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El ‘Gran Hermano’ ideológico y las drogas

“Instaurar un sistema totalitario implica promocionar el odio al enemigo del momento y promover la mediocridad”. (George Orwell)

La realidad de la clínica contrasta con el relato ideológico que parece reinar. Jóvenes dañados por un consumo que comienza a los 11 años, familias desesperadas que buscan ayuda, adultos liquidados en sus estructuras cerebrales y con daños metabólicos graves (diabetes, por ejemplo) con un consumo pertinaz y con deudas millonarias por deudas a los dealers.
El pensamiento políticamente correcto se opone a expresar esta realidad mientras muchos vagan por las calles como ‘zombies’ buscando una limosna para poder consumir porque la abstinencia los consume. Así recibimos a muchos pacientes.
Las claves para comprender el imperio de la corrección política se pueden encontrar perfectamente en George Orwell en su maravillosa obra ‘1984’ que parece ser una pintura de lo actual. Nos muestra la tentación totalitaria que, como sombra, nos persigue y nos lleva a sustituir la realidad en aras de un relato ideológico en donde debemos pensar que “2 mas dos es igual a cinco” sin inmutarnos.
Así, las drogas se banalizan en su uso y se niegan el daño a la salud individual y pública que generan, aunque los servicios de atención están repletos de pacientes y muchos de ellos basan sin atención ni prevención.
La prevención primaria (desde los primeros años) y la detección precoz valen para todo menos para el consumo de drogas. Valen para el cáncer de mama, de próstata, la hipertensión, etc, pero hasta ahí.
Así, los números de consumo año a año aumentan y en los registros oficiales del Censo Nacional (habitualmente con subregistros porque la población habitualmente oculta datos en este tema) reconoce un 66 por ciento de consumo de alcohol; un 27 por ciento de tabaco; un 31,3 por ciento de tranquilizantes; un 5,5 ´por ciento de cocaína y 5 por ciento de marihuana; marihuana y alcohol, 60,8 por ciento de la población.
El imperio de la corrección politica y la cancelación se notan claramente desde el pensamiento de Orwell. De esto no se habla, salvo cuando exista un hecho trágico ligado al consumo: choques, violencias, muertes de personajes conocidos, etc. Así, parece ser en el tema drogas y alcohol.
Así, se instaura la mentira institucionalizada al decir de Orwell. El totalitarismo del pensamiento genera un mundo invertido paralelo en donde el cambio del sentido común es clave como dice Gramsci (filósofo marxista).
Mientras el gran G. Marcel dice que la sabiduría es solo “sentido común” en su obra ‘La decadencia de la sabiduría’. Del otro lado del mostrador nos insisten que la verdadera revolución es lograr cambiar en la mente del pueblo el sentido común.
Todas estas estadísticas muestran un aspecto de la realidad, ya que están unidas a un imperio del narcomenudeo en los barrios con mano de obra esclava que hacen fila para entrar a repartir lo que el negocio de la droga ofrece.
Son los menores sueltos y abandonados de una sociedad desfamiliarizada que produce en masa esclavos en busca de un amo que los domina y los dirige a falta de un padre o con una familia monoparental muy disfuncional.
Hoy hay nueve mil chicos que buscan ser adoptados en familias y solo 1874 que los quieren adoptar. En Argentina el 60 por ciento de los chicos son pobres. El 40 por ciento de la población también es pobres y hay 5 millones de indigentes con un proceso grave de desfamiliarización.
La infantilización de la pobreza nos muestra que los menores son más pobres que el resto de la población. Los adolescentes son los más vulnerables junto a niños de hogares monoparentales. Incluso hay niños no registrados, sin documentos; “son nadies entre los nadies”. ¿Qué es un padre?¿Qué es una madre?
Datos del primer semestre de 2023 muestran que el 57 por cientp de los niños de 0 a 17 años de nuestro país son pobres, o sea casi 7 millones y medio. El 14,3 por ciento vive en pobreza extrema (1,8 millones) que no cuentan con recursos suficientes para acceder a una alimentación básica. La pobreza infantil alcanzó su punto máximo en la segunda parte del 2020 con un 58 por ciento. Todos estos datos surgen del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
La pobreza crece a medida que crecen los niños. Entre los 0 y 3 años, el porcentaje de niños que viven en pobreza extrema es del 10,4 por ciento; se eleva al 12,5 por ciento entre los 4 y 9 años; y luego aumenta al 15 por ciento entre los 10 y 17 años.
La monoparentalidad está comprobado: es una vulnerabilidad muy importante. La figura del padre luce ausente, desconocida, adicta, abandonador, rechazante; o sea una sociedad sin función paterna transmisora. También hay madres que venden drogas con sus hijos (empresa familiar que los sucumbe en la marginalidad y la enfermedad). Hoy tener una familia y máxime ampliada (con abuelos y tíos presentes) es un indicador de salida de la pobreza. La solidaridad de la familia es clave.

EL NARCO-MARKETING
Sobre esta estructura de desvalimiento y de intemperie afectiva e incluso alimenticia se monta un narco-marketing de banalización de los daños que sirve a la vez para zurcir daños y traumas, pero solo anestesiándolos por un breve tiempo mientras crece el resentimiento y se van así configurando personalidades antisociales y con daños cerebrales por el consumo precoz.
Este narco-marketing tiene una financiación de un Estado supranacional productor de drogas en América latina cada vez más fuerte que transforma a los Estados nacionales en meras marionetas.
Este consumo precoz daña porque el cerebro esta inmaduro para resistir el embate de los daños que genera el proceso adictivo (pensemos que la maduración recién termina a los 25 años) y además no hay reserva cognitiva.
La reserva cognitiva es nuestra salvación en la vida: educación, escuela, valores familiares y sociales, lectura, deporte, amor y ternura familiar. El cerebro para configurarse necesita de Letras y Amor. Esto constituye una reserva cognitiva para superar traumas tóxicos y psíquicos.

MENTIRAS INSTITUCIONALIZADAS
Se va creando una neolengua diría Orwell en donde la cancelación de muchas palabras es fundamental: daños causados por las drogas, prevención, política antinstitucional asistencial, libertad para consumir que no lleva a la esclavitud, etc. Los grupos que salgan de esta neolengua deben ser cancelados y son considerados disidentes. Surgirá la policía del lenguaje. No se podrá expresar las propias ideas porque esto lo lleva a la disidencia. La destrucción de la posibilidad de pensar está ahí.
Nuevos textos se agregan a la pobre y deficitaria formación escolar porque habrá que “reescribir la historia”. Surge un “Gran Hermano” ideológico que todo lo controla. ¿Para que leer a los clásicos como Shakespeare, Cervantes?
Adoctrinar es la clave. Las palabras familia, hijos, papel sagrado la niñez, el nacimiento tienen menos valor que la promoción del aborto, etc. Surgira así un sistema de corrección politica que genera desde el Gran Hermano ideológico una vigilancia permanente.
No importan los datos de la pandemia de consumo ni las consecuencias a la salud publica, ya que se crea la interiorización de la coacción ideológica con la institucionalización de la mentira y el imperio del pensamiento políticamente correcto.