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El éxito de Milei se explica por el cumplimiento de una doble misión

Por Roberto Chiti *

Estaba previsto que los resultados electorales podrían plantear escenarios que trascenderían su motivo electoral específico, consistente en definir 30 bancas para la legislatura local.

Ante todo, la lectura fundamental estaría dada por la disputa política entre el gobierno nacional y el PRO.

Y desde esta perspectiva, con el rotundo triunfo de Manuel Adorni (30%) y el tercer lugar obtenido por Silvia Lospenatto (16%), se ratificó de manera palmaria la dinámica iniciada a partir del triunfo de Javier Milei en las elecciones presidenciales de 2023: un continuo fortalecimiento de La Libertad Avanza, a expensas de un debilitamiento del PRO.

Puede afirmarse que este proceso, que por el momento parece inexorable, se da básicamente porque Milei está dando cumplimiento a una doble misión.

En primer lugar, su gobierno está llevando a cabo la mayor parte de las transformaciones políticas que Macri durante su mandato no realizó o, a lo sumo, hizo a medias. Esas políticas -normalizar la economía y terminar con la inflación, desregulación y achicamiento del Estado, reducción de impuestos y burocracia, reformas estructurales, orden público, etc.-, llevan a que gran parte de quienes conformaban el electorado del PRO, ahora se identifiquen y apoyen a LLA.

En segundo lugar, en un país todavía polarizado, LLA ocupa el lugar de ser el antagonista principal del kirchnerismo. Aunque el clivaje kirchnerismo-antikirchnerismo está en fase de claro declive, todavía sigue fresco su regreso camuflado en versión Frente de Todos de 2019 (además de ser la fuerza que gobierna actualmente el principal distrito del país). Esto también, naturalmente obra como aglutinador de apoyo (y voto) útil para LLA, y desdibuja al PRO, que había ocupado ese rol entre 2015 y 2023.

Esta situación, entonces, plantea un escenario evidentemente crítico y novedoso para el partido amarillo. Y si bien no debiera implicar inevitablemente su final como espacio político relevante, sin dudas lo sitúa en un lugar incómodo. Que lo obliga a diferenciarse, sin dejar de apoyar al mismo tiempo la mayoría de las políticas que promueve el oficialismo. Un equilibrio difícil, en un contexto cada vez más polarizado y, con un gobierno nacional que tiende a buscar desgastarlo -cooptando a sus dirigentes, por ejemplo- a veces para obtener un rédito concreto y otras solo para infligirle daños.

RUMBO EXTRAVIADO

Por otra parte, es indudable que la fuerza liderada por Mauricio Macri viene extraviando el rumbo sistemáticamente desde su salida del poder nacional en 2019. No solo por dos muy malas gestiones en la ciudad (el segundo gobierno de Horacio Rodríguez Larreta y, al menos hasta el momento, el presente de Jorge Macri). Estrategias político-electorales fallidas, como la interna entre Patricia Bullrich y Larreta en 2023, y la elección de una pésima candidata como Silvia Lospenatto para estas legislativas, dan cuenta de un grave desconcierto y crisis de identidad. ¿Hubo alguna vez tal identidad? La búsqueda de posicionarse como el partido de la institucionalidad, por el momento parece un esfuerzo insuficiente.

Esto habilita, sino a plantearse la citada duda sobre la supervivencia del partido amarillo, al menos a considerar en situación de riesgo elevado la perspectiva de mantener su principal bastión de cara a las elecciones ejecutivas de 2027.

Lo que lleva a considerar el segundo aspecto más relevante de la elección de este domingo.

¿Quedó algún candidato posicionado de cara a las próximas elecciones para jefe de gobierno de la ciudad?

En este sentido, el resultado fue lapidario. El que más expectativas tenía depositadas en ese posicionamiento, el candidato de Es ahora Bs. As., Leandro Santoro, no sólo no logró obtener un primer puesto que le hubiera servido no mucho más que para ganar espacio en los titulares de diarios. Fundamentalmente, su 27% de votos no pudo sortear el bajo techo habitual del kichnerismo en territorio porteño (que en 2019 tuvo su pico de 33%). Demasiado poco, luego de haber apostado a una estrategia de fuerte tono moderado e independiente del PJ para ganar votos de centro.

El 8% de votos que obtuvo Horacio Rodríguez Larreta tampoco lo dejó en una buena perspectiva para cumplir su objetivo declarado de volver a la jefatura de la ciudad. Sin dudas, el bajísimo nivel de participación (53,3%), que marcó un piso histórico para la ciudad, puede ser leído como hartazgo generalizado. Pero sobre todo, como una muestra de desinterés por una elección que fue adelantada con una finalidad política que lejos estuvo de darle réditos a quien la pergeñó.

En este sentido, el panorama se torna particularmente gris para el jefe de gobierno de la ciudad, Jorge Macri. De los 5 distritos donde hubo elecciones en lo que va del año, es el único oficialismo que fue derrotado.

* Director de Análisis político de Diagnóstico Político.