“El amor y el humor van de la mano”

Martín Bossi debuta en el ‘streaming’ con el estreno del big show ‘Teoría de la involución’ en Prime Video. El 27 de diciembre desembarcará en Mar del Plata con ‘Bossi Live Comedy’.

La primera vez que le ofrecieron a Martín Bossi llevar su espectáculo a una plataforma de streaming dijo que no. “Me costaba entregar mi material porque una cosa es que te propongan hacer una película y otra que quieran tu contenido, tu visión del mundo. La verdad es que no me convencía”, dice Bossi del otro lado del teléfono. Sin embargo, con el correr de los días se dio cuenta de que la idea no estaba mal.

Estar en una plataforma le convenía. Así es como, después de varias negociaciones, no lo pensó más y desde este miércoles estará disponible ‘Teoría de la involución’, un big show de humor, música y parodias en Prime Video. “Es un placer y un honor tener un espectáculo en una plataforma y la posibilidad de llegar a un montón de países. Eso es lo importante para mí, y también que Prime haya confiado en nosotros. Hace mucho tiempo que veníamos negociando. A mí me cuesta, soy bastante reacio a las cuestiones que tienen que ver con lo audiovisual, pero la verdad es que tuvimos un montón de charlas, laburamos muy bien”, dice desde Miami, donde se encuentra de gira con ‘Bossi Live Comedy’. 

Con ese mismo espectáculo debutará en Mar del Plata el 27 de diciembre, pero antes llegará a Irlanda, Londres, Madrid y Barcelona, entre otras ciudades europeas.

EN CLAVE DE COMEDIA

-¿Qué nos puede contar sobre ‘Teoría de la involución’?
-Es un espectáculo que ellos vieron en el Astral y les gustó. Los showmans están casi extinguidos en Latinoamérica. Son esos tipos que cantan, bailan, imitan, hacen comicidad, partener con la gente, y tocan un instrumento. Yo soy uno de los sobrevivientes de esta categoría tan linda. Soy un amante de comunicarme con la gente, y Prime Video confió en mí e hicimos este show que habla sobre la teoría de la involución, que es como han involucionado las cosas a nivel cultural y social en el mundo, lo que es la pérdida de las melodías en las canciones, del amor en las series, el romanticismo. Todo esto planteado en forma de comedia. En estos tiempos de odio y de guerra en que estamos envueltos es un mensaje de amor y de unión.

-¿Qué lo llevó a decidirse y finalmente aceptar la propuesta?
-La evolución de los tiempos y la necesidad de llegar a otros lados. Las plataformas hoy son un medio para alcanzar muy rápido muchos espacios. Yo a veces subo contenido a mi Instagram que lo ven tres millones de personas; imaginate si te va bien en una plataforma. Es una cuestión de conveniencia. He tenido propuestas de otras plataformas pero elegí Prime porque las personas que se acercaron fueron muy cómodas conmigo. Estos lugares suelen ser muy fríos, empresas que no tienen mucho que ver con el arte, y la verdad es que han sido muy cálidos, muy familiares, hicimos un equipo que me hizo sentir en familia y eso hizo que me anime, porque si no me siento en familia no funciono.

-¿Es un desafío hacer un espectáculo que pueda ver gente de todo el mundo?
-Hace diez años, cuando fui a España, tuve que cambiar muchas cosas del show que estaba haciendo. El tema de la globalización, que a veces es tan odiosa, en este caso favorece porque no le tuve que cambiar ni una palabra ahora, porque hace que a todos nos pase lo mismo. Así que es un desafío, sí, porque es un show íntimo en el que hay un músico que toca la guitarra, el teclado y el saxo, y yo paradito con un esmoquin jugando con la gente, pero la verdad es que la globalización favorece al idioma en común.

EL RESPETO

-En los últimos años cambió la manera de hacer humor. ¿Usted cómo lo vive? ¿Tuvo que cambiar cosas o cuidarse más en lo que dice?
-No, yo toda la vida me tuve que cuidar. Tengo como un sensor de lo que es la sociedad, el límite del respeto; si me he equivocado alguna vez pedí perdón, pero no. La verdad es que yo no era un pibe que contaba chistes, y en todas las épocas existieron comentarios desafortunados según las reglas sociales. La oleada de pensamiento políticamente correcto existió siempre, aunque ahora está mucho más marcada. Va cambiando, y yo me voy adaptando, por supuesto, pero con mi humor y mi manera de ver el mundo. Gracias a Dios mi humor no tuvo que ser muy modificado por los cambios de paradigma porque siempre el respeto y el cuidado del otro fueron como una premisa para mí, desde que arranqué. Así que no tuve que hacer muchas maniobras. Al contrario, un mundo tan perverso y con tanta crisis creo que necesita que le hable al amor, así que a mí me viene bien. Soy un convencido de que el amor y el humor van de la mano.

-En este año de elecciones, ¿no le dieron ganas de volver a imitar políticos? ¿O lo ve como algo muy lejano en su carrera?
-En realidad, veo lejano imitar, ponerme una máscara a los casi 49. Respeto a los que lo hacen, es un arte hermoso, el arte de la mímesis como lo llamaba Aristóteles, pero me parece que es una etapa adolescente de mi vida, que la uso como un recuso más pero no como mi herramienta de laburo. Lo dejo para los chicos más jóvenes. Cuando yo tenía treinta años me entusiasmaba andar maquillándome y pareciéndome a todo lo que se me cruzaba. Es una etapa hermosa que la recuerdo con cariño, pero ya no. Y menos en un momento de tanto odio y división política me pondría a jugar con eso. No lo creo necesario. Estoy para otra cosa y los espectáculos que hacemos también.

-Cuando comenzó su carrera, ¿soñaba con todo lo que le fue pasando?
-Es medio loco; lo más común sería que dijera “no, no lo imaginé”. Pero la verdad es que sí, lo imaginé. Lo hice con los colores, los tonos y todo lo que me está sucediendo. Yo lo pude ver y soñar. Y cuando me sucede, me pone muy contento y digo “está bien”. Porque además soy una persona que me dedico 24 por 24 a esto. Entonces sería frustrante no haberlo logrado dedicándome absolutamente a esto, porque decidí no tener hijos, no tengo familia, y mi única responsabilidad es levantarme, ensayar como un loco y actuar. Por eso, cuando me pasan cosas buenas pienso que está bien, si no sucediera creería que soy de madera. Por ahí suena medio odioso, pero es como un poco lógico.