Betiana Blum ante un nuevo desafío: estrena ‘Coqueluche’, dirigida por Muscari

“El humor es la mirada de Dios”

La actriz compartirá cartel con la debutante Julieta Poggio y se reencontrará con otra gloria de ‘Esperando la carroza’, Mónica Villa. Sus ganas de seguir actuando a los 84, y la importancia de ser agradecido.

Ahora está muy de moda el agradecimiento, como una manera de estar en sintonía con el universo y atraer cosas positivas, muchos gurúes del mindfullness lo recomiendan. Pero esto es algo que a Betiana Blum le sale naturalmente. “Creo que ser agradecido, es lo que hace que las cosas fluyan”, aseguró la legendaria actriz en conversación con La Prensa.

Y vaya que el método le funciona: a sus 84 años, es una de las más recientes adquisiciones de José María Muscari, quien la fichó para ‘Coqueluche’, que debuta este miércoles en el Multiteatro.

En la nueva versión del clásico compartirá protagónico con Julieta Poggio, la ex ‘Gran hermano’ que hará su debut teatral, en la piel de la huérfana que queda al cuidado de su personaje, una diva del teatro. Y ese vínculo maternal entre ambas parece replicarse también en la vida real. “Usá lo que tenés”, fue el consejo que Betiana le dio a la novata Poggio.

Pero eso no es lo único movilizante para la recientemente nombrada Personalidad Destacada de la Cultura, de este nuevo desafío laboral: también significará su reencuentro con Mónica Villa, quien fuera su concuñada en ese patrimonio nacional que es ‘Esperando la carroza’.

“Mónica va a estar desopilante. Ya en los ensayos le dije: ‘disculpame pero no voy a poder mirarte con seriedad’”, adelanta Blum. En su incursión en el universo Muscari, la ex ‘Campeones’ compartirá cartel también con Agustín Sullivan y Mario Guerci.

Consultada sobre si la edad es o no una limitación para su profesión, la orgullosa abuela de Renzo -fruto de su hijo, el guionista Sebastián Parrotta- tiene una firme convicción: “Me doy cuenta que las personas están demasiado atadas al tiempo. Yo me considero atemporal”.

HAY EQUIPO

-¿Cómo están yendo los ensayos?

-Van muy bien, el grupo es hermoso. Viste que la onda se da o no se da, y acá hay una onda hermosa. Este es un personaje fuerte, intenso y que tiene de todo un poco. Muscari es un director muy preciso, sabe lo que quiere, o sea que está todo bien encaminado. Ahora está la parte dura de aprender la letra. Una vez que aprendés eso, después viene el disfrute con los compañeros.

-¿Qué puede adelantar de su personaje?

-Es una diva, tiene todos los ingredientes de la diva, incluso en la soledad y en la necesidad de pagar un amante que es Mario Guerci. Tiene toda esa angustia, esa determinación, y despúes la aparición de Coqueluche, que es esta huérfana que está a la buena de Dios. Ella habla y yo me desmayo cuando la escucho, pero a la vez, como mi personaje vive en un mundo de apariencias, y la nena esta dice lo que piensa, entonces eso la impacta mucho. Ella le miente, le dice que su amante en realidad es el sobrino, pero la nena sabe que nada que ver. Por otro lado, ella se da cuenta que por los modales que tiene la nena es imposible que viva en la sociedad. Entonces la educa y cada una le da a la otra lo que tiene y lo que sabe. La nena también le despierta una maternidad dormida.

-Julieta hará su debut teatral con esta obra, ¿qué consejos le dio?

-Julieta es una chica muy preparada. Yo le dije: “vos tenés que usar lo que tenés”. Ella participa en ‘Fuerza bruta’ y está al nivel de los bailarines. Todavía no se dio cuenta todo lo que tiene. Igual es muy determinada, se aprendió todo el texto y está abierta a escuchar, y eso es muy imporante. Tenemos una relación muy linda.

COMPAÑERAS

-También comparte elenco con Mónica Villa, ¿cómo fue el reencuentro?

-Mónica va a estar desopilante. Es una actriz todoterreno y un ser humano maravilloso. Ya en los ensayos le dije: ‘disculpame pero no voy a poder mirarte con seriedad’. Está maravillosa, muy creativa, y es una hermosa persona.

-¿Habían quedado en contacto después de ‘Esperando la carroza?

-La verdad es que soy muy fiaca para hacer sociales, pero la pandemia nos llevó a otro lugar. Creo que todos hicimos una especie de cambio, entonces este reencuentro es hermoso. Muscari también es un director excelente y sabe muy bien lo que quiere. Ensayamos y él ya tiene la música en la cabeza. Siempre hace puestas muy efectivas, muy lindas. Es la primera vez que trabajo con él. También está Agustín Sullivan, que hace de mi hijo y es muy hijo (risas), muy cachorro, talentoso.

-¿Todavía siente nervios antes de un debut?

-Cada vez me pongo más nerviosa, porque cada vez tengo más conciencia de lo que hago. Yo rezo antes de empezar, me encomiendo, hablo muy seriamente y le digo a Dios: ‘esto lo vas a hacer vos’.

-Para muchas actrices, la edad es una limitación, sin embargo, usted no para de trabajar.

-Es que soy atemporal. Yo escucho mucho cómo hablan las personas y me doy cuenta que están muy atadas al tiempo. Ese famoso: ‘vos ya…’

A mí me dicen así y yo les digo: ‘¿qué?, a mi no me hables así’ (risas). No tengo ese pensamiento, no tengo esa limitación, no pienso así. Me siento viva, gracias a Dios tengo una mirada divertida, una cabeza que se ríe, y eso creo que es la clave. Hay personas que son tan serias que no podés sacarles una sonrisa y eso tiene consecuencias. Creo que tener humor es tener una mirada más generosa de la vida. Para mí el humor es la mirada de Dios. Es como ver más alto, todo lo contrario al drama. El humor es una mirada más generosa, más compasiva.

UN ICONO

Hija de una mamá ama de casa y un papá que trabajaba  en la industria del algodón, Betiana se mudó desde su Chaco natal a Buenos Aires sola a los veinte años para estudiar Letras, pero luego se decidió por la actuación y desde entonces no paró. Su personaje en ‘Esperando la carroza’ quedó instalado en la memoria colectiva, al igual que sus papeles en novelas icónicas como ‘Soy gitano’, ‘Campeones’ y ‘Herederos de una venganza’.

-¿Cuál diría que es la clave para mantenerse vigente durante tantos años?

-Si lo pienso seriamente, no lo sé; lo que si sé es que yo soy provinciana y mi mamá era todo lo femenino, y mi papá, que no hablaba mucho, me dejó algunas frases grabadas. Esas cosas yo las llevo en el alma. Creo que eso es lo que me ha permitido no quedarme pegada a las cosas y si elegí esta profesión es porque amo lo que hago, lo respeto y me entrego. Tengo colegas que tal vez dejaron la actuación por un tiempo y después volvieron; yo no. Yo hice esto toda mi vida, amo lo que hago y creo que el gran premio es el amor que recibo de la gente. Eso a mí me da la pauta de que algo bien hice. Cuando la gente anda seria por la calle, me ven y sonríen, se les ilumina la cara, y eso lo voy a agradecer siempre. No hay nada más hermoso que eso; bueno, sí: mi nieto (risas). Yo creo que ser agradecido es lo que hace que las cosas fluyan, porque uno agradece lo que hay en lugar de quejarse por lo que no hay. Y cuando hay cosas que no me gustan, aceptarlas, no quedarme peleando con eso.