ENTREVISTA A CARLOS DIAZ, DIRECTOR GENERAL DE SIGLO XXI

El cansancio con la política también alcanza a los libros

La editorial, que a partir de este año trabajará como una sola empresa en la Argentina, México y España, insistirá con la publicación de obras de académicos o ex funcionarios que intervienen en debates públicos. No habrá cambios pese al poco entusiasmo de los lectores.

Con la fusión de las sedes de México, España y Argentina, la editorial Siglo XXI comienza una nueva etapa que tiene como director general al editor y sociólogo argentino Carlos Díaz, para quien la unificación permitirá potenciar el proyecto editorial en los tres países, con publicaciones que apuntarán a llegar al mismo tiempo a las librerías y en paralelo difundir a autores argentinos con distintos perfiles.

Díaz asume este papel después de haber estado 20 años como responsable de la filial local de Siglo XXI. Ahora destaca que con la unificación se van a beneficiar autores argentinos que ya publicaban en España o en México, algunos consagrados como Beatriz Sarlo o Diego Golombek y otros menos conocidos como Pablo Stefanoni, Melina Furman o Andrea Giunta.

"Lo bueno de tener autores de habla hispana es que los libros y los autores de libros importantes pueden circular de otra manera. Hoy es uno de los grandes problemas de los autores, que los publican en un país pero no circulan en el país vecino", indicó en conversación telefónica con la agencia Télam.

Sociólogo de formación y de familia ligada al universo editorial, Carlos Díaz es hijo de los historiadores María Esther Rapalo y Alberto Díaz, quien trabajó en la sede de Siglo XXI en la Argentina hasta 1976 cuando se tuvo que exiliar con su familia primero en Colombia y después en México, donde trabajó con Arnaldo Orfila Reynal, fundador del sello.

Siglo XXI fue creada en 1965 por Orfila para difundir la obra de cientos de intelectuales latinoamericanos que se comprometieron con el proyecto inicial. Luego se expandió con sedes en Argentina, Colombia y España.

Orfila Reynal (La Plata, 1897 - México, 1998) estuvo al frente de la editorial durante 35 años, y en ese período todas las sedes funcionaron de manera coordinada, pero con su muerte, Siglo XXI España diseñó su propio itinerario, y se alejó de la casa matriz. En 2010 los accionistas de Siglo XXI España vendieron su participación a la editorial Akal.

UNIFICACION

La reciente unificación de las tres sedes tuvo un primer capítulo hace dos años cuando los empresarios Hugo Sigman y Silvia Gold se convirtieron en accionistas mayoritarios de Siglo XXI México, que se equiparó a la filial de la Argentina. Pero la formalización del proyecto editorial Siglo XXI se concretó el 30 de mayo cuando se anunció que la editorial de México adquirió la totalidad de las acciones de la sede española.

Con un catálogo que incluye obras de Luis Alberto Romero, Beatriz Sarlo, Roland Barthes, Jacques Lacan, Michel Foucault, Eduardo Galeano, Carlos Nino o Andrea Giunta, la editorial inicia así una etapa en la que Díaz asume como director general. Acerca de ese desafío y de la situación de la industria editorial argentina habló en esta entrevista con Télam.

-¿Cuál es el principal reto a la hora de asumir la conducción de un grupo intercontinental? ¿Qué aporta la experiencia de la filial argentina a esta etapa?

-En la práctica es una buena noticia porque, por primera vez en la historia, Siglo XXI va a ser una. Hasta ahora éramos dos: México y Argentina que funcionábamos como el mismo proyecto editorial. Y después estaba España que funcionaba como una entidad totalmente autónoma. Compartíamos historia, logo, autores pero cada uno se manejaba por su cuenta y eso generaba problemas muy grandes, así que estamos resolviendo un tema que, para nosotros, es muy significativo. Pero también puertas afuera permite proyectar a la editorial hacia el futuro. En los últimos 30 años ha habido un proceso de concentración muy grande en el mundo de la edición. pero una de las cosas más notables es el tamaño de las grandes editoriales, los grandes grupos que existen hoy, básicamente Planeta y Penguin. Por debajo hay editoriales muy bonitas pero también muy pequeñas y las de tamaño mediano están en crisis. No quedaron muchas y menos con el perfil de editoriales como Siglo XXI. Las parecidas fueron compradas por los grandes grupos. Paidós, Ariel, Taurus, por nombrar algunas que hoy son la sombra de lo que fueron. Después hay otras que están en crisis o directamente cerraron. Entonces para Siglo XXI poder manejarnos como una única editorial y poder pisar fuerte en el mercado español nos da más músculo.

