LA MIRADA GLOBAL

El Kremlin comete innumerables crímenes de guerra en Ucrania

Con el mundo como atónito testigo a través de las cámaras de televisión, las tropas de la Federación Rusa cometieron, cobardemente, toda suerte de crímenes de guerra al atacar teniendo a los civiles inocentes ucranianos como blanco. Muchas veces, esos civiles estaban totalmente indefensos. Y desprevenidos.

Por esto no sorprende, para nada, que el fiscal del Tribunal Penal Internacional, Karim Khan, haya ya anunciado públicamente que ha abierto una investigación especial, iniciada de inmediato, sobre lo ocurrido en Ucrania. Porque existe, sostiene, “una base razonable” para creer que han sido cometidos crímenes de lesa humanidad..

El presidente ruso, Valdimir Putin, y su canciller, Sergei Lavrov, corren ambos ahora el  riesgo cierto de tener que comparecer personalmente, en algún momento, y desde el propio banquillo de los acusados, ante el mencionado tribunal, para desde allí responder por los gravísimos crímenes de guerra cometidos durante la larga agresión a Ucrania, desde noviembre del 2013.

Desde que actuara el tribunal de Nuremberg, al fin de la Segunda Guerra Mundial, se entiende por “crimen de guerra”  cualquier violación de las leyes y costumbres propias de los conflictos armados. Ellos han sido codificados por las Convenciones de La Haya de 1899 y 1907, así como por las Convenciones de Ginebra de 1949 y sus Protocolos adicionales de 1977. También deben tenerse en cuenta lo establecido al respecto por el Estatuto de Roma, en su artículo 8, en vigencia desde el año 2002, cuando se creara el Tribunal Penal Internacional.

Dirigir intencionalmente los ataques contra las poblaciones civiles es uno de los crímenes más graves, hoy precisamente definidos. Siempre en el ámbito de los conflictos armados. Pero también fuera de ellos.

Entre ellos está ciertamente el genocidio, que supone la intención de destruir a un grupo determinado, sea étnico, racial o religioso. En este caso, a los civiles ucranianos, obviamente. Que están, en conjunto, sufriendo un ataque sistemático y generalizado, materializado por el realmente bárbaro embate militar ruso, con la intención declarada de destruirlos. Por esto podemos estar efectivamente frente un lamentable genocidio.

El genos, entonces, sería el pueblo ucraniano, en su conjunto, al que sádicamente, ahora se intenta destruir.

Se trata de un crimen de enorme gravedad, como son también la esclavitud, la prostitución forzada y el apartheid que fuera, hasta no hace mucho, cometido en Sud África.

El fiscal del Tribunal Penal Internacional no ha precisado por el momento la naturaleza específica de los crímenes de lesa humanidad cometidos por Rusia en Ucrania, que está investigando. No obstante lo cual, el Primer Ministro británico, Boris Johnson, ha sido muy preciso al acusar a las autoridades rusas de ser “culpables de crímenes de guerra”. La misma denuncia ha formulado, con toda razón, el corajudo presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. Para el premier británico la conducta de Vladimir Putin es similar a la en su momento desarrollada por el ex presidente Yugoeslavo Zlobodan Milosevic, que –recordemos- muriera en prisión antes que culminara el proceso por genocidio y crímenes de guerra que oportunamente se le iniciara.

Un segundo crimen de guerra puede haber sido cometido en Ucrania durante el bombardeo, por parte de la artillería rusa, de una central nuclear ucraniana. Ocurre que hacerlo intencionalmente, como acaba de suceder, supone cometer también un crimen de guerra. La diplomacia norteamericana ya lo ha puntualizado y anuncia que ha estado reuniendo todas las pruebas necesarias para, en su momento, poder denunciar judicialmente ese horrible crimen.

Lo cierto es que las fuerzas militares rusas ya han generado varios centenares de crímenes contra civiles inocentes que han muerto asesinados o han sido malheridos.

A todo lo anterior se agrega el hecho de haberse comprobado la utilización de bombas y explosivos que generan explosiones múltiples y que están específicamente prohibidas por el derecho de la guerra. Human Rights Watch trabaja activamente en esta cuestión, que tiene que ver con armas prohibidas por la Convención de Oslo de 2008 que la Federación Rusa no ha suscripto. Este tipo de armas puede incluso explotar, generando muertos y heridos, un tiempo después de haber sido utilizadas. Por eso se las ha calificado de “asesinos silenciosos”.

La Federación Rusa ha cometido asimismo notoriamente el crimen de “agresión” al utilizar la fuerza armada para lastimar la soberanía, violar la integridad territorial y desconocer la independencia de Ucrania, país miembro de las Naciones Unidas al que –increíblemente- pretende no reconocer como tal.

Lo cierto es que Rusia no firmó el Estatuto de Roma y que Ucrania, que sí lo suscribió, aún no lo ha ratificado.

Los crímenes de guerra son violaciones graves al derecho internacional humanitario y conllevan la responsabilidad personal de todos aquellos envueltos en su concreción. Son, por lo demás, delitos gravísimos e imprescriptibles.

Los responsables de los crímenes de guerra pueden ser condenados a prisión, incluyendo a perpetuidad. Además, pueden tener que reparar los daños materiales cometidos y sufrir la confiscación de los bienes o dineros derivados de sus crímenes.

La prisión de los criminales de guerra se cumple en cualquier Estado designado por el Tribunal Penal Internacional, entre aquellos que han específicamente comunicado al Tribunal su disposición para encarcelar a quienes hayan sido condenados por el mismo.

El Tribunal Penal Internacional está también habilitado –cabe agregar- para dictar condenas económicas y/o de reparación, incluyendo la imposición de las indemnizaciones que pudieran corresponder, teniendo en cuenta el monto de los perjuicios que pudieran haberse producido, así como de las pérdidas que las víctimas pudieran haber sufrido.

Nada de lo antedicho puede tenerse por desconocido. La Federación Rusa lo sabe bien y deberá obviamente enfrentar las consecuencias de su cobarde agresión a la población civil de Ucrania.