El mapa de las empresas argentinas
Por Fundar
Las empresas están en el centro de la vida económica: generan empleo, ingresos y capacidades productivas. Desde la década de 1990 hasta la actualidad, la creación y destrucción de empresas estuvo fuertemente ligada a los ciclos económicos del país, reflejándose en la creación neta de empresas en los períodos de expansión de la actividad económica y la destrucción neta en los de recesión.
En todo el territorio nacional hay empresas, pero su distribución no es homogénea entre las provincias ¿Cuántas empresas hay en la actualidad? ¿Cómo evolucionaron? ¿Qué diferencias hay entre regiones del país? Hoy vamos a ver cómo cambió el entramado empresarial argentino a lo largo del tiempo y qué nos dice sobre el desarrollo productivo del país.
En Argentina hay actualmente 554.600 empresas formales. Es decir, unidades productivas registradas que emplean al menos a un trabajador asalariado. Esta cifra marca una caída importante respecto al pico alcanzado en 2013, cuando había alrededor de 610.000 empresas. La pérdida de casi un 9% en una década refleja, en buena medida, el pobre desempeño económico del país durante ese período.
Desde la década de 1990, la cantidad de empresas en Argentina atravesó seis grandes ciclos, muy ligados a los vaivenes de la economía:
1996-1998: crecimiento económico y aumento en la cantidad de empresas.
1998-2002: crisis de la Convertibilidad y cierre masivo de empresas (más de 50.000).
2002-2011: recuperación acelerada. En menos de una década, se pasó de 376.000 a 607.000 empresas.
2011-2017: estabilidad relativa, en línea con un PIB estancado.
2017-2020: fuerte caída por la recesión de 2018-2019 y la pandemia. Se perdieron más de 50.000 empresas.
2022-2024: recuperación moderada tras la pandemia, con la creación de 17.000 empresas. Pero la recesión de 2024 revirtió casi todo ese avance, con la pérdida de unas 15.000.
Hay dos factores clave que explican la distribución geográfica de las empresas en Argentina: la población y la riqueza. En líneas generales, las jurisdicciones más pobladas (como Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y CABA) concentran también la mayor cantidad de empresas. De hecho, el 72% de las empresas argentinas se encuentra en esos cuatro distritos y más del 50% solamente en Buenos Aires y CABA. En contraste, provincias como Tierra del Fuego, Formosa, La Rioja o Catamarca -que están entre las menos pobladas del país- son también las que tienen menos empresas.
Pero la población no lo explica todo. También influye, y mucho, qué tan rica es una región. Por eso CABA, que es la jurisdicción con mayor PIB per cápita del país, aparece segunda en cantidad de empresas, a pesar de ser la cuarta en población. A la inversa, Formosa —una de las provincias más pobres— ocupa el puesto 23 en empresas, aunque es la número 17 en población.
¿Qué tan desarrollada está una región? Un buen indicador es la llamada densidad empresarial (la cantidad de empresas cada 1000 habitantes o empresas per cápita).
Una alta densidad suele reflejar la presencia de capacidades productivas y está asociada con mayores oportunidades de empleo formal. Y es ese empleo formal el que, a su vez, permite mejorar los ingresos y la calidad de vida de la población.
Existen grandes diferencias en la densidad empresarial a nivel territorial. La región central del país es la de mayor cantidad de establecimientos per cápita del país. La Ciudad de Buenos Aires es, por lejos, el distrito con mayor densidad empresarial, con 43,1 empresas cada 1000 habitantes. Esto es más del doble que La Pampa que tiene 18,7 y casi el triple que Santa Fe que tiene 14,6. El caso de La Pampa es llamativo y se explica por la gran cantidad de establecimientos rurales pequeños en combinación con una baja población.
El caso de la provincia de Buenos Aires es particular: es el distrito con mayor cantidad de empresas del país, pero se ubica en el puesto 12 en densidad empresarial. ¿Por qué? Por su enorme población. Aunque concentra el 31% de las empresas del país, representa el 38% de la población. Es decir, tiene muchas empresas en términos absolutos, pero menos si se las mide en relación con la cantidad de habitantes.
