“El mercado se pregunta: ¿podrán mantener el dólar en el techo de la banda cambiaria?”
Las elecciones legislativas de octubre pueden marcar un antes y un después en la política monetaria. Los vencimientos de deuda son un desafío. “Con este nivel de riesgo país el financiamiento externo está vedado”, aclara Martín Polo. El Presupuesto 2026 peca de optimista.
Nunca fue sencillo el escenario en la Argentina pero, en esta ocasión, la incertidumbre en torno a las elecciones de octubre le ha agregado un condimento extra. El plan del Gobierno en materia de reformas estructurales, esto de cambiarle definitivamente la lógica a la economía, entró en un cono de sombras.
En el corto plazo todo remite a octubre. En el mediano, por su parte, las preocupaciones giran en torno a la evolución del tipo de cambio y, sobre todo, a si el Gobierno contará con los dólares para hacer frente a los próximos encumbrados vencimientos de deuda. ¿Qué ocurrirá si para enero no han crecido las reservas y el financiamiento externo brilla por su ausencia?
Eso es lo que entra en el radar de ese poderoso intangible llamado mercado. “La relación que estamos mirando es la del tipo de cambio, que ya está en el techo de la banda. Ahora lo que tenemos que ver es cómo va a reaccionar el mercado, si lo va a correr al Banco Central o si va a desafiar al Gobierno en cuanto a salirse de esa banda. Uno esperaría para contemplar si el mercado sigue comprando dólares y si el Gobierno, como dice el programa económico, defiende ese techo. Ahí tendríamos una buena cuestión para el inversor, para ver si tiene más chances de ir contra pesos cortos”, explica el economista Martín Polo, jefe de Estrategia de Cohen Aliados Financieros.
“Si el Gobierno mantiene su disciplina, es decir si mantiene el techo de la banda cueste lo que cueste, quiere decir que de acá a noviembre el dólar no puede subir más de un 1% por mes. En ese contexto, el que tiene pesos y cree que el Gobierno va a mantener el techo de la banda, tiene esa especie de seguro de cambio. No puede subir más -argumenta el experto-. Lo que ha pasado es que como todavía quedaba un 8% para llegar a ese techo, el mercado siguió demandando. Ahora el desafío es ver si el Gobierno mantiene el techo y a qué costo. Tiene u$s 15.000 millones de poder de fuego. Podría solventar esa demanda poniendo billetes sobre la mesa, que son los que le dio el Fondo Monetario. Así está hecho el programa”.
PODER DE FUEGO
-¿Ese poder de fuego puede considerarse suficiente para intervenir en la plaza y calmar la demanda?
-Sí. Argentina no tiene una Puerta 12 en cuanto a salida de pesos que vayan a buscar dólares. Obviamente se trataría de un escenario extremo. Es decir, que todos los pesos que están dando vuelta en la economía converjan hacia el dólar, sumado a que la gente desarme todos los plazos fijos y los bonos en pesos, que se rompa todo eso y vayan detrás del dólar. Y entonces sí lo saquen. Pero ese no es el caso. Si bien el Gobierno perdió una elección, tiene dos años más de mandato. Pienso que hay cierta exageración en el análisis.
-¿Se hicieron lecturas apresuradas de ese resultado en términos económicos?
-Claro. Por lo menos que quede claro que el Gobierno también puede responder. Por ejemplo, puede mover la tasa de interés. Ahora el dólar está en el techo de la banda con tasas de interés cediendo. Dentro de esa batería de instrumentos que se pueden utilizar para contener el techo de la banda, puede vender dólares para satisfacer la demanda o subir más la tasa como para que el que tiene pesos lo piense dos veces. ¿Qué premios me dan por quedarme en pesos? Bueno, te doy tasas de interés más altas.
-Eso ya está generando, como lado B del instrumento, muchos reclamos del sector productivo por el encarecimiento de los créditos y de los costos.
-Bueno, obviamente en economía siempre algo tiene que ceder. En ese sentido lo que el Gobierno hizo en los últimos meses con este apretón monetario fue secar de pesos la plaza porque subió mucho la tasa de interés. Lo hizo con tal de mantener calmo el dólar pero no lo logró. De hecho, el tipo de cambió pasó del centro de la banda al techo con las tasas de interés subiendo. Para el Gobierno eso fue muy costoso porque no logró estabilizar el tipo de cambio y al mismo tiempo subió la tasa y golpeó el nivel de actividad. Un nivel de actividad que alcanzó su techo en febrero de este año y desde entonces venía frenando un poco. En realidad venía de un rebote del año pasado. Eso no incentivaba a que el consumo siguiera creciendo como en el segundo semestre del año pasado porque los salarios un poco frenaron esa recuperación que tenían. Hay también un ajuste fiscal en marcha. La demanda venía un poco golpeaba.
-Esta semana el Indec dio el dato del uso de la capacidad instalada de la industria, que volvió a bajar.
