CLAVES DE LA POLITICA

El dedo de Milei, de Davos a Olivos

Javier Milei viajó a Davos y dejó durante varios días a su gobierno en Argentina volando sin piloto. La vice, Victoria Villarruel, se disfrazó de árbol para no  aparecer en  ninguna foto durante los días en que ejerció el mando vicariamente: ya produjo suficiente ruido en la interna oficialista la nota que le dedicó el Financial Times (“Hay que seguirla de cerca. Está lista para cualquier cosa”) que ella compartió en redes sociales, así como la versión de que había mantenido encuentros políticos  discretos con Mauricio Macri.

La figura más relevante del gobierno que quedó en Buenos Aires fue el ministro de Interior, Guillermo Francos, cuyos esfuerzos por mantener abiertos los canales de diálogo con gobernadores, dirigentes opositores y gremialistas son reconocidos por unos y otros (aunque la mayoría de ellos los considere inconducentes, por la mínima porción de poder que el Presidente y el pequeño círculo que lo rodea derraman en su beneficio).     

Con el presidente asistieron al Foro Económico Mundial los integrantes inequívocos de ese entorno: su hermana Karina, secretaria general de la Presidencia, el jefe de gabinete, Nicolás Posse, y el ministro de Economía, Luis Caputo. Sin el visto bueno de ellos (en el orden enumerado) cualquier acuerdo se posterga, como lo han podido comprobar los interlocutores de Francos (o los del presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem). 

No hay plata, no hay tiempo. No hay fuerza.

Lógicamente, el tratamiento de las piezas legislativas que  el Ejecutivo envió a Extraordinarias (su DNU 70/23 y la llamada Ley ómnibus pergeñada por Federico Sturzenegger con ayuda de algunos estudios jurídicos) está muy demorado en relación con la ansiosa expectativa presidencial

Pero el viaje a Davos no estuvo exento de satisfacciones compensatorias. Milei y sus acompañantes se vieron allí con la directora general del FMI, Kristalyna Georgieva, y dieron una vuelta de tuerca más al acuerdo que ya había sido bendecido una semana antes por el staff técnico.  El gobierno confía en que el directorio del organismo  habilitará desembolsos por US$ 4.700 millones, una cifra que permitirá cumplir con los compromisos de pago argentinos al Fondo. Georgieva alentó ese optimismo: con Milei, escribió después del encuentro, “hablamos sobre los profundos desafíos económicos y sociales de Argentina y las medidas decisivas que se están tomando para reducir la inflación, promover el crecimiento liderado por el sector privado y utilizar el escaso dinero público para ayudar a las personas más vulnerables".

En rigor, la inflación de diciembre de 2023, aunque no llegó al 30 por ciento que habían pronosticado la mayoría de las consultoras, superó por muy poco el 25 por ciento. El gobierno había alentado, feliz, aquellos malos vaticinios: "Treinta por ciento es un numerazo, un logro fenomenal y hay que sacarlo a pasear en andas a Caputo", había aplaudido el Presidente  días antes de que el INDEC revelara la cifra precisa. Milei asegura que fue la gestión de su gobierno la que consiguió evitar un índice más terrible, que él  evalúa en 50 por ciento. Se sabe que el líder de los libertarios es adicto a las hipérboles.

La inflación de diciembre puede, con bastante plausibilidad, atribuirse a la gestión anterior: Milei recién asumió el 10 de ese mes y, aunque fue su gobierno el que, con la devaluación, dio piedra libre al “sinceramiento” de los precios, hay suficiente consenso profesional en atribuir el fenómeno  a la administración previa, a su “represión de las variables” o al llamado “plan platita”. Con ese marco interpretativo, al gobierno no le hubiera venido mal aquel “numerazo” de diciembre que Milei celebraba  para que porcentajes superiores al 20 en los meses posteriores (cuando cada vez sea menos digerible el “ah, pero Massa”)  puedan ser leídos como avances. Domingo Cavallo, que mantiene una mirada cordial hacia Milei, predice un 26 por ciento de inflación en enero, un 21 por ciento en febrero y un 19 en marzo. 

Tres meses parece el larguísimo plazo para una sociedad que ve deprimirse minuto a minuto sus ingresos. La incertidumbre se manifiesta también en el valor de los dólares financieros, que vuelven a alejarse del que tiene cotización oficial. La esperanza cierta en una grqn cosecha que empiece a exportarse en abril puede estar condicionada a una nueva devaluación si los productores observan que, nuevamente, la brecha entre el dólar oficial y los dólares financieros se ha ensanchado exageradamente.  Una nueva devaluación sería un renovado impulso a la inflación asfixiante.

Gente de teatro

Pero el encuentro con Georgieva no fue el mayor de los placeres que Davos le deparó al Presidente. El plato fuerte llegaría cuando le tocara hablar ante el gran público del Foro, empresarios y gerentes de alta vara global y el mismísimo Klaus Schwab, fundador de esos encuentros. Hay que tomar en cuenta que, así como Carlos Menem se daba sus gustos por el lado deportivo, jugando al fútbol o al básket con los equipos nacionales, Milei tiene debilidad por la actuación: emula a personajes de series en sus fotografías, hace no tantos años imitó (cantando y luciendo pañuelo en la cabeza) a Leonardo Favio, se hace retratar en los balcones de la Casa Rosada (aunque la Plaza esté desierta), ha practicado moderadamente el cosplaying. 

El discurso del Presidente en Davos, según testigos que lo recuerdan bien, habría sido la repetición de una vieja charla propia en los ciclos Ted. Lo importante para él, en este caso, era el público; un ambiente ajeno para él. Probablemente Milei  eligió el texto por el efecto espectacular que esperaba producir. Quizás tenía en mente la enorme repercusión que cuatro años atrás obtuvo en ese mismo escenario la niña sueca Greta Thurnberg maltratando a quienes la escuchaban (casi como ocurría en Buenos Aires  con el público que llenaba salas para reir sufridamente ante las afiladas bromas que le asestaba Enrique Pinti). "No quiero que tengas esperanza, quiero que entres en pánico"- había imprecado  la  suequita cosechando aclamación de los poderosos capitalistas que asisten a Davos. Hablaba con un discurso ambientalista.

Títeres sin cabeza

No fue el caso de Milei. Ni en relación con la temática ambientalista (por el contrario, el presidente argentino atacó esa agenda que “sostiene que los seres humanos dañamos el planeta y que debe ser protegido a toda costa”). Ni en relación con las aclamaciones. En un medio netamente amable con el Presidente –el diario La Nación-, su corresponsal en el Foro, Luisa Corradini, describió: “La mitad de las banquetas quedaron vacías. Milei se veía nervioso.  A medida que desarrollaba sus conceptos más radicales, se oían algunas risas. ¿De sorpresa, de incredulidad, de fascinación? Imposible decir”. Para el ministro de Economía, Luis Caputo, “el magnetismo que inspira Milei no lo he visto nunca”. Todo es según el cristal con que se mira. El corresponsal del diario El País, por su parte, señaló que “las caras empezaron a cambiar en la sala en cuanto Javier Milei empezó a hablar (…)Milei terminó como todos sus mítines, pero lejos de recibir la ovación que tiene en ellos, solo hubo un tímido aplauso”. 

Del otro lado, Alberto Benegas Lynch (h), considerado por Milei un patriarca del liberalismo argentino escribió en las redes: "Nunca antes en foro alguno en el mundo se ha escuchado una clase magistral de libertad de la envergadura que presentó hoy en Davos por el Presidente Milei. Un lujo que quedará en los anales de la historia universal y muy agradecido por la cita que hizo de mi persona". 

El show de Milei en Davos no dejó títere con cabeza. No sólo cuestionó al ambientalismo y la agenda feminista –dos estandartes del pensamiento correcto- sino al conjunto de las fuerzas políticas de Occidente. Podría haber exclamado a su público, como la joven Thurnberg en 2019, “quiero que tengas pánico”.  Porque les aseguró que "Occidente está en peligro; aquellos que supuestamente tienen que que defender los valores de Occidente se encuentran cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo y a la pobreza (…) “Todos. No hay diferencias sustantivas. Socialistas, conservadores, comunistas, fascistas, nazis, social-demócratas, centristas. Son todos iguales. Los enemigos son todos aquellos donde el Estado se adueña de los medios de producción. Motivados por el deseo bienpensante de querer ayudar al prójimo o pertenecer a una casta privilegiada, los principales líderes del mundo occidental han abandonado las ideas de la libertad por distintas versiones de lo que llamamos colectivismo”.  

La enumeración de Milei abarca a todos los que gobiernan o aspiran a gobernar en el mundo capitalista.  

Más allá del contenido de la lección que Milei quiso impartirles, es probable que, para cualquier observador externo, lo notable sea cierta característica  arrogancia argentina, exhibida por varios de sus últimos presidentes o presidentas, de aleccionar  al mundo, cualquiera sea la fórmula de la felicidad que profesen. Es posible que, sin distinguir  demasiado entre la fe de Milei y la de, digamos, Cristina Kirchner, subrayen el denominador común del dedo denunciante o inculcador.

De regreso

El dedo de Milei, en todo caso, voló de regreso a Buenos Aires con un presidente contento por la performance y, sobre todo, por la repercusión en redes (donde subrayó el elogio de Elon Musk, que no habría necesariamente vincular con su interés por l,os yacimientos argentinos de litio).

Aquí, en Argentina, se necesitaba el famoso dedo porque las  negociaciones que no iban a existir se han vuelto imprescindibles para avanzar en el Congreso con la Ley Ómnibus. Y la oposición más colaborativa necesita que alguien encienda operativamente la luz verde a los negociadores oficiales.

Milei está siempre tentado a la intransigencia (“no quiero deberle nada a nadie”), pero así las cosas se paralizan. Ya es imposible que haya ley antes del paro de la CGT, como él quería. Si quiere que el trámite avance va a tener que ceder a los amigables reclamos del bloque de gobernadores que rechaza el aumento de las retenciones (al vino, a los granos, a las economías regionales) y también a los patagónicos que custodian la propiedad y la renta de su subsuelo,  así como a la compensación por los recursos que cayeron al quitarse el impuesto a las ganancias a la cuarta categoría. También deberá atender a la fuerte presión de radicales, federales, lilitos, ex pro e independientes para encontrar una fórmula decorosamente presentable de movilidad de las jubilaciones. Todo indica que formará parte de esa negociación que no existe la postergación de reformas políticas (sobre las PASO, la boleta única, la uninominalidad) y, por cierto, las de las reformas de códigos. Y también la cesión sine die de atribuciones del Congreso al Ejecutivo. Sin olvidar los límites y cambios de modalidad a los planes de privatización de empresas.

Después de ofrecer conferencias académicas gratuitas a los ricachones de Davos, el Presidente parece forzado ahora a tomar clases de política práctica en el mercado interno. Es un rasgo de la convergencia. El mundo y la escena local están entrelazados.