El 11 de marzo se cumplieron 50 años del triunfo electoral de Cámpora en las elecciones­

El largo camino de la reconciliación­

Hace cincuenta años la normalización institucional llevaba al gobierno a Héctor J. Cámpora en un proceso electoral complejo que significó la reinserción del peronismo en la vida política luego de diecisiete años de proscripción. Lo hizo a través de un frente electoral denominado Frente Justicialista de Liberación, Frejuli

El radicalismo del pueblo liderado por Ricardo Balbín asumió por disposición judicial la sigla histórica UCR. La antigua UCRI surgida de la división partidaria de 1956 que fue vehículo electoral de la llegada de Arturo Frondizi a la presidencia, se había deshilachado en una diáspora de varios partidos, algunos nacionales y otros provinciales hasta languidecer y finalmente desaparecer, la palabra Intransigente pasó a ser aditamento del partido liderado por el exgobernador bonaerense Oscar Alende. El propio expresidente Frondizi y Rogelio Frigerio fundaron otro llamado Movimiento de Integración y Desarrollo, MID, que se integró al Frejuli

­CAMINO DE LA RECONCILIACION­

Radicales y peronistas, otrora adversarios irreconciliables resignificando la crisis que mantuvo en jaque a la democracia por casi dos décadas emprendieron el camino de la reconciliación que acabaría formalizado en la fotografía del recordado abrazo de Balbín y Perón, ya reseñado por estas crónicas.­

Desde la caída de Illia el radicalismo venía desarrollando, primero reservadamente y luego en forma pública, contactos con el peronismo, primero a través de sus cuadros intermedios y finalmente con su líder en el exilio, explorando el camino de consensos básicos y un entendimiento que pusiera fin al desencuentros y la antinomia que pavimentase un retorno sustentable a la normalidad democrática y a la convivencia pacífica.­

Fue Facundo Suárez, importante dirigente radical mendocino, exdiputado nacional y presidente de YPF, el inspirador y responsable de los primeros contactos con Perón. Su hijo Facundo Suarez Lastra recuerda claramente el proceso histórico y la participación de su padre: "Mi viejo nació en 1923 había sido presidente del partido en Mendoza, diputado nacional, candidato a gobernador y presidente de YPF tenía muchos amigos en el peronismo. Fue Jerónimo Remorino (delegado de  Perón) el que le abrió el camino. Era iniciativa de mi padre conversar con Perón para avanzar en un trabajo conjunto del radicalismo y el peronismo buscando una alternativa superadora de los golpes militares"

Por su parte Juan Manuel Abal Medina, que fue cercano colaborador del líder justicialista y secretario general del movimiento en el período del retorno definitivo del jefe da cuenta de ello en su reciente e interesante libro "Conocer a Perón. Destierro y Regreso" (Editorial Sudamericana, 2022). Transcribe allí una carta de Perón al doctor Pedro Michelini que es prueba de la predisposición de aquel a un entendimiento con los radicales "...las diferencias entre radicales y peronistas no están en las ideas sino en los hombres. Errores iniciales en los que todos hemos tenido la culpa nos han ido distanciando...estoy esperando la llegada de Facundo Suarez. Conmigo no deben tener desconfianzas , porque ya estoy viejo para ocuparme de trampitas cuando se trata de obrar de buena fe"

Suárez viajó por sus medios luego del golpe y durante el Gobierno militar mantuvo dos encuentros con Perón. Es importante señalar que gestiones fueron realizadas a título personal, aunque posteriormente Suárez informó a Illia y a Balbín. "Yo tendría trece años y vivía con mi viejo en Buenos Aires por razones familiares y lo acompañé  a las entrevistas con Illia y con Balbin. No pidió permiso, informó y contó lo que había hecho. Estaba bastante `manija' en ese sentido con el tema y se trajo una buena impresión de Peron", me cuenta Facundo Suárez Lastra.­

­LA HORA DEL PUEBLO­

Ya para 1970, en señal de los acuerdos fundamentales se habían ido consolidando, Perón expresaba por carta a Balbín sus juicios sobre los entendimientos entre ambas facciones políticas que concitaban en teoría a las grandes mayorías nacionales: "Tanto la UCRP como  el Movimiento Nacional Justicialista son fuerzas populares en acción política. Sus ideologías y doctrinas son similares y debían haber actuado solidariamente en sus comunes objetivos. Nosotros los dirigentes somos probablemente los culpables de que no haya sido así. No cometamos el error de hacer persistir un desencuentro injustificado"

Luego, en una carta a Antonio Cafiero en agosto de 1970, Perón señaló las profundas coincidencias que habían aflorado en sus conversaciones con Facundo Suárez. La consecuencia posterior inmediata fue la conformación el 11 de noviembre de 1970 de un agrupamiento multipartidista que reclamaba a la dictadura avanzar en un proceso de normalización constitucional con elecciones libre sin proscripciones. `La Hora del Pueblo se denominó la confluencia que reunió no solamente al peronismo y la UCRP sino que incluyó al Partido Socialista Argentino, al Partido Bloquista, al Partido Demócrata Progresista y al Partido Conservador Popular.­

Ese clima que coronó el regreso temporario de Perón en noviembre de 1972 ha sido reseñado anteriormente desde esta columna en La Prensa y conviene remitirse a dichos términos. En adelante la UCR avanzaría, si bien no integrando el frente electoral que propuso a su turno Perón, procurando coincidir en ciertos denominadores comunes para el retorno a la normalidad constitucional y la práctica cívica sin limitaciones ni proscripciones para que la ciudadanía en definitiva dirimiera con su voluntad mayoritaria la responsabilidad de gobierno.­

­CLIMA DE COMPRENSION­

De acuerdo con el relato de Abal Medina, Perón esperaba más de los radicales y en especial de Balbín, una suerte de autocrítica o condena explícita hacia la violencia sufrida por el pueblo peronista perseguido durante la proscripción. Balbín no obstante hizo todos los gestos de acercamiento necesarios y más aún (a costa de su propio prestigio político) luego de haber sido él mismo objeto de persecución y haber sufrido en su propio cuerpo las consecuencias de su oposición a Perón y su sistema.­

Sin embargo y pese a que la línea argumental del libro es en general exculpatoria de responsabilidades hacia el movimiento peronista sobre el dramático proceso político de los años setenta, configura  un valioso aporte testimonial acerca de los entresijos de aquella etapa.­

Lo cierto es que el último Perón se sintió más desengañado e incomprendido por sus propios seguidores que por quienes fueron sus históricos opositores. "Doctor Balbín usted y yo somos el ochenta por ciento del pais", le dijo en su primer encuentro. Y ante una requisitoria periodística posterior respondió "Yo con Balbin voy a cualquier parte", símbolo de un clima de comprensión, respeto y confianza que -aunque aún faltaban transitar años de violencia y sufrimiento merced a aventuras totalitarias- anidaba en la ciudadanía como antídoto que permitiría una década después consolidar en forma definitiva y total la vigencia del sistema democrático.­