Europa en guerra

El desafío de la producción bélica

El mundo se acerca a una encrucijada muy peligrosa. Occidente sigue avanzando sobre las llamadas "líneas rojas autoimpuestas” del conflicto ucraniano, para evitar la posibilidad de caer en un choque directo con Moscú.
Como venimos advirtiendo desde esta columna, Kiev está perdiendo la guerra de forma lenta pero segura, y es precisamente esta repentina comprensión la que está empujando a los países llamados “occidentales” a ignorar los límites de seguridad que antes creían que debían respetar para evitar que el conflicto se extendiera.
La suposición occidental inicial era que una guerra entre Rusia y la OTAN rápidamente se convertiría en una confrontación nuclear. Ante el inevitable declive de las capacidades de defensa de Ucrania, los líderes militares y políticos, en Europa y en el extranjero, parecen haber perdido esta conciencia.
Recordemos algunas de las razones de la derrota, o del resultado desfavorable de las fuerzas de la OTAN (hasta el día de hoy) reiteradamente dicho en ‘La Prensa’.
A Kiev le faltan hombres y armas. La nueva campaña de movilización está registrando malos resultados. Los ucranianos han sufrido un desgaste excesivo y la voluntad de lucha decrece (hay indicios que demuestran que hacen todo lo posible para escapar del servicio militar obligatorio.)
Los pocos hombres reclutados, a menudo, no son aptos para el servicio militar por razones de edad o de salud, y reciben un entrenamiento sumario antes de ser enviados al frente.

PRODUCCION BELICA
En términos más generales, Occidente ha perdido el desafío de la producción bélica. Se espera que las fábricas rusas produzcan alrededor de 4,5 millones de proyectiles de artillería este año, en comparación con la producción combinada de los Estados Unidos y Europa de alrededor de 1,3 millones.
Otro “ingenio militar” de los rusos, que ha logrado efectividad, son las bombas planeadoras, unos antiguos aparatos que están equipados con alas y un sistema de navegación, por lo que son capaces de atacar a distancias considerables con efectos altamente destructivos.
Mientras tanto, muchas armas occidentales de alta precisión se han topado con las superiores capacidades de guerra electrónica de Rusia, lo que hace que dichas armas sean completamente inexactas e ineficaces.
De acuerdo con los informes públicos de la prensa, en general observamos que Moscú está desmantelando la red eléctrica ucraniana. Según el ´Financial Times’, Rusia ha destruido más de la mitad de la capacidad de producción de energía de Ucrania. DTEK, la mayor empresa energética privada de Ucrania, habría perdido alrededor del 86 por ciento de su capacidad de producción tras los bombardeos rusos.
Pero lo que provocó el pánico, sobre todo entre los dirigentes europeos y también en Washington, es el nuevo frente abierto por los rusos el 10 de mayo cerca de Járkov, la segunda ciudad ucraniana, situada en el noreste del país.
El objetivo del frente de Járkov, según nuestro análisis, es crear una zona de amortiguación cerca de la frontera, con el fin de evitar los continuos bombardeos ucranianos sobre la región rusa de Belgorod. Este nuevo frente obliga también a extender demasiado las fuerzas ucranianas y consumir reservas.
De acuerdo con nuestra opinión, una vez más, Moscú no pretende conquistar territorio como objetivo principal (y por tanto no pretende tomar la ciudad), sino más bien aumentar las pérdidas infligidas al ejército ucraniano, de acuerdo con los principios de guerra de desgaste adoptados por los estrategas rusos.
La Guerra irrestricta, según los coroneles del Ejército Popular de Liberación chino Qiao Liang y Wang Xiangsui, nos habla del desarrollo la guerra en todos los ámbitos de poder, más allá del militar, en lugar de centrarse en la confrontación militar directa. Como hemos explicado anteriormente, se examinan los medios alternativos que pueden utilizarse; tales medios incluyen el uso del derecho internacional, la economía y la tecnología para colocar al oponente en una mala posición, y así evitar la necesidad de una acción militar directa.

