El rincón del historiador

El naufragio del ‘Agenoria’: la trágica desaparición de Esteban de Luca

Comenzaba el mes de junio de 1823 cuando el gobierno de Martín Rodríguez -o mejor dicho su ministro Bernardino Rivadavia- decidió nombrar comisionado ante la Corte en Río de Janeiro para reclamar la Banda Oriental, ocupada por las tropas del Imperio al canónigo José Valentín Gómez; que mucho había colaborado con don Bernardino en la reforma eclesiástica del año anterior. Lo acompañó como secretario Esteban de Luca, que además de hacer el elogio de las armas de la revolución en verso, era el director de la fábrica que las proveía a los ejércitos de la Patria.

Vecino del barrio de San Telmo, aún se conserva su casa en la calle Carlos Calvo al 300, cuyos muros fueron testigos de los servicios que ofreció desde tiempos de los virreyes en la invasiones británicas y en el movimiento revolucionario y hasta el fin de sus vida. El 15 de setiembre presentaron el Memorandum y después de cinco meses de la paciencia que exige la diplomacia, a mediados de febrero recibieron la respuesta del Brasil.

El 29 de febrero de 1824 se embarcaron rumbo a Buenos Aires a bordo del Agenoria, el 10 de marzo ya en el Río de la Plata la nave encalló en el Banco Inglés.

Los detalles del infortunado accidente se pueden seguir a través de El Argos que el miércoles 17 anunció “noticias exactas” del navío; sólo que dos días antes desde la estancia del Rincón de Noario de don Francisco Piñeiro, “Tomás R. Eldridge, ofició al gobierno que el citado bergantín había quedado en peligro en el Banco Inglés; que el jueves de la semana anterior a media tarde junto con el capitán del buque lo habían dejado dirigiéndose a Montevideo en un buque a buscar auxilios de lanchas para salvar a los pasajeros; pero que un temporal los echó a la costa de la Bahía de Samborombón; de donde después de grandes trabajos llegaron a la estancia en que se data la nota”; en la nave viajaban 18 pasajeros entre ellos Gómez. Para esto entraron al puerto ese día, dos fragatas una norteamericana y otra dinamarquesa, la primera dijo que el jueves pasó a seis millas del Agenoria que el navío estaba varado con la gente en cubierta sin anunciar mayor peligro y aunque pedían auxilio no lo dieron porque ellos venían haciendo agua y suponían que la dinamarquesa lo iba a hacer porque pasaba al mismo tiempo. 

Mientras tanto las autoridades portuarias enviaron a la goleta Dolores y un particular salió en un lanchón “desde la medianoche han tenido viento excelente, y tanto por esto, como por las noticias que dan los buques citados aún parece haber lugar a la esperanza”.

De inmediato el capitán del Puerto don Juan B. de Azopardo llamó a declarar al capitán de la fragata Consejero el danés J. A. M. Sieemens, quien reconoció que la fragata “pedía socorro porque la bandera estaba en el tope mayor con las armas para abajo”, que tenía poca agua y vela y por eso siguió su rumbo, pero que el guardia le avisó que había salido un bote rumbo al norte. 

Y finalmente declaró que no auxilió a la “Agenoria” porque “viendo que pedía socorro la razón para no auxiliarlo fue que en aquel acto estaba demasiado ocupado en darle a su buque todo el cuidado posible…” y a pesar de tener tres botes y gentes, sólo uno estaba libre los otros dos “cargados de menudencias”, a continuación de la transcripción textual el cronista dejaba que “el público sacara sus deducciones”. 

ANSIEDADES

Esto se conoció en la edición del sábado 20 y daba cuenta que con el arribo a Buenos Aires de la goleta correo La Mosca se “ha salido por fin de las ansiedades que tanto han atormentado a este pueblo”. La Dolores el 17 se hallaba en la zona del Agenoria donde vio a la tripulación libre y no pudiendo atracar porque el bote era pequeño siguió a Montevideo adonde había entrado al día siguiente a las 10 de la mañana, de donde regresó con un lanchón una hora y media después con viento de popa, y finalizaba: “estando, pues, segura la tripulación, el mismo día de ayer debió desembarcarse en Montevideo, y pronto transbordarse a Buenos Aires a consolar a sus familias, a sus verdaderos amigos y a sus compatriotas”.

En la edición del miércoles 24 de marzo, ya en Buenos Aires los tripulantes y los pasajeros que fueron rescatados, se tuvieron mayores noticias de acuerdo a lo que declaró Carlos R. Melang, capitán del bergantín Agenoria quien corroboró haber varado el 10 de marzo a las once y media de la noche, que al día siguiente a las seis de la mañana echó su bote al agua para salir con un pasajero y cuatro pasajeros, pero se hizo pedazos y la nave quedo tumbada; construyó una jangada pero que no podía sostener a toda la gente que había en el buque, y consultado por qué los abandonó dijo que ni el piloto ni los pasajeros quisieron subir al bote cuando los invitó. Tomaron rumbo a Montevideo pero el viento fuerte los desvió a nuestras costas adonde llegaron el doce a la una de la tarde, anduvieron dos días perdidos hasta que llegaron a la estancia de Piñeiro de donde enviaron el parte. 

A su vez el 20 llegó a Buenos Aires el bergantín brasilero El Independiente que había visto la tarde anterior la nave en el Banco Ingles sin gente, se creyó que y los pasajeros estaban a salvo en Montevideo.

El 26 por la mañana llegó a Buenos Aires la Dolores con los náufragos “con la más perfecta salud” entre ellos el Dr. Gómez y agregaba: “Falta el Sr. Tomás Luca su secretario, porque habiéndose embarcado en una jangada, se calcula que los vientos norte que han reinado por muchos días le hayan echado sobre la costa del sud.

Para examinarlo el mismo día de ayer se han destacado agentes que recorran toda la costa por tierra hasta el Cabo de San Antonio. Se dice que la policía ha tenido orden de arrestar al capitán del bergantín a quien se acusa fuertemente después que llegó la Dolores: de todos modos creemos que el país está comprometido a presentar en este caso al mundo un ejemplo que se haga digno de imitarse”.

 El 28 por una balandra procedente de Martín Chico en las cercanías de la Colonia del Sacramento, trajo la novedad que el alcalde del lugar don Hipólito Montes de Oca “refirió que unas balsas habían salido en Solís Grande, pertenecientes a un barco perdido; y que las había recogido en su casa”, con lo que ya no quedaban esperanzas.

EL DIARIO

El diario del pasajero Diego Brittain publicado en El Argos del 10 de abril da cuenta en detalle de la angustia de los pasajeros, y de la partida en una jangada con otras personas, entre ellas don Esteban de Luca. En la costa de Montevideo aparecieron algunos cadáveres, y “en una jangada otros imposibles de reconocer por lo hinchados que están”. 

Seguramente, era nuestro poeta, tenía 38 años y el río además de llevarse su vida como dice la estimada colega Dra. Olga Fernández Latour de Botas se hundieron “muchos de sus papeles inéditos y con ellos la extensa composición titulada La Martiniana, anunciada en El Argos el 27 de octubre de 1821, cuyo asunto debía ser las campañas del General San Martín en Chile y el Perú”.

* Vicepresidente de la Academia de Artes y Ciencias de la Comunicación.