El experimento libertario

Desde afuera la Argentina parece un laboratorio. El sitio adonde un puñado de políticos de ideología extrema desarrolla el experimento de ordenar la economía a fuerza de ajuste y ortodoxia, fieles discípulos de un manual lapidario.

La palabras empatía o solidaridad no forman parte de su catecismo. Los economistas libertarios en el poder desdeñan el rol del Estado y, tras identificar en él a todos los males, lo reducen sin contemplaciones. Pasa la motosierra y no queda ni la viruta.

El gobierno actual ha aprendido de la experiencia macrista. Sabe que negociar con la burocracia de los sindicatos y la lógica de la justicia laboral es empezar perdiendo la pelea desde el primer round. Entonces no despide ni suspende, directamente cierra. Le pone candado a las empresas publicas y listo. A llorar a la iglesia.

Tan desgastado está el rol de lo público, tanto abuso ha habido en las esferas estatales que la población casi que ni se inmuta. Quienes vivieron la convulsionada década del '90 recordarán las marchas permanentes frente a la oleada privatizadora, el reclamo airado de los jubilados, la Carpa Blanca de los docentes. Nada de eso ocurre hoy. 

Tal como lo prometió en la campaña electoral, Milei clausura empresas y organizaciones estatales, reduce organismos, tala el gasto público. Desfila frente a las camaras de televisión la hilera de los despedidos. Poco impacto tiene el fenómeno en una sociedad adormecida adonde manda lo inmediato. ¿Cuánto tiempo hay para debatir un modelo de país si la plata no alcanza para llegar a fin de mes?

Mientras tanto, el presidente de la Nación surfea en las redes sociales y le enrostra a sus detractores los elogios que recibe desde el exterior por parte de empresarios y políticos que admiran su pulso firme, implacable. Envidian el salvajismo de mercado que ellos jamás se atreverían a ensayar en sus terruños.

Allende las fronteras Javier Milei es un personaje pintoresco más que un estadista. Es, también, el hombre que deja boquiabierto al mismísimo FMI con sus promesas de disciplina fiscal. Un excéntrico despeinado que aplica sin miramientos los artículos del manual. Los respeta, inobjetables, cómo si fueran las tablas de la ley divina.

Ante cada elogio, Milei remarca con sarcasmo en las redes que su figura dista de tener una mera proyección local. Se ve a si mismo como un referente global, el líder de un extraño movimiento político que, paradójicamente, odia la política.

OTRA MATRIZ

Para una Argentina forjada al calor del Estado, la nueva matriz surge contra natura. Es evidente, los resultados así lo indican, que urgía un reordenamiento. Pero hemos pasado de hacer la V de la victoria a cruzarnos con militantes libertarios con remeras que rezan: "Pega primero, pega fuerte. No tengas misericordia".

La lista es larga: la vocera del FMI, Julie Kosack; la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson; los periodistas de la agencia Bloomberg y de la cadena CNN; algunos economistas y mandatarios europeos; Donald Trump; y militantes liberales de diversas geografías recalcan el "impresionante" avance de la Argentina. 

Destacan la parábola descendente de la inflación, ignoran el incremento de la pobreza. Tanto que en la Ciudad de Buenos Aires -el distrito más rico del país-, según datos oficiales, el flagelo alcanza a casi 1 millón de porteños en una población donde la indigencia trepó al 12%. Hay hoy en día 248.000 pobres más que hace un año. La clase media, todo un símbolo de la ciudad capital, se retrajo un 7,5%.

“A pesar de las altas tasas de actividad y empleo, la expansión de los ingresos no resulta suficiente para mantener las condiciones de vida de la población en los niveles del año anterior. Los aumentos en los ingresos laborales y no laborales quedan muy por debajo de la suba de los precios. Al interior de los primeros, la pérdida de ingresos reales se da en todas las categorías ocupacionales y entre los segundos, se destaca la pérdida de poder adquisitivo de las jubilaciones y pensiones”, explica el informe de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires.

Es curioso lo que produce el hartazgo. Cansados ya de las consecuencias de las políticas estatistas, buena parte de la población terminó votando a una expresión política que no se replica en otros lares. La Escuela Austríaca es una tribu reducida en el ancho universo de la Economía.

De hecho, Alberto Benegas Lynch -el referente ideológico de Milei- le confesó a La Prensa que en épocas de Álvaro Alsogaray, el abanderado del liberalismo moderno en la Argentina, "los austríacos" no tenían ni voz ni voto en el movimiento. 

El cambio es brusco y repentino. Milei ensaya movimientos que en mucho se parecen a pegarse un tiro en el pie. El viernes viajó a Ushuaia y desde allí anunció que la Argentina construirá en Tierra del Fuego una base de apoyo a Estados Unidos para espantar la influencia china, que dicho sea de paso es el principal comprador de la soja y la carne vacuna que exporta el pais. ¿Cuál es el criterio económico de aliarse con quien por características territoriales es una competencia en el sector agropecuario?

