‘Una película sin Julie’. Autoría y música: Fernando Albinarrate. Idea y actuación: Lucila Gandolfo. Coreografía: Verónica Pecollo. Vestuario, escenografía, iluminación y dirección: Julio Panno. Duración: 80 minutos. Los jueves a las 20 en el teatro Maipo.
Esta comedia dramática musical ha recorrido y seguirá recorriendo los teatros porteños y del mundo. El off, la sala mayor del Centro Cultural 25 de Mayo, Hasta Trilce y ahora el Maipo, desde donde se proyecta al Bay Street Theater, en Nueva York -su dueña es nada menos que la hija de Julie Andrews-. Además es posible que desembarque en Madrid y el West End de Londres.
Su autor, Fernando Albinarrate, tiene una sensibilidad particular y convierte sus creaciones en espectáculos exitosos como, por ejemplo, ‘Ni con perros ni con chicos’ (2016), donde rescataba la historia de amor entre los actores británicos, Charles Laugton y Elsa Lanchester, figuras legendarias del Hollywod de oro en blanco y negro.
En esa ocasión, Javier Daulte, su director, escribió en el programa de mano: “Nos dejamos distraer por los perros y por los chicos, impidiéndonos muchas veces ver lo esencial, y eso nos lleva a cometer errores con quienes en verdad nos quieren y le dan sentido en nuestras vidas”.
Algo de esa actitud remarcada por Daulte ocurre en esta tragicomedia unipersonal tan encantadora como aquella, que esta vez nos cuenta la historia de Catalina Lonely, una mujer común que incorpora a Julie Andrews como su amiga invisible desde la infancia. Albinarrate toma a la legendaria actriz y cantante como telón de fondo y vívidamente Lucila Gandolfo relata el momento de fascinación cuando la vio protagonizar en el cine, con solamente seis años, a ‘La novicia rebelde’. Es de suponer que la fascinación es compartida con los espectadores que pueblan las butacas del Maipo, con los que logra crear un clima de complicidad. Son pocos, suponemos, los que no han visto hasta el cansancio y sin cansarse la historia entrañable y romántica del Capitán von Trapp y María, la alegre y maternal institutriz de sus numerosos hijos.
TRANSFORMACION
Gandolfo encarna con enorme talento actoral a la niña, la adolescente y la mujer en diferentes momentos y etapas de su vida. Es sorprendente el cambio que logra la actriz cuando su personaje, después de una desilusión, toma distancia de Julie, de la música, del arte. La ingenua Catalina se transforma en una mujer agria, una profesora de ingles rutinaria, estricta. Gandolfo consigue hasta borrar el brillo de sus ojos celestes. Su mirada se vuelve opaca, tan opaca como la vida de su personaje.
El espectáculo cuenta con más de treinta melodías y canciones originales de compositores como Rodgers y Hammerstein, Lerner y Loewe, Sherman y Bernstein. Con voz envidiable, Gandolfo interpreta el repertorio de Julie Andrews. Van apareciendo según las necesidades de su personaje. Mientras la piensa y la imagina, canta, se disfraza, baila. Aparecen canciones de ‘Funny Girl’, de Judie Garland, de ‘West Side Story’, pero las elegidas, principalmente, son las de ‘La novicia rebelde’, ‘Mary Poppins’, ‘Víctor Victoria’ y la canción de Willy Wonka que resume en cierto modo a este espectáculo, ‘Pure imagination’. Una invitación a crear un mundo diferente a partir de uno mismo. “Si quieres ver el paraíso -dice la canción- basta con mirar a tu alrededor y verlo”. El arte como un refugio para soportar el dolor, la frustración, la soledad y tantas cosas más que nos ofrece la rutina cotidiana.
Más allá de estos temas, Albinarrate logra realizar un fresco de una época donde no existían redes sociales y era todo un desafío llamar por teléfono a una casa de familia para hacer una invitación, por ejemplo, para ir a una fiesta. La pieza pone al descubierto esas dificultades para vincularse con el sexo opuesto, la timidez, los momentos incómodos, el enamoramiento romántico y también la esperanza de bailar con la persona deseada y las frustraciones, las bromas pesadas que no se conocían como ahora bajo el nombre de bulling.
Si el trabajo de Albinarrate es destacado, perdido casi a oscuras con su piano, junto con la actuación y la voz encantadora de Lucila Gandolfo, plena de matices y timbre de singular belleza; la puesta de Julio Panno es muy inteligente. Un grupo de sillas, una mesa, dos bolsos y un paraguas mágico colgado del techo le bastan para crear varios mundos. Panno demuestra una gran versatilidad como director: simultáneamente está dirigiendo la frenética ‘Personas, lugares & cosas’, de Mac Millian, que está en las antípodas de esta puesta sencilla e intimista donde su trabajo se multiplica, se encarga del vestuario y de la iluminación, y lo hace muy bien.
El manejo de la luz es fundamental en los unipersonales. Sabemos que es un personaje más en todos los espectáculos, pero los aciertos se vislumbran aun más. Panno logra con la luz llevarnos a distintos momentos que vive la protagonista tanto en lo temporal como lo espacial.
EN ARMONIA
En síntesis: la música, la actuación y la dirección logran la armonía responsable de la conmoción. Al abandonar el teatro no se sale de la manera que se entró y ahí está la magia que provocan los artistas que, como escribiera María Elena Walsh, son “esos ilusionistas que hacen al mundo desaparecer”. No es solamente una línea poética ni una frase retórica, en ‘Una película sin Julie’ se produce ese milagro y por lo menos durante ochenta minutos lo logran.
Calificación: Excelente