Mirador político

El desafío de Larroque

El sábado en la quinta de San Vicente se reactivó la interna peronista con declaraciones del ministro bonaerense Andrés Larroque denunciando a quienes en su criterio “conspiran” contra el gobernador Axel Kicillof desde dentro del peronismo. El funcionario cuestionó a sus adversarios internos y a la desaparecida conducción partidaria que para él serían la misma cosa:  “¿Qué significa la conducción de Cristina? ¿Qué es la conducción de Cristina? ¿Que tres ñatos te manden un WhatsApp?”, afirmó; y agregó: “Yo no quiero esa conducción de Cristina, quiero la conducción con movimiento popular, cuadros auxiliares de conducción, mesas de discusión, con debate, con programa, con método y movilización”.

El desafío de Larroque (un desertor de la Cámpora) es en realidad un eco de las opiniones del gobernador Axel Kicillof que mantiene una disputa con la Cámpora y con Máximo Kirchner que se remonta a la campaña electoral. El año pasado el hijo de la ex presidenta quería que fuera candidato a presidente para que desapareciera de escena como ha desaparecido el derrotado Sergio Massa. Eso no ocurrió y hoy es gobernador de la principal provincia del país y la mayor cantera de votos peronistas. Ese es el contexto del desafío lanzado por Larroque.

En términos indirectos las palabras de Larroque también pueden ser entendidas como un reconocimiento. En principio, de que el gobierno de Javier Milei no se derrumbó ante el primer choque con la realidad económica y el duro ajuste fiscal en curso. Con el helicóptero desactivado por el momento el presidente representa un peligro que debe ser reconocido y conjurado. De lo contrario Kicillof tendrá un problema y el peronismo podrá ser cooptado desde el poder y empezar a disgregarse.

En ese punto es clave la conducción de Cristina Kirchner que según Larroque –y también según la realidad-- desapareció del escenario público para ser reemplazada por mensajes de sus operadores. Una vez más la teoría del “entorno” para que las críticas no golpeen directamente el liderazgo de quien era la jefa política del peronismo sin discusión hasta por lo menos el balotaje. En los hechos Cristina Kirchner no ha tenido otra estrategia que la de mantenerse al margen después de la derrota electoral.

A lo que hay que agregar que el libertario comenzó a dar señales de que busca acuerdos con el peronismo no K para lograr la aprobación, entre otras iniciativas, del pliego del juez Ariel Lijo en el Senado. Es menos ideológico de lo que parece y tiene las llaves del Tesoro Nacional. Una amenaza doble que se agranda porque respecto de Lijo Cristina Kirchner tiene también una deuda de silencio.

En términos generales la disputa en el seno del peronismo es una señal de que el principal partido opositor comenzó a dar señales vitales después de cinco meses de mostrar un encefalograma plano. También de que el liderazgo de CFK carece de futuro después de dos presidenciales perdidas por los candidatos que ella eligió. Los liderazgos personalistas son como los árboles más altos: a su sombra no crece nada grande.