Mirador político

El “no voto”

La elección de CABA ratificó tendencias conocidas de los votantes y mostró otras más nuevas que analistas y dirigentes políticos se niegan a admitir. De allí la sorpresa de muchos de ellos por otro triunfo de Javier Milei.

La tendencia vieja es la de la economía como principal determinante del voto. Después de la crisis monetaria armada por el gobierno kirchnerista, la mayor preocupación social es la de la inflación que la dupla Milei-Caputo, hasta acá, ha combatido exitosamente.

En este punto hay un paralelo entre la gestión de Milei y la de Carlos Menem. A Menem el electorado le toleraba los inéditos niveles de corrupción a cambio de la estabilidad monetaria. A Milei lo que se le reprocha es el desapego a las “formas” republicanas, la irrespetuosidad y el “discurso de odio”. Con eso pretenden quitarle legitimidad democrática, pero el problema no reside en qué se le critica, sino quién lo hace y en ese punto se entra en el terreno de la viabilidad de la oposición.

La mayoría de los opositores usa un discurso ineficaz basado en la llamada “corrección” política y arma marchas universitarias que tienen cada vez menor público. La candidata radical, que cerró la campaña en dependencias de la UBA sacó menos del 3%. También agitan la reivindicación de causas bizarras como los grupos Lgbtiq de nula relevancia electoral.

Ante esta falta de alternativa, el domingo se puso de manifiesto una nueva tendencia: el ausentismo. Quienes no querían votar a Milei pero tampoco convalidar a los políticos de siempre, faltaron a la cita. Su rechazo al sistema político es mayor que su rechazo al libertario o, por lo menos, equivalente. No es un voto opositor, ni un voto bronca. Es un “no voto”, una nueva variante de repudio a las burocracias partidarias.

Por su parte, el candidato peronista armó su discurso hablando de “crueldad” y reclamando aros de basket en las plazas. Así era complicado ganar. Pero tampoco hay que cargar las tintas sobre su pobreza discursiva, porque el problema del peronismo no es Santoro, sino la falta de propuesta alternativa y de líder que la encarne. Después de la derrota en las presidenciales no renovó su conducción y Cristina Kirchner sigue obturando cualquier posibilidad de revitalizar al peronismo.

En este punto surge una segunda nueva tendencia: mientras la “derecha” consagró el domingo un conductor, el peronismo irá a las elecciones de octubre sin un liderazgo nacional. Se balcanizó. Eso explica que pueda ganar donde los caudillos locales todavía son fuertes, Salta, por ejemplo, y pierda donde es oposición: Jujuy, CABA, San Luis, Santa Fe, Chaco, etcétera. Ya ni siquiera es una liga de gobernadores como en otras etapas en las que un dirigente no peronista ocupaba la Casa Rosada.

Por último, en la provincia de Buenos Aires se da la paradoja de que el peronismo gobierna, pero podría perder en octubre si va dividido. Allí, después de lo que les pasó a los Macri, lo más probable es que libertarios y amarillos vayan en una sola boleta. ¿Podrá hacer lo mismo el PJ? Para eso Kicillof deberá jubilar a Cristina Kirchner como Milei lo hizo con Mauricio Macri.