UNA GUERRA SIN RESTRICCIONES
La creencia de que la competencia entre grandes potencias es un juego de suma cero inspira las decisiones de la élite política atlantista.
Según esta visión, los Estados Unidos y sus aliados en el viejo continente deben hacer todos los esfuerzos posibles para preservar la hegemonía estadounidense y occidental en un mundo cada vez más intolerante con los dictados de Washington.
Este desafío, considerado existencial, justifica a los ojos de la clase política occidental el uso de todos los medios, desde los militares hasta los económicos.
Si en el terreno militar hemos visto que la OTAN está dispuesta a arriesgarse a una peligrosa escalada con Moscú para "desangrar" a Rusia en Ucrania, la guerra total contra los "adversarios designados" de Occidente (Rusia y China, en primer lugar) no puede dejar de implicar también el ámbito económico.
La globalización es un sistema que está en debate y en crisis, basado en la explotación de la mano de obra y de las materias primas de los países más pobres que, sin embargo, también ha minimizado los costos de producción y ha dado trabajo a millones de personas.
En pocas palabras, históricamente se ha fundado en dos polos: China (y su zona de influencia), la llamada fábrica del mundo’, y los Estados Unidos, el centro del sistema financiero global y el mercado de consumo de último recurso. Con la sociedad “opulenta” como producto social.
Al verse en dificultades para competir en este sistema de su propia creación, los Estados Unidos han decidido desmantelarlo, en lugar de corregir sus desequilibrios. El único objetivo de la élite estadounidense es preservar la hegemonía de Washington. A cualquier costo.
Aunque las estructuras de la economía globalizada han demostrado estar mucho más arraigadas de lo que los estrategas de Washington tal vez habían imaginado, en sus planes la ofensiva económica que pretenden lanzar contra Moscú y Pekín estará destinada en última instancia a distorsionar la cara de la globalización tal como es. Esto está a la vista. Está en pleno desarrollo. Lo que aún no sabemos es cómo será el final.
“Está, en la propia génesis de la superpotencia en fase de retirada del liderazgo hegemónico global, el carácter de plutocracia con ambiciones de expansionismo territorial y mental. No se requiere de mucha inversión de tiempo y de esfuerzo intelectual para darse cuenta de esta afirmación apodíctica. Basta con recurrir a la simple manualística de la Historia de Norteamérica, para conocer y comprender que la mentada y referenciada internacionalmente ‘democracia estadounidense’ es la ‘democracia de los propietarios’ con un sello intrínseco y, a la vez, diferenciador respecto de otros pueblos de América”, según nos dice el artículo ‘Los Estados Unidos y su peor fase histórico existencial’.
De acuerdo con este análisis: “Esta organización sistémica de gestionarse y plantarse ante el mundo, generó, inexorablemente, un estadío histórico, mediante la oligopolización y la monopolización de circuitos financieros y económicos que coadyuvaron a la oligarquización del poder, manteniendo las formalidades de republicanismo, el que, durante gran parte de su historia, excluyó cívicamente a bloques sociales que no provenían de la civilización anglosajona”.
Recordemos que la palabra oligarquía, viene de "poco, escaso, reducido" y en la ciencia política es una forma de gobierno en la que el poder supremo está en manos de pocas personas, generalmente de la misma clase social. Los escritores políticos de la Antigua Grecia emplearon el término para designar la forma degenerada y negativa de aristocracia (etimológicamente, gobierno de los mejores).
Sigue el artículo de ‘Notas Bravas’: “Esta estructuración alcanzó niveles y magnitudes nunca antes vista a partir de la década de 1970 y no es por casualidad que, desde aproximadamente esa fecha, en todo el planeta Tierra se habla de cuán malos son los yanquis, se condenan moralmente sus crímenes y se alienta, fuerte y exitosamente, a la descolonización”.
“En este punto, es en el que nos encontramos dónde, por primera vez en su corta pero importantísima existencia, los Estados Unidos atraviesan, internamente, por una grave y definitoria guerra intra-elitista y una pulverización, irreversible, del genoma anglosajón en su tejido social”.
“En otros términos, el Estados Unidos que resulte de esta combinación de guerras (externa e interna) será diferente tanto del históricamente primigenio como del que, geopolíticamente, primara en las últimas cinco décadas. Y sorprenderá”.

No hay que olvidarse de que a cada chancho le llega su San Martín y que toda arrogancia imperialista es reducida, tarde o temprano, a la arcilla” (ver: https://noticiasbravas.com/sociedad/los-estados-unidos-y-su-peor-fase-historico-existencial).
Por último, nos consta que honestos y valientes patriotas estadounidenses, que son enfáticamente antimundialistas, militan por salvar y refundar, sobre mejores vías, a su amado país. Tarea hercúlea que puede llegar a su objetivo sólo si lo insertan dentro de un sistema multipolar del que sin duda son una parte muy importante.