El fantasma de la peste
No me toques
Por Ricardo Lesser
Planeta. 237 páginas
La comparación resulta inevitable. Peste, encierro y mortandad remiten de manera directa, como un rayo, a la pandemia de Covid-19. No es este el eje de la historia que anida en No me toques sino los años de la fiebre amarilla en esa Babel que era la Buenos Aires de fines de siglo XIX.
La novela histórica se toma la licencia de encarnar y darle voz a personajes verídicos, combinados con otros de ficción. El atrevimiento requiere de equilibrio y talento para que el recurso no se precipite en el pozo de la incredulidad y se rompa el pacto de lectura.
Para que el género funcione, primero hay que estudiar. Ricardo Lesser es sociólogo pero su afición a la historia le dio las herramientas necesarias como para reconstruir escenarios y épocas perdidas en el tiempo. Esta en particular tiene como protagonista a un joven estudiante de medicina, Marco Piro, discípulo de Eduardo Wilde. Juntos pulsearán con la muerte.
Es el año 1871 y Buenos Aires arde de fiebre, se salpica con el vómito negro de la letal enfermedad. La narración refleja una sociedad partida, fragmentada entre las clases altas y un mosaico de inmigrantes hacinados en los conventillos de San Telmo. Allí hunde sus garras la peste.
Lesser, que en anteriores obras reprodujo la infancia de Manuel Belgrano, José de San Martín y Domingo Sarmiento, en libros muy bien recibidos en las escuelas de nivel primario, se inclina en No me toques por una narración en tiempo presente que crea clima y genera ambiente. La técnica dota al relato de una inédita vigencia.
Los capítulos, en general cortos, se encadenan en un ritmo casi musical. Y si bien el autor denuncia el cuadro social en el cual se engarza la enfermedad, el libro tiene como telón de fondo una historia de amor. Esa es la columna vertebral que sostiene una novela ágil y dinámica.