EL LATIDO DE LA CULTURA

El gran Sur

Me gustan las películas ambientadas en esa región cultural y geográfica conocida como el Sur profundo de los Estados Unidos: Carolina del Sur, Misisipi, Alabama, Georgia y Luisiana, la porción del país que en la guerra de Secesión conformó los estados confederados. Como se sabe, el Sur perdió esa guerra y como consecuencia de ello, en cierto modo quedó relegado y olvidado, herido por la Historia. Por eso jamás pudo librarse del manto de melancolía que lo cubre. Ello explica que sea la cuna de una “música de músicas”, el Blues. “Tener el blues” o sentirse así remite a un estado de profunda tristeza por la tierra perdida, por un amor no  correspondido o que se marchó o porque a pesar de las largas jornadas el trabajo el sueldo no alcanza. En estos tópicos, el blues y el tango insólitamente se parecen. Pero no es el único punto de contacto entre ambas músicas. Tanto una como la otra nacieron en la marginalidad, en los bordes. En el caso de la primera en el ámbito rural; en el caso de la segunda, en el arrabal de los conventillos porteños.   

La literatura del Sur aportó el Gótico Sureño, un subgénero de la narrativa gótica europea de finales de siglo dieciocho, sin el cual buena parte de la narrativa latinoamericana de mediados del siglo veinte no hubiera existido. El Southern gothic tuvo un padre llamado William Faulkner, autor, entre otras obras, de El sonido y la furia, Mientras agonizo y  Absalón, Absalón. En este estilo aparecen elementos sobrenaturales o extraños para crear el argumento, aunque a diferencia de la novela gótica, no se usan dichos elementos para crear suspense sino para describir cuestiones sociales y explorar la cultura local. Además de Faulkner, son cultores del género autores como Flannery O'Connor, Tennessee Williams, Truman Capote o Cormac McCarthy entre otros.

A la vez que traza un nítido arco histórico de la historia norteamericana a partir de la década del treinta, Forrest Gump, de Robert Zemeckis muestra muy bien los paisajes sureños, con sus caminos de tierra, sus plantaciones, sus árboles y construcciones característicos. También Milagros inesperados, de Frank Darabont, película basada en El pasillo de la muerte, la novela de Stephen King. Aquí no hay un reflejo de los paisajes y costumbres sino también de las problemáticas sociales de comienzos de siglo pasado. The Shawshank redemption (en español se estrenó como Sueños de libertad) es una “película de cárcel” donde el acento sureño drena a través de las voces de sus personajes, Tim Robbins y Morgan Freeman, entre ellos. 

Otra de las “películas del Sur” es Tomates verdes fritos, de Jon Avnet, una historia en dos tiempos donde por un lado se narra la construcción de una amistad intergeneracional entre Kathy Bathes y Jessica Tandy y, por otro, se cuentan una serie de problemáticas sociales e intrigas policiales que giran en torno al Whistle stop café, una cafetería de pueblo cuya especialidad son los tomates verdes fritos, servidos bien calientes.  

En el cine del Sur hay una forma campechana y valiente de no tomarse a pecho las calamidades que la vida pone en frente de sus personajes, rasgo humano compartido con los habitantes de las zonas rurales de nuestro país. Pero en el Sur americano hay alegría de los coros de música gospel, cuyos integrantes cantan y bailan al compás del color de sus voces. Una calidez difícil de imitar.