GESTOS Y PALABRAS DE BERGOGLIO QUE DICEN MUCHO

El lenguaje del papa Francisco

POR BERNARDINO MONTEJANO

Cuando era arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio ya usaba un lenguaje populachero, equívoco y a veces erróneo.

Así, en un asunto tan importante como el juicio a Cristo, acerca del cual existe una numerosa y calificada bibliografía, afirmó: “Jesús sufrió torturas, calabozo, corona de espinas y un juicio trucho y ni se defendió” (La Nación, 1/4/2010). Aquí aparecen dos afirmaciones que no son ciertas y que inducen a error: la primera, la del juicio “trucho”; la segunda, que Jesús no se defendió.

El juicio no fue “trucho” sino injusto. Fue verdadero, ante tribunales competentes para entender en el delito por el cual se acusaba a Jesús: el Sanedrín y el gobernador de Judea. En ambos casos abundaron las irregularidades. En el proceso judío, los hermanos Léhmann encontraron 26.

Jesús se defendió y nos enseña con la palabra y con el ejemplo. Caifás al interrogarlo asume dos papeles incompatibles: acusador y juez. Cristo le imparte con su respuesta una lección jurídica: “Yo he hablado públicamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el templo donde concurren los judíos. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que han oído lo que les hablé; estos saben lo que dije” (Juan, 18, 20/21).

Un guardia le pega al acusado una bofetada, un “sopapo” según el poco académico Bergoglio y ante el silencio y la impunidad consagrada por un juez inicuo, Jesús exige algún título que justifique la agresión: “Si hablé mal da testimonio de lo malo; pero si bien ¿por qué me hieres?”

Jesús podría haber dicho otras cosas contra el pontífice abyecto o el guardia adulón, pero como señala San Cipriano, si no lo hizo, fue porque “no quería deshonrar al sacerdocio en la persona de quien estaba revestido de él”. Y concluye con una respuesta anticipada a nuestro arzobispo: “No por ello defendió con menos fuerza o dignidad su inocencia”.

En La Nación de días atrás apareció un artículo sin firma titulado “El Papa negó ser comunista y criticó a quienes en las crisis encantan y ahogan a la gente”, en la cual Francisco afirma: “Cuando me escuchan decir las cosas que escribí en las encíclicas sociales, dicen que el Papa es comunista. No es así”.

 

EJEMPLOS ELOCUENTES

 

Un discípulo de Francisco, nuevo arzobispo, sostiene que habla por sus gestos; ellos muestran que su corazón está a la izquierda, aunque su billetera está firme a su derecha.

Veamos algunos como muestras:

-Levantamiento de la suspensión a divinis del padre D’Escoto, impuesta por Juan Pablo II por participar en la persecución de católicos en el primer gobierno sandinista de Nicaragua, cuando era canciller, lo que generó una declaración del Instituto de Filosofía Práctica “Acerca del levantamiento de una suspensión ‘a divinis’ y el comunismo”, en Doce años de declaraciones que no necesitan aclaraciones, p. 246 y ss. El sancionado, quien nunca se arrepintió, declaró a los pocos días “Jesús fue el más grande antimperialista de la historia; fue crucificado por ser antiimperialista” (La Prensa, Nicaragua, 6/8/2014). Poco tiempo después D’Escoto fue designado por Daniel Ortega, actual perseguidor implacable de la Iglesia de Nicaragua, como asesor en asuntos limítrofes y cuestiones internacionales.

-Bendición en el año 2017 de la hoy condenada Milagro Sala a quien recibió en el Vaticano. Cuando tramitaba el proceso Francisco se dirigió a ella deseando que su proceso acabe bien y pronto.

-En el año 2016, elogios fúnebres a Marco Pannella, homosexual de extrema izquierda, detenido en 1995 por tráfico de drogas, paladín de los derechos Lgbt, quien luchó para desarraigar las raíces cristianas de Italia y de Europa.

-Finalmente, mostrando su economicismo, Francisco, implacable contra los ricos Epulones, recibe y elogia a una bien conocida en la Argentina, Christine Lagarde, cabeza del Fondo Monetario Internacional a quien elogia como “una mujer inteligente, quien sostiene que el dinero debe estar al servicio de la humanidad y no lo contrario”.

Como vemos si el corazón continúa a la izquierda, la billetera está a la derecha. Los gestos aclaran las palabras ambiguas.