-No es un dato que yo siga tanto porque cada uno lo lee a su manera. Lo importante es el dato de actividad que marca que se planchó la economía. No estamos en un derrumbe del nivel de actividad, aunque sí hay preocupación. Podríamos estar mucho peor. No hay un salto en la desocupación y la pobreza. Lo más exitoso que tiene el Gobierno es el ancla fiscal y de desinflación.
EL SERVICE
-Algunos economistas sostienen que el esquema de bandas cambiarias ya tiene fecha de defunción: las elecciones de octubre. ¿Qué opina?
-Ese va a ser el gran desafío. Lo que es seguro es que hasta octubre lo mantienen. Habrá que ver el resultado de la elección. ¿Cuál era el escenario cuando el Gobierno armó el esquema de bandas? Que la sociedad lo iba a acompañar en su campaña; ganaría las elecciones; tendría mayor apoyo político y eso le permitiría hacer un agenda de reformas más pro mercado; y eso el mercado lo iba a premiar con más confianza. Más confianza significa menor riesgo país. A esa descompresión del riesgo país sucedería una baja del costo del financiamiento. Así entrarían dólares y entonces no tendrían que acudir al movimiento del tipo de cambio. Que entraran más dólares de los que salen, a pesar del deterioro en la balanza comercial y las cuentas externas. Así tendrían la llave del financiamiento y eso daría estabilidad cambiaria y de tasa de interés.
-Era la proyección de un círculo virtuoso que se pone en dudas luego del resultado en territorio bonaerense.
-Exactamente. Una vez que tuvimos esa sorpresa del resultado electoral en la provincia de Buenos Aires, donde el Gobierno también arriesgó mucho, el inversor lo que empezó a ver es que el escenario virtuoso en que el mapa del país se teñía de violeta, ya no es tal. Incluso empieza a temer que se tiña de celeste, color Fuerza Patria. Ahora dudan. ¿Cómo le va a ir al Gobierno en octubre? ¿Va a ir más gente a votar y logrará capacidad de movilización y fiscalización? Es una incógnita. Al Gobierno, que tenía un estilo avasallante, que negociaba siempre ganando, ahora se le dio vuelta la torta. El peronismo se va reordenando, los gobernadores se agrandan un poco y el oficialismo queda más debilitado. En ese contexto, ¿qué es lo mejor que se puede ofrecer a los ojos del mercado? Que el Gobierno tenga al menos la cantidad de diputados necesarios como para bloquear cualquier intento de rechazo de los vetos. De todas maneras esa agenda de reformas queda muy en stand by. Ese círculo virtuoso, esa historia seductora de la Argentina, empieza a chocar. A eso se le suma que la economía se planchó, y al no tener esa seducción al capital la inversión también se puede frenar.
-¿De eso habla el precio de los bonos, el riesgo país en alza y la eterna desconfianza del mercado para la Argentina?
-Esa es la historia nueva. Pero hay cosas que no cambian. El Gobierno se dejó estar con las reservas, es decir no tiene reservas internacionales -incluso las tiene que aumentar-, y tiene vencimientos de deuda extranjera cada vez más abultados en los próximos años. El mercado se pregunta: ¿van a poder mantener el dólar en el techo de la banda cambiaria? ¿Alcanza? Bueno, es un tipo de cambio que mejoró muchísimo, la competitividad del peso mejoró, pero vamos a ver si ese es un tipo de cambio que equilibra las cuentas externas. No lo sabemos. Uno puede decir que el tipo de cambio mejoró un 25%, pero si a eso le sumamos que la economía entra en recesión, se podría controlar la salida de dólares. Quizás hoy la gente mire con otros ojos ir a Mar del Plata en lugar de Brasil.
DEJALO FLOTAR
-Teniendo en cuenta nuestros rasgos, usos y costumbres, ¿buscar la libre flotación del dólar sería una audacia?
-El dólar está flotando. De hecho hoy el tipo de cambio está tocando el techo de la banda y el Gobierno no intervino. Le podemos decir flotación a que el Gobierno no interviene con los dólares, vendiendo o comprando.
-Igualmente intervino en el mercado de futuros.
-Pero eso no importa, no quiere decir que no sea flotación. El Gobierno maneja las expectativas. Entiendo la flotación del tipo de cambio como que el Gobierno compra o vende en el mercado de dólares. Después tiene todos los instrumentos de política monetaria como para mantener esa flotación. Por ejemplo, Brasil tiene flotación y el Banco Central sostiene una tasa de interés altísima. No es que no tiene flotación porque suben la tasa. Es parte del esquema. Lo importante es que en la idea de flotación el tipo de cambio encuentre su equilibrio. En general cuando los gobiernos se meten a intervenir y fijar un tipo de cambio, no suele ser el de equilibrio. Eso a la larga trae más problemas que soluciones. Del otro lado del mostrador, si hay un tipo de cambio fijo con buenas reservas, se le está dando cierta previsibilidad a la economía. En la Argentina probamos las dos cosas y en ambas nos fue mal. ¿Por qué? Porque cuando ponemos una regla no la cumplimos. Y si dejan flotar el dólar es un barrilete y hay que salir a intervenirlo. Sin ir a los extremos, se puede ir a una flotación en la cual tengamos reservas como para que, en caso de tener una sequía o un problema internacional, si se caen los commodities, se pueda salir a dar algunos dólares para que bajen los decibeles. Sería algo transitorio y serviría para amortiguar el ciclo. Ahora el Gobierno está diciendo que si compramos dólares a $1.470 estamos dejando pasar la posibilidad de seguir en pesos a un 3,5% mensual. En economía la credibilidad suma mucho.
