El caza purasangre

Una página de la Fuerza Aérea Argentina. En la foto del año 1965, se ve montado en un Sabre (“sable” en inglés) al entonces teniente Rubén Gustavo Zini quien luego, con el grado de vicecomodoro, fuera jefe del Primer Escuadrón de Skyhawk A4B y se cubriera de gloria con sus pilotos durante la Gesta de Malvinas.

El Sabre, último avión de caza puro, con sus alas en flecha, sus seis ametralladoras que nunca fallaban y mira móvil con radar telemétrico, había llegado a la Argentina, destinado a la IV Brigada Aérea de Mendoza, el 26 de setiembre de 1960.

Esta máquina había participado de la guerra de Corea, y su adquisición configuró un punto de inflexión en el adiestramiento de nuestros pilotos.

Comparado con el Mig-15 de fabricación soviética, el Sabre era considerado inferior en términos de la distancia que podía alcanzar. Aunque en materia de performance era considerado mejor avión por los expertos. El Mig-15 podía trepar a mayores altitudes que el Sabre, pero este era más veloz a una altura inferior. En las operaciones de combate sobre río Yalu en Corea, aunque no podían perseguir al enemigo a través de la frontera de China Comunista, los pilotos de Sabre superaron abrumadoramente a los Mig enemigos en cantidad de derribos. El Sabre era absolutamente dominante en la llamada “pelea de perros”.

Se fabricaron un total de 9860 máquinas. Entraron en servicio en 1949 y la última de ellas fue retirado por Bolivia en 1994.

SUPERSÓNICO

Fue el primer avión supersónico de la Fuerza Aérea Argentina y cruzaba la velocidad de sonido en configuración limpia, es decir sin tanques alares externos. Equipado con mira móvil, radar telémetrico y cine-ametralladora.

Tenía equipos de seguridad para el piloto, casco con visera de vuelo diurno, máscara de oxígeno y traje anti G para facilitar las maniobras de combate aéreo. Además, cabina climatizada y presurizada para el vuelo a gran altura. Fue el primer avión de dotación con asiento eyectable y equipo de supervivencia debajo del asiento.

El aporte quizás más importante con el ingreso del F-86 Sabre a la Fuerza Aérea Argentina, fue la incorporación de normas y procedimientos de seguridad y el nuevo adiestramiento operacional que permitió dar un salto cualitativo en la capacitación de todos los pilotos de combate, ya que luego esto se extendió a las otras unidades de caza.

Su emblema fue creado en Mendoza en 1961 por el personal del Grupo I de Cazabombaderos, reactivado con los Sabre, y ese diseño marcó un vuelco hacia la heráldica. El lema “Ad Maiora” y la simbología de sus cuatro campos -el combate aéreo, la velocidad del sonido, la sabiduría y la precisión en vuelo- fueron la síntesis de su misión renovadora en la instrucción y operación de los cazas. El emblema fue llevado por los pilotos en sus buzos de vuelo, acompañado por el pañuelo naranja al cuello y se lo pintó en los Sabre al costado izquierdo de la nariz.

En 1958, cuando los primeros pilotos argentinos fueron a la Base Aérea Williams, en Arizona, Estados Unidos, para lograr su habilitación, había allí un gran cartel con la silueta del Sabre que rezaba: “The last of the real Fighters” (“El último de los verdaderos Cazas”). Y, sin dudas, así lo sintieron los pilotos argentinos que tuvieron la oportunidad de volarlo y operarlo.

Los nobles y maniobreros Sabre, los de las violentas tijeras (maniobras defensivas por excelencia) y la granizada de proyectiles cubriendo el espacio, se quedaron sin participar de la Gesta de Malvinas. Su tiempo ya había pasado.