Las 10 provincias con menor densidad empresarial son del Norte Grande, que es la región de menor desarrollo del país. Las tres peor posicionadas son Formosa, que tiene 4,5 empresas cada 1000 habitantes, casi diez veces menos que la Ciudad de Buenos Aires, Santiago del Estero (5,8) y Jujuy (6,4).
Las diferencias dentro de cada distrito también son marcadas. En CABA, la densidad empresarial es mayor en las comunas del norte y en el microcentro que en las del sur. En la provincia de Buenos Aires, es más alta en el interior que en el conurbano. En Santa Fe, predomina en el centro y sur frente al norte, y en Córdoba y La Pampa, es más elevada en el este que en el oeste. En estas regiones, en la mayoría de los municipios, se registran más de 20 empresas cada 1000 habitantes. En contraste, casi todo el Norte Grande se caracteriza por una baja densidad empresarial. Allí, se registran menos de 10 empresas cada 1000 habitantes en todas las provincias y casi todos los departamentos.
Hay una fuerte relación entre el desarrollo económico y el social. Las provincias con más establecimientos productivos por habitante suelen tener menos hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI).
El indicador de NBI mide pobreza estructural a partir de carencias materiales profundas: vivir en una vivienda precaria, no tener baño, sufrir hacinamiento, que los niños no vayan a la escuela o que el hogar tenga muchas personas a cargo y un jefe con muy bajo nivel educativo.
Por eso, donde hay más empresas, suele haber mejores condiciones de vida. No es casualidad que CABA, La Pampa, Córdoba y Santa Fe estén entre las provincias con mayor desarrollo empresarial y, al mismo tiempo, sean las únicas donde menos del 5% de los hogares tienen NBI. A la inversa, las provincias del Norte Grande combinan bajo desarrollo productivo con los niveles más altos de pobreza estructural del país. Una excepción a la regla es Tierra del Fuego, que tiene alta densidad empresarial y es la provincia peor posicionada en NBI, con excepción de Salta. La particularidad fueguina se explica por el rápido crecimiento demográfico experimentado en las últimas décadas fruto de migraciones internas, que no siempre estuvieron acompañadas por un desarrollo paralelo de infraestructura y servicios básicos.
La fuerte correlación entre desarrollo empresarial y desarrollo social se debe a varios factores interrelacionados. Primero, un tejido empresarial robusto y diversificado es clave para la generación de empleo e ingresos familiares. Segundo, una mayor demanda de mano de obra incide positivamente en los salarios. En tercer lugar, el avance empresarial contribuye a incrementar los ingresos fiscales en las regiones, lo que a su vez proporciona más recursos para invertir en infraestructura pública como servicios básicos, transporte, educación, salud y vivienda. Esa mejora en las condiciones estructurales, eleva la calidad de vida de la población y crea un entorno más atractivo para nuevas inversiones. Por último, un mayor desarrollo empresarial refleja la existencia de múltiples capacidades productivas en el territorio. Esta diversificación de actividades productivas permite a las regiones ser más resilientes ante las fluctuaciones de sectores productivos específicos, contribuyendo a una mayor estabilidad económica y social.
La densidad empresarial en Argentina hoy es igual que hace 30 años. En 1996 había 11,9 empresas cada 1000 habitantes, el mismo número que en 2024. Sin embargo, hubo algunos períodos de crecimiento y otros de contracción, que en general acompañaron los ciclos económicos. De acuerdo con un estudio del ex Ministerio de Desarrollo Productivo, en el largo plazo se evidencia que cuando la economía argentina crece 1%, las empresas lo hacen en 0,5%. Esto significa que cada punto del PIB está asociado a la creación de unas 2.800 empresas.
La densidad empresarial de Argentina tocó un mínimo en 2002, con apenas 10,3 empresas cada 1000 habitantes. Entre 2008 y 2012 se alcanzó el máximo de la serie, con casi 15. Esa cifra se mantuvo estable hasta 2012, y desde entonces empezó a caer sostenidamente. La disminución de la densidad empresarial está en sintonía con la seguidilla de recesiones que el país sufrió en cinco de los últimos siete años.