-¿Los inversores en este contexto buscaron cobertura en dólares?
-Por más que el tipo de cambio flote y salte, el país tiene que funcionar. Poner un tipo de cambio a $2.500, por más que mejoren las cuentas externas, el bonista va a decir: ‘Esto se incendia. ¿Quién me va a pagar a mí?’. Todo tiene que ver con todo. Ahora la película es entre los que tienen pesos si van a comprar dólares o no. El mercado cree que después de octubre el Gobierno le hará un service a la política cambiaria. Hoy está valuando al dólar un 10% por encima de lo que dice la banda. El mercado dice: ‘OK, hasta octubre espero pero después hay que hacer algo’.
-¿Cuál sería ese precio?
-Para febrero serían $1.750, cuando el techo de la banda esté en $1.600. Ese es el precio implícito, no quiere decir que se vaya a dar. Si el Gobierno gana la pulseada, tal vez no. Lo que se mueve ahí es cuánto pagas por estar tranquilo. Pago 150 pesos más por dólar y con eso estoy tranquilo.
-¿Qué conclusión saca del proyecto de presupuesto presentado por el Ejecutivo?
-Todos los presupuestos son lindos. Nadie va a tirar un presupuesto malo. El Gobierno quiso mostrar más gobernabilidad que ortodoxia fiscal. Están diciéndole al mercado que va a tener menos superávit primario de lo que se había comprometido. Hasta el domingo venía subiendo siempre la vara del resultado fiscal. Este año tenía que ser de 1,3% y al Fondo le dijo que sería de 1,6%. Se ablandó un poco. Es un presupuesto donde no hay bajas impositivas y se reorganiza un poco el gasto. Apuntó más a la gobernabilidad, quitarle presión a la parte política. Esto desde el mensaje, después veremos qué ocurre en los hechos. Incluso el Gobierno anuncia todo los aumentos de acuerdo a algunos supuestos que parecen muy optimistas. Por ejemplo, que la economía va a crecer al 5%; y que la inflación será del 10%. Es un escenario donde todo le sale bien. Pensar que la economía vaya a crecer un 5% el año que viene es muy optimista. Del otro lado del mostrador, para mí la agenda del 2026 es más desafiante. Tiene que mantener el superávit fiscal, ya sin inflación y con menor crecimiento. Entra menos plata gratis. En dos años achicaron el gasto un 30% y está muy bien para mostrar que son el Gobierno que mejor hizo el ajuste en la historia pero ahora ya está. Empezá a tirarme unos mangos. Ya se empieza a jugar la reelección de los gobernadores y eso generará tensión. Obviamente si Argentina crece todo se distiende. El Gobierno en su mensaje puso paños fríos. Le habló más a la política que al mercado.
-¿Cómo tomó el mercado el mensaje presidencial?
-El mercado rebotó porque rebotó, no porque festeje un menor superávit fiscal. La historia de los bonos lo venimos viendo desde enero. Mejoraron un poco. Pagaron el 8 de enero, el riesgo país bajó a 600 puntos y parecía que era un camino inexorable hacia los 400 puntos. A partir de ahí comenzó a lateralizar pero nunca se alejó. Desde mediados de agosto la cosa se puso más picante y ahora estamos rogando que baje a 800. Es importante destacar que el plan de que el financiamiento externo nos iba a dar la estabilidad que necesitaba el país, hoy es lo primero que descartamos, hasta que se demuestre lo contrario. Es difícil pensar que Argentina vaya a tener un riesgo país de 400 puntos en enero. Estará vedado el financiamiento externo, entrarán menos dólares por la cuenta financiera y no va a quedar otra que conseguir los dólares a partir de una combinación de más tipo de cambio con más recesión, así bajan las importaciones, y más inflación. Va a ser un 2026 que, respecto a lo que uno podía estimar antes de las elecciones en la provincia, tendrá un escenario con más tipo de cambio, más riesgo país y menor crecimiento. El desafío es que el ajuste se haga de manera ordenada. Si yo armo una planilla de Excel y pongo que la economía cae un 5%, en seguida se corrigen todas las cuentas externas. Las importaciones bajan al 20% y listo. Se puede hacer eso pero se desbandaría el frente político y social. El mercado siempre mira al futuro porque el inversor quiere saber si va a cobrar.