DETRAS DE LAS NOTICIAS

El azar y la necesidad

Una crónica periodística es un relato de acontecimientos que han ocurrido, y al escribir ese relato el redactor tiende naturalmente a acomodarlos en una secuencia de causa y efecto, cosa que facilita la narración pero que no siempre resulta cierta porque a veces los acontecimientos se suceden simplemente porque sí, uno detrás de otro, sin que haya una relación necesaria entre ellos.

El biólogo, filósofo y ateo Jacques Monod, autor de El azar y la necesidad, rechazaba la idea de que hubiese un sentido previo a los hechos: “El destino, decía, se escribe simultáneamente con el acontecimiento, no antes de él…” Repasemos entonces los acontecimientos que rodean el fallo final de la Corte en el proceso seguido a la ex presidente Cristina Kirchner, y tratemos de descubrir el destino escrito en ellos. El ejercicio es importante porque probablemente nos afecte a todos.

La causa abierta contra Cristina por manejos corruptos en la concesión de obras públicas en la provincia de Santa Cruz contiene, según los enemigos de la ex presidente, abundantes elementos probatorios de su culpabilidad como organizadora del esquema; sus partidarios sostienen por el contrario que los fiscales no lograron en ningún momento establecer un vínculo de responsabilidad, ni siquiera de conocimiento, de la señora Kirchner respecto de los hechos denunciados.

Institucionalmente habrá que respetar el criterio de la Corte Suprema que no sólo ratificó la condena emitida por la cámara de origen, respaldada luego por la cámara de casación, sino que lo hizo por unanimidad y acompañando esa decisión con sus propios argumentos. Los tres jueces no suelen compartir el mismo punto de vista, y en algunos casos esas divergencias, filtradas a la prensa, les han servido para distinguir sus posiciones ante la opinión pública.

APLICACION INUSITADA

En esta causa, hay que reconocérselo, los magistrados trabajaron con aplicación inusitada para revisar el recurso de la defensa, y rechazarlo por defectuoso; la defensa consideró sin embargo que sus argumentos no fueron debidamente atendidos. De todos modos, la contracción al trabajo por parte de los supremos, su celeridad para formar un criterio, y la feliz unanimidad en la concepción y expresión de ese criterio son datos a tener en cuenta.

Desde el punto de vista de la encausada y condenada, llama la atención con pareja fuerza el hecho de que la ex presidente no haya buscado el amparo de los fueros, como lo hizo Carlos Menem, otro ex mandatario de su mismo signo político, quien falleció resguardado por su condición de senador respecto de varias causas abiertas en su contra y cuyo desenlace iba a serle seguramente adverso.

Esa negativa a ampararse en los fueros contra una sentencia que, como le dijo al tribunal, presumía escrita desde el comienzo, sonó como una alternativa a esa esperada declaración de inocencia que la señora Kirchner nunca se atrevió a expresar verbalmente. Cuando anunció que no iba a ser candidata en las elecciones de 2023, lo justificó diciendo que no quería empañar las posibilidades de su partido, sabiendo que la oposición se iba a ensañar con su condición de procesada.

El fallo de la Corte trajo consigo para el Gobierno una complicación inesperada. Generó, especialmente entre los más golpeados por una situación económica que no mejora, una oleada de simpatía hacia la ex presidente que trajo consigo, simétricamente, una oleada de antipatía del mismo calibre hacia el actual presidente, a quien se percibe sin mucha sutileza como el verdugo de Cristina: la justicia es parte del gobierno, y el gobierno es Milei.

Mientras las manifestaciones, acampes y cortes de rutas deplorando la detención de Cristina se sostienen en todo el país a lo largo de los días, tanto como las demostraciones de afecto frente a su casa en la capital federal, el Gobierno busca reducir los daños prometiendo a la ex presidente un trato “respetuoso” de su condición, y tratando de llamar a silencio a espadas sin cabeza como Patricia Bullrich o José Luis Espert.

Este escenario introduce para el Gobierno un serio escollo con vistas a las elecciones legislativas de octubre, y enciende señales ominosas respecto de la batalla decisiva en la provincia de Buenos Aires, donde el partido oficial no ha logrado todavía articular una relación constructiva con el PRO de Mauricio Macri, imprescindible para rozar alguna posibilidad de éxito, y donde el vínculo afectivo de los votantes con la señora de Kirchner es quizás más intenso que en ninguna parte.

MANO NEGRA

Algunos observadores suspicaces creyeron justamente advertir la mano de Macri en la veloz decisión del alto tribunal respecto de la causa por corrupción. Son conocidos los vínculos del ex presidente con ciertos miembros clave del Poder Judicial, oportunamente tejidos por el repatriado Fabián Rodríguez Simón, cuyas gestiones resultaron además decisivas en su momento para que dos de los tres miembros actuales de la corte llegaran a ocupar ese lugar.

Esos observadores presumen que el incordio de Cristina presa no fue sino uno de esos platos que suelen comerse fríos, preparado con sabiduría calabresa por el ex presidente Macri como respuesta a la escasa consideración con que retribuyó Milei su apoyo irrestricto desde el 2023, intentando en cambio robarle dirigentes al PRO, negándose a la posibilidad de una alianza política entre sus fuerzas, y desafiándolo en su bastión de la CABA.

Lo cierto es que la presión sobre la Corte para que acelerara su decisión fue más que evidente en los medios de prensa que sostienen a Macri (o son sostenidos por él, nunca se sabe), y en otros con posturas similares, como el atacado por manifestantes en la noche del fallo. Los observadores suspicaces creen que el elenco de interesados en la rapidez de la justicia incluye a conocidos patrocinantes de los episodios del 2001, no saben si con objetivos parecidos a los de entonces.

Como quiera que sea, lo cierto es que la Corte le devolvió a Cristina una centralidad en el universo justicialista que iba en declinación antes del fallo y era abiertamente desafiada. Esto lo advirtieron con claridad peronistas tan diferentes entre sí como Carlos Ruckauf -“Cristina perdió la libertad pero ganó la lapicera”- y Guillermo Moreno -“Va a tener una opinión excluyente: o la aceptás o te vas”-.

Esto obstruye cualquier intento alternativo de conducir ese universo, evita esa clase de sorpresas que tanto inquieta a los poderes establecidos. Convierte a todos los reunidos el jueves por la tarde en el Consejo Nacional del Partido Justicialista en dependientes de la lapicera empuñada en el piso de la calle San José. La foto divulgada de ese encuentro lo muestra a Sergio Massa en el centro, y es el único de la mesa de notables que sonríe.

¿A DREDE?

Observadores todavía más suspicaces que los ya citados, y con conocimiento del derecho, dicen que el recurso de la defensa ante la Corte parece redactado como para facilitar un rechazo que no exigiera demasiada elaboración y colocara a Cristina en el lugar donde se encuentra desde esta semana. Ni siquiera, sostienen, la ruta hacia la prometida apelación a la Corte Interamericana de Derechos Humanos quedó debidamente pavimentada en la presentación de los abogados.

Más allá del acierto de estas consideraciones, hay varias cuestiones para prestar atención respecto del futuro: primero, si Cristina se propone transcurrir la prisión domiciliaria en el Calafate, donde está su lugar en el mundo, o aquí donde se encuentran sus hijos, su nieta y sus intereses políticos; segundo, si las marchas de solidaridad declinan con el correr de los días o se intensifican como expresión de un creciente descontento social.

“Tenemos que canalizar la bronca de la manera más positiva que podamos”, dijo Máximo Kirchner al ingresar a la reunión del Consejo. “Hay que ver si nos mandan a dormir de vuelta, si nos vamos a dormir. Tenemos que tratar que la sociedad argentina tenga toda la información que necesite en sus manos porque esto viene muy mal y no le están contando, no le están diciendo que viene mal”.

Frase que conduce a la tercera cuestión a considerar: si alguien imagina, espera o promueve un papel de la ex presidente no igual pero sí parecido al de Eduardo Duhalde hace 24 años, cuando el peronismo echó leña al fuego del descontento social y corporativo ante una situación económica que se degradaba rápidamente, para obrar luego, una vez conseguidos los cambios deseados por los poderes establecidos, como eficaz restaurador del orden y la paz social. Y regresar al poder.

* Periodista. Editor de la página web gauchomalo.com.ar