Pese a sufrir seis inundaciones y 25 años de abandono, un reciente proceso de restauración está poniendo valor su atractivo acervo

El Complejo Museográfico de Luján cumple 100 años

Con una colección de 90 mil objetos, es el recinto más importante de su tipo en Latinoamérica. En octubre próximo se prevé que todas sus secciones estén abiertas al público.

A escasos metros de la Basílica de Luján se encuentra un tesoro histórico y arquitectónico que pasa muchas veces desapercibido. Se trata de un conjunto de antiguos edificios que albergan una de las colecciones más grandes de objetos del patrimonio nacional.

Fundado en 1923, el Complejo Museográfico Enrique Udaondo consta de cuatro grandes secciones, cada una de una hectárea, que remiten a distintos períodos y temáticas de la historia argentina.

La primera está conformada por el Museo Colonial e Histórico, el Cabildo y la Casa del Virrey. La segunda sección es el Museo de Transporte, que hoy se encuentra en refacción, mientras que la tercera se centra en exponer una importante colección de automóviles, como el Papamóvil que utilizó Juan Pablo II durante su visita a la Argentina. La última parte, denominada Casa de Pepa Galarza -en honor a su última habitante-, es una construcción que data de 1760 siendo la única vivienda colonial que se preserva en buenas condiciones en la ciudad.

Con seis inundaciones y 25 años de abandono, algunas secciones del complejo se encuentran actualmente en un proceso de restauración. La meta principal, aseguran, es poner en valor la totalidad de las instalaciones para el próximo 12 de octubre, cuando se cumplan los 100 años de su fundación.

La colección comenzada por Enrique Udaondo, primer director del Complejo -desde 1923 hasta su muerte en 1962-, cuenta con más de 90 mil piezas. Este entusiasta historiador e investigador argentino consiguió con paciencia y tesón juntar elementos únicos que distribuyó de manera didáctica para enseñar y recrear el pasado histórico del país.

“Lo interesante de la historia de Udaondo es que no ha dejado un legado a sus familiares, sino que ha donó objetos para la cultura. Tenemos que entender que para esa época cuando él comienza a coleccionar la imagen de la nación empiezan a ser muy profunda y se inicia un proceso de nacionalización tanto en las escuelas como en las distintas instituciones del Estado. Entonces, se impulsa muchísimo lo que es la cultura y, también, dentro de los museos una comunidad imaginada que es la Nación”, explicó a La Prensa Elías Sosa, guía de turismo. El, junto a cuatro compañeros, tiene la responsabilidad de contar la historia contenida en estas paredes. Así de miércoles a viernes el complejo se llena de alumnos de etapa inicial hasta del secundario que llegan a descubrir a través de los objetos expuestos la historia de la nación. Durante el fin de semana también se abren otras secciones para el público en general.

RECORRIDOS GUIADOS

En tanto, por un bono contribución, el turista podrá acceder a una visita guiada por las instalaciones, algo muy necesario dado la extensión de la colección expuesta.

En las salas situadas dentro del antiguo Cabildo de Luján el piso permanece original mientras que los mosaicos que rodean algunas ventanas se mantienen con el estilo de la época colonial. En las paredes se encuentran expuestas mayólicas coloreadas, una decoración de cerámica sobre loza, que junto a