Es de esperarse que China, milenaria y poderosa, no se quede con los brazos cruzados. Difícilmente la segunda potencia mundial -¿o será ya la primera?- se deje mojar la oreja así nomás por el presidente de un país quebrado, ubicado en los confines del mundo. En un abrir y cerrar de ojos puede virar su demanda, dejar de comprarle productos agropecuarios a la Argentina y abastecerse con otros proveedores, tal el caso de Brasil o Australia, y porqué no el mismo Estados Unidos. ¿Qué pensará por estas horas el productor sojero que votó a Milei, más motivado por la furia que por la seducción de las ideas?

Los adalides del alineamiento con los Estados Unidos suelen argumentar que ese es nuestro destino natural a partir de la afinidad cultural con los países de occidente, principalmente la Unión Europea y Washington. No les falta razón pues se comparten valores democráticos y de libertad que no son tan comunes en Asia y Oriente. Pero una cosa es la afinidad desde la esencia del ser y otra muy distinta la estrategia económica. ¿O alguien conoce a un comerciante que sólo le vende a las personas que le caen simpáticas?

Vayamos a los números para atornillar esta situación a la realidad. De acuerdo al último informe de Ciccra (Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina) las exportaciones de carne vacuna a China ascendieron a 37.000  toneladas en el primer mes de 2024 (74,6% del total).

Se observó una importante recuperación de casi 20% anual, que en términos absolutos equivalió a 6.100 toneladas. “De esta forma, la facturación  por  las ventas a China fue de 129,4 millones de dólares  (57,6% del  total), superando en 13,4% al total facturado en enero de 2023”. ¿Cuánto le exportamos a Estados Unidos? Aproximadamente 1.400 toneladas, es decir el 2,8% del total.

La tendencia, sin embargo, parece ir cambiando a partir de la gestión Milei. De acuerdo al informe de marzo del Indec sobre Comercio Exterior, el principal destino de las exportaciones argentinas fue Brasil, con u$s 1.028 millones, seguido por la Unión Europea con u$s 467 millones; Estados Unidos, u$s 407 millones; Chile, u$s 416 millones; y recién China, con u$s 391 millones. Todas las ventas a estos clientes subieron, salvo las destinadas al Gigante asiático, que cayeron 3,5%.

En este cambio de relaciones, Estados Unidos ya superó a China como comprador total de la Argentina. Por ejemplo, en el primer bimestre del año le facturamos a Washington un total de u$s 852 millones, contra u$s 847 millones de Beijing. El intercambio  comercial con norteamérica tuvo como principales productos vendidos los aceites crudos de petróleo, oro para uso no monetario, aluminio sin alear, fueloil y naftas. Por su parte, el 61,2% de los despachos hacia China se concentraron en carne bovina, congelada, deshuesada; y en cebada en grano, excluida la cervecera.

FUTURO INCIERTO

Los economistas sacan el catalejo, otean el horizonte. Algunos leen señales de bonanza, otros signos de advertencia. Nadie sabe en definitiva cuándo ni cómo volverá a arrancar la actividad económica, hundida hoy en una profunda recesión.

El último informe de la banca JP Morgan enfatiza que la economía argentina experimentará un fuerte rebote el año próximo, sellando un crecimiento del 5,2%, con una inflación anual del 40%. Visto desde la actualidad, el escenario luce soñado.

Ese oasis, sin embargo, está rodeado por una dura realidad. Los jubilados, licuadora mediante, están cargandose con buena parte del ajuste, mientras que los salarios se actualizan a ritmo de tortuga. De hecho, el poder de compra de los ingresos de la economía informal se despeñó un 36%.

La natural e inevitable caída del consumo pegó por debajo de la linea de flotación de la recaudación fiscal, que en marzo disminuyó un 16%. Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), si a estos ingresos se le restan los provenientes del comercio exterior, la merma asciende al 24%. Lo que habla en definitiva del deterioro de la actividad toda.

Muchas veces prometida durante la campaña, tanto que muchos votaron al oficialismo soñando con pagar en billetes verdes, la dolarización pierde intensidad. Casi que ya no es un tema de debate. Esta semana el presidente argumentó:  "No creo que lleguemos para las elecciones del año que viene".

De hecho, el economista Salvador Distefano sostuvo en su cuenta de Twitter que en materia de política monetaria la Argentina convergeria más temprano que tarde hacia una canasta de monedas donde casi de manera inevitable terminará por mandar el dólar.

Curiosidades de la Argentina, el atraso cambiario que buena parte de los economistas denuncian ya tiene impacto en la vida real: el país se ha vuelto caro, no sólo para los habitantes locales sino también para los turistas extranjeros. Ergo, hay menos visitantes de afuera y los argentinos vuelven a ver la oportunidad de cruzar la frontera. De hecho, durante el último fin de semana largo alrededor de 35.000 personas pasaron a Chile para comprar productos que están más baratos.

Los especialistas suelen advertir que cuando un café, medido en dólares, cuesta lo mismo en Buenos Aires que en Roma, algo malo está pasando. Esta película ya la vimos.