UNA MIRADA DIFERENTE
El abigeato de la Vaca Muerta
La verdadera oportunidad que brinda el fallo en contra por la estafa de YPF.
La orden de la jueza Preska del distrito sur de NY de entregar las acciones de la petrolera argentina al Fondo Burford, comprador del juicio de Petersen-Eskenazi contra el país parece haber logrado que la población tome nota del despojo de que fue víctima a partir del regalo de Néstor Kirchner que permitió a Repsol repatriar más que el capital invertido en la empresa que colaboró a vaciar para lo que cedió a cambio sin cobrar un centavo el 25% de sus acciones a Enrique Eskenazi, junto al control de la compañía.
La columna ya se ha expresado sobre el tema en varios medios, al igual que otros analistas, por lo que no repetirá aquí su alegato sobre el despojo en etapas sucesivas perpetrado por varios privados y el mismo estado nacional, con algunas complicidades adicionales.
Sólo se referirá a dos líneas de comunicación surgidas en los últimos dos días sobre el tema. Una es del kirchnerperonismo, que con su cadena nacional informal de troles, repetidores de consignas y zombis, está repitiendo con toda caradurez el concepto “defendamos la soberanía nacional sobre YPF” y similares.
Se trata de una grave ofensa a la inteligencia telúrica, de quienes justamente regalaron y rifaron la empresa emblemática argentina y la esquilmaron hasta ponerla de rodillas y probablemente hasta aniquilarla. Esa hipócrita línea comunicacional no merece más comentarios que los que pueda ofrecer algún penalista sacapresos o algún psiquiatra ampliamente versado en el DM5, que parece ser es el estatuto del movimiento que enarbola con tanta gallardía su máxima exponente convicta.
¿Justicia impoluta?
En cambio hay otra línea con mayor soporte técnico, que es la que ofrecen los analistas expertos en derecho norteamericano y en finanzas internacionales. En ambos casos, partiendo siempre de su creencia indeclinable de lo impoluto, justo e inapelable de los fallos de la justicia del distrito Sur de NY y en la pureza de conducta de los grandes fondos y bancos globales, que ha sido probada -para ellos – en tantas
ocasiones.
Su idea es que este fallo, suponiendo que fuera definitivo e inexorable, ofrece una gran oportunidad. Tal sería aceptar la cifra y la responsabilidad en el orden y monto determinado por la jueza Preska, y proceder a negociar y pagar con algún formato la sentencia.
Ese proceder, que tan bien le vendría a quienes invirtieron 15 millones de dólares para conseguir una renta fácil y sin riesgo, (que surge de litigar contra un estado especialista en perder juicios) de casi mil veces ese valor, más las acciones por el otro 25% de la petrolera que ya obtuvieron los bancos y Repsol por el préstamo a Eskenazi, que en teoría no ganará nada, serviría, según esa línea, para demostrar al sistema financiero internacional la buena voluntad pagadora del país, lo que redundaría en una mejora de la tasa de interés, o sea una baja del riesgo país por aumento de la confianza, lo que a su vez redundaría en ¡un aumento del endeudamiento!
Es obvio que el país debe hacerse cargo de sus acuerdos y de lo que firmó e hizo en su momento, de la cesión de jurisdicción y de todas sus consecuencias. Pero no se trata de una gran oportunidad, sino simplemente de una gran carga sobre los hombros de la población, no habrá que engañarse con las definiciones.
Una falacia sin atenuantes
Desde Perón en adelante, pasando por Onganía, Videla, Galtieri, Menem y otros, esa teoría de que firmar nuevos pagarés por las deudas contraídas de mil modos generaría más confianza crediticia no se ha corroborado en la práctica. Más bien se ha demostrado su falacia en todas las oportunidades. La supuesta anuencia del sistema financiero para conseguir más fondos a menos tasa se ha probado falsa. Una golosina para tentar a los niños.
En cambio sí hay una oportunidad de generar confianza. Sobre todo en la Justicia. O sea en la seguridad jurídica. Para ello, hay que crear una fiscalía que se ocupe expresamente del tema YPF y sacar la denuncia contra Eskenazi y el gobierno de los Kirchner que duerme en el juzgado del mimado presidencial Ariel Lijo, además de descartar toda idea de entronizarlo en la Corte.
Justamente resucitar ese juicio deliberadamente dormido, aunque más no fuera su activación, podría alterar las decisiones del juzgado del Distrito Sur de NY, al imputarse el origen mismo del litigio a una maniobra delictiva que está siendo dirimida en la justicia argentina y que también competiría a la justicia norteamericana.
Simultáneamente esa Fiscalía especial podría demandar a Repsol, las autoridades de YPF, Kicillof, el gobierno kirchnerista de tres períodos y hasta los diputados y senadores que aprobaron sucesivamente la venta a Eskenazi-Petersen, los giros de dividendos inapropiados y desproporcionados, el silencio ante el juicio en España contra Petersen-Eskenazi que generó el invento de Burford como protagonista del juicio, sin haberse hecho mención a las maniobras originales y su sospechado trámite.
La posterior expropiación antiestatutaria, las estúpidas bravatas públicas de Kicillof, que fueron tomadas en cuenta por Preska, como lo fueron sus afirmaciones posteriores que permiten considerar al Banco Central como alter ego del gobierno argentino, la apresurada negociación del pago desproporcionado a Repsol.
Paralelamente, habrá que analizar, calificar y publicar la tarea profesional y los costos de los estudios jurídicos utilizados por el país en el proceso y su tarea y omisiones.
Juicio delirante
Recién hecho eso, se puede empezar a negociar el pago de este juicio a todas luces delirante por cualquier estándar, más allá de lo que piensen los especialistas en conflictos internacionales. No hacerlo en ese orden implicaría convalidar procederes y procedimientos altamente sospechosos, dicho con toda generosidad.
De ese modo sí se estaría garantizando que el país se encuentra retomando un camino de seriedad jurídica y apego a la ley que sí es vital para empezar a generar la confianza que permitirá no sólo recuperar el crédito sino que también la inversión, que es más importante que el crédito. Mientras el juicio original por la cesión a Eskenazi siga durmiendo en el lecho de muerte de Lijo, será imposible convencer a nadie de la seriedad argentina, empezando por los mismos argentinos.
Y habrá que analizar con profesionales de primer nivel los pasos a seguir en el juicio de NY. Hasta ahora, muchas de las apelaciones y alegatos han servido para empeorar, demorar o licuar la fuerza de la posición del país, o para perder tiempo judicial. Esto, antes de apresurarse a decidir que todo está perdido y que hay que rendirse incondicionalmente. Hay derecho a suponer que no siempre se ha hecho lo mejor parael país, y que no siempre el Juzgado de NY ha contemplado los legítimos argumentos nacionales.
Esto incluye una reasignación del papel de la Procuración General, que aún tiene representantes kirchneristas que no deberían ser considerados como confiables sin un mejor análisis.
El propio presidente Milei debe ponerse directamente al frente de este tema central, sin intermediarios ni gestores, aunque no le guste, en ejercicio de su derecho y sobretodo de su obligación.
Recién ahí Argentina podrá alegar que ha retomado el camino de seriedad. Recién luego de esos pasos estará el país en condiciones de negociar el cumplimiento de la sentencia. Y el tema nunca abordado de un posible conveniente arreglo entre Repsol y el gobierno kirchnerista no debe ser pasado por alto. Toda sentencia debe guardar relación con la realidad económica.
Eso también rige para la Corte de la Jueza Preska. Y la desproporción entre los valores de la realidad y los determinados por el fallo no es normal. Para no decir que es sospechosa.