LAS PANTALLAS Y SU ‘DEJA VU’ INDUCIDO

El cine que crea recuerdos

POR SOLANA INI

¿De verdad nos enamoramos como en las películas? Quizás accidentalmente responda a esa pregunta el nuevo film Anyone but You, dirigido por Will Gluck y protagonizada por Sydney Sweeney y Glen Powell, que intenta revivir al género de las comedias románticas basándose en la obra de William Shakespeare, Mucho ruido y pocas nueces. La película fue estrenada el 28 de enero en Latinoamérica.

Más allá de los aciertos y desaciertos de la comedia, es reconfortante que se haga el esfuerzo de volver a poner en pantalla grande a la comedia romántica en un mundo donde se fomenta constantemente el amor hacia uno mismo.

Si bien muchas de las escenas tienen similitudes con otras ya vistas en películas anteriores, lo que me ocurrió en un momento fue una especie de déjà vu, al mirar un plano idéntico al de la icónica escena romántica de Titanic. Aunque el guiño es adrede (los personajes mencionan la película y el deseo de reproducir la situación), el efecto que se logra es convertir una imagen nueva, en una ya conocida: una película reactiva el recuerdo de otra, así como nuestras experiencias reales intentan recrear una escena de ficción ya vista.

Ya en 1994, en Pulp Fiction, cuando Mia Wallace (Uma Thurman) y Vincent Vega (Travolta) bailan el twist, Quentin Tarantino contó que se basó en una coreografía de la cinta 8 y ½, un clásico del cine de Federico Fellini. Siempre se han hecho homenajes a otras películas, pero lo que vemos en Anyone but You es cómo este intento de recreación de escenas ya sucede en la vida cotidiana.

Es que las películas y series, al fin y al cabo, ocupan un lugar cada vez más importante en nuestra vida. Un 65% de la población argentina consume contenidos audiovisuales en plataformas (resultado de encuesta Nacional de Consumos Culturales, 2022), mientras que ese porcentaje alcanzaba el 41% en 2017.

Pasar momentos de ocio frente a una pantalla es cada vez más frecuente. Sería esperable que, al momento de crear o vivir una historia, algunas escenas de esa historia sean réplicas de otras historias (después de todo nuestra memoria contiene cada vez más imágenes provenientes de las pantallas). El exceso de exposición a las pantallas logra que una parte importante de las imágenes que conforman nuestros recuerdos, que décadas atrás pertenecían en su mayoría a nuestras propias vivencias, pertenezcan hoy al mundo de la ficción.

Algunas de nuestras vivencias intentan ser una copia de lo que vemos en pantalla, ese ejercicio de querer transformar lo visto en vivido, ya formaría parte de un nuevo hábito de conducta. ¿Las experiencias individuales se volverán entonces cada vez menos originales?