Sáenz estas líneas, escritas en medio del más profundo sentimiento, y acompañadas del mayor respeto”.

DIGNA MEMORIA

Hermosas palabras que hacemos nuestras, lamentando eso sí que esa frase que estampó aquel redactor (“La Universidad no debe olvidar la digna memoria de su fundador”) no sea una realidad y que este bicentenario de la muerte de su fundador pase en el más hondo silencio, ya que nada se ha previsto para honrar su nombre.

No habían pasado dos días del deceso cuando el gobernador Juan Gregorio de Las Heras y su ministro Manuel José García, decretaron destinar una de las sepulturas reservadas por el gobierno en el cementerio público para descansar sus restos, y levantar en ella “un monumento de mármol a la memoria de tan distinguido ciudadano” cuya foto acompaña esta nota; colocar el retrato del Dr. Sáenz en la Sala de Sesiones de la Universidad y depositar en la Biblioteca Pública uno de sus manuscritos.

No fue suficiente esto, sino que el 25 de octubre de 1825, nos informa el cronista Juan Manuel Beruti que en memoria del doctor Sáenz en la “iglesia de San Ignacio se hicieron unas magníficas honras, costeadas por la Universidad, habiendo asistido el claustro de doctores, y en una cátedra que se puso independiente del púlpito de la iglesia peroró en elogio de dicho finado, haciendo presente sus distinguidos servicios y méritos que había contraído, el doctor don Juan Francisco Gil”.

El retrato fue realizado por el artista suizo José Guth, que había llegado en 1817 a Buenos Aires quien tomó apuntes del cadáver el doctor Sáenz, con los cuales ejecutó dos retratos uno de ellos en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y el otro en poder de Emilio Sáenz un miembro de la familia. Lo presenta al rector “trajeado con el pomposo traje de su investidura, está sentado en un sillón de alto respaldo, casi de frente, con el brazo derecho apoyado sobre una mesa entapetada, y el pliego del acta ereccional de la Universidad en su mano izquierda”.

El 29 de octubre, El Argos

daba a conocer la realización en esa fecha de estas exequias “que por motivos particulares no se han verificado hasta dicho día”, ceremonia celebrada “de una manera digna, y todo concurrió a demostrar que la memoria del Dr. Sáenz merecía un testimonio de esta clase”.

Juan María Gutiérrez, Pastor S. Obligado, monseñor Nicolás Fasolino, R.P. Guillermo Furlong S.J., R.P. Cayetano Bruno S.D.B., Emilio Ravignani, Ricardo Levene, Raúl A. Molina, Roberto H. Marfany, Leoncio Gianello, Víctor Tau Anzoátegui, Eduardo Fernández Olguín, Nora Siegrist de Gentile, Carlos Pesado Palmieri, Pablo Pastrone y Santiago Zervino son algunos de los que se han dedicado a rescatar la actuación terrenal de Sáenz. En ciudad de Lomas de Zamora, lleva su nombre un prestigioso establecimiento que cubre la formación desde la educación inicial hasta el profesorado.

Al recordarlo en su próximo bicentenario salvamos del olvido la memoria de quien como se señaló entonces “en varias épocas estuvo consagrado al servicio de su Patria”.

MISA EN HOMENAJE

El Instituto de Investigaciones Históricas de las Manzana de las Luces hará oficiar el próximo jueves a las 18 horas una misa en memoria del Dr. Antonio Sáenz en la iglesia de San Ignacio, tan ligada a su vida y donde se fundó la Universidad. Asistirán miembros de la familia y celebrará la misma el párroco Pbro. Dr. Gustavo Boquin, vicerrector de la Universidad Católica Argentina.

Dicho Instituto tiene prevista la publicación de un folleto con este y otros trabajos e inaugurar en memoria del rector fundador una muestra sobre los proyectos de sede de la Universidad en los próximos meses. Dignas actividades para salvar el olvido oficial.