-Siglo XXI se caracteriza en la Argentina por intervenir en la conversación pública con libros de funcionarios, ex funcionarios, académicos, artistas. ¿Ocurre lo mismo en España o en México?

-Esa es una de las cosas más lindas que hemos hecho como editorial. Nos ha costado mucho trabajo y nos da mucho trabajo. No son proyectos que nos llegaron o que escribió alegremente alguno de nuestros autores, la mayoría son libros que hemos impulsado nosotros, que hemos acompañado en el proceso de escritura, en pensar los índices. Hay mucho involucramiento de parte de la editorial para que esos libros existan y nos parecen valiosísimos. Este no es un modelo que exista de la misma manera en Siglo XXI España ni en México. Sobre todo porque no es tan fácil que muchos de los académicos se avengan a escribir en un registro más de divulgación, a salirse del registro más académico al que están tan habituados y se permitan escribir con la mano un poco más suelta y exponer ideas, exponerse a la discusión, no les resulta siempre tan sencillo. Son libros que nos dan mucho trabajo y nuestra idea es replicar eso en México y en España.

-¿La idea es que los libros se publiquen al mismo tiempo en los tres países?

-Sí, tratamos. Las fronteras desaparecen, ya que si un libro sale reseñado en Babelia o en las redes sociales eso lo ve mucha gente, entonces tratamos de aprovechar y que los lanzamientos sean simultáneos. A veces por tema de calendario es más difícil de combinar y tenemos que adaptarnos. Porque en España julio y agosto son dos meses en los que no se publica nada, entran en período de vacaciones, mientras que para nosotros eso sería en enero y febrero. Pero en líneas generales tratamos de que los lanzamientos sean mundiales.

AÑO ELECTORAL

-¿Cómo impacta el año electoral en las lecturas o las ventas de un catálogo como el de Siglo XXI?

-A la sociedad argentina hace un tiempo que le interesa bastante poco leer libros de política. No solo de funcionarios o ex funcionarios. Nosotros no hacemos tanto libro de políticos sino tal vez de algún político con formación. Tratamos de pensar libros sobre la coyuntura política del país y que sintonicen con esos momentos pero una de las cosas que estamos notando con dolor es que hay poco interés, así como en otros momentos había mucha avidez por leer sobre política o historia argentina, ahora vemos que no. Si ven una lista de los libros más vendidos en Argentina, hay muy pocos de política. Muchos de autoayuda, de dietas. Salvo El nudo, de Carlos Pagni; Conocer a Perón, de Juan Manuel Abal Medina; Diario de una temporada en el quinto piso, de Juan Carlos Torre; o El arribista del poder, de Diego Genoud. En otras épocas había muchos más. Hay algo de hastío. Me parece que después de la pandemia no estamos haciendo grandes balances o dando grandes debates sobre lo que nos pasó. Nos subimos todos a la ruedita del hámster y estamos corriendo de nuevo como si nada hubiera pasado. El shock no nos sirvió para ponernos a pensar en profundidad hacia dónde estamos yendo.

-¿Ha logrado identificar el momento en el que empezó a consolidarse ese desinterés por las lecturas de libros políticos?

-Creo que desde la pandemia. El momento que recuerdo donde todavía había cierta avidez por esos libros fue hasta los primeros años del macrismo. Después una parte de la sociedad argentina se decepcionó mucho con el macrismo, luego hubo cierta ilusión con el Frente de Todos y fue fallida. Entonces encontramos que hay poco entusiasmo, pocos buenos argumentos para entusiasmarse con la política para mucha gente. No lo comparto pero mi sensación es que la gente está un poco cansada. Nosotros no cambiamos por más que cambie la coyuntura, seguimos con nuestra misma línea y tratamos de sintonizar y reflexionar sobre eso. Tratamos de pensar proyectos para interrogarnos porque al final somos parte de esta misma sociedad y nos interesa poder elaborar una reflexión sobre lo que nos está pasando y estamos viviendo. Vendamos más o menos vamos a seguir haciendo los mismos libros, no es que vamos a dedicarnos al esoterismo o a la autoayuda. Tenemos una línea y seguiremos recorriendo ese camino.

(c) Télam