El arte de despertar la carcajada

Fredy Villarreal habla sobre el desafío de hacer humor desde el error en ‘La función que sale mal’, obra que protagoniza en el Multiteatro. Reflexiona sobre los prejuicios hacia los comediantes y el exigente trabajo detrás de cada risa.

Con años de experiencia en televisión y teatro, Fredy Villarreal muestra una vez más su destreza para hacer reír en ‘La función que sale mal’, la obra inglesa que estrenó hace algunas semanas en el Multiteatro bajo la dirección de Manuel González Gil.

En esta comedia en la que la perfección reside en la imperfección, el humorista se pone en el doble papel de actor y mayordomo. Es que la historia, como bien lo anticipa su nombre, habla sobre un grupo de actores de la Sociedad de Teatro de Cornley que ponen todo su empeño en presentar un drama serio, ‘Asesinato en la Mansión Habbersham’, pero lo que realmente ocurre es que el caos se apodera de la escena y una serie de errores ponen a prueba a estos aspirantes de la actuación mientras se desata la risa en la platea.

La pieza, que Villarreal protagoniza junto a Diego Reinhold, Héctor Díaz, Dan Breitman, Victoria Almeida, Gonzalo Suárez, Maida Andreanacci y Federico Ottone, fue vista por más de dos millones de espectadores en todo el mundo. “Siempre fue muy efectivo el humor de aquel actor que está escondiendo la basura debajo de la alfombra y no se da cuenta de que el público sabe lo que está haciendo. Y esta obra es así y creo que es parte del éxito que tiene. También radica en que es humor inglés, y el humor inglés, tiene esa fama de ser sutil, fino, duro, oscuro y transgresor”, asegura el actor.

 

MIRADA CRITICA

-¿Qué le sedujo de la propuesta?

-Primero que es británica y yo soy un amante del humor británico. Veo en Inglaterra una usina de creatividad y de mirada a lo que nos rodea, sobre todo en el humor. Entonces eso ya era un viento de cola importante para tomar una decisión. Después el estilo que tiene, que se basa a partir de los errores, yo soy un amante de la prueba y el error porque mi vida es el resumen de los errores, así que esta es una obra en la que los errores están a la orden del día. Y, también, el elenco porque creo que los actores de comedia tienen que ser convocados para hacer comedia y para hacer drama también. Ahora, un actor de drama para hacer comedia no sé si es tan bueno, queda feo que lo diga, pero soy realista y la experiencia me avala. En mi manera de ver las cosas el comediante tiene que primero ser un actor dramático para llegar a ser un comediante, un actor dramático tiene que estudiar mucho para después ser comediante, es al revés y generalmente la crítica progre apunta a que el actor cómico, no es un verdadero actor.

-¿Sufrió ese prejuicio?

-Siempre. Por eso lo primero que me sale es decir esto. En Hollywood hay carteles en algunas productoras que dicen: “cuando tengan que buscar actores dramáticos, primero agoten la lista de los cómicos porque el que hace comedia es un verdadero actor dramático”. Charles Chapin hace una sopa con la plantilla de su zapato para combatir la hambruna, un verdadero drama de los Estados Unidos de aquella época y hacía humor. Un verdadero actor tiene que ser un actor dramático antes de ser cómico.

-¿Siente todavía esa mirada?

-A la larga el bien triunfa, en las películas es al final y en la vida es cuando nos estamos por morir. En mi carrera será que al final se van a ir dando cuenta de que yo siempre fui un actor dramático. Ahora hice una película con un papel dramático, un policial muy oscuro, que se llama ‘El beso de Judas’ y lo que más rescato es que no me costó tanto como sí hacer humor, sin menospreciar la interpretación dramática, pero sé que el humor es muy difícil y siempre recuerdo una cosa me decía un actor que admiro mucho: "Hay una verdura que te hace llorar y es la cebolla, pero no hay ninguna que haga reír". Con lo cual entendí siempre que hacer humor es más difícil.

-¿Es un poco la pesadilla de todos los actores que la función salga mal?

-Absolutamente. Es el karma de la actuación. Hay dos karmas que les tengo mucho respeto y los quiero tener lejos siempre: uno es olvidarse la letra y el otro es ver que la gente se para y se va porque la función es un bochorno. Y, eso es lo que pasa en esta obra.

-Usted es un actor que tiene mucho recorrido dentro del humor, ¿le pasó que en alguna función el chiste o el latiguillo que debía funcionar no genere risa?

-No, porque siempre trabajé en un humor que no estaba tan al borde de lo políticamente correcto, pero es mentira que hay humor que ya no hay que hacer más. Hay que seguir haciendo el humor que uno cree, por su consciencia y por su profesionalidad, más conveniente y que mejor le sale. Después habrá un público para eso, pero no se puede cercenar. El humor es una manifestación artística libre en la que cualquiera puede hacer lo que se le cante, después habrá consecuencias o no de acuerdo a lo que digas y cada uno sacará sus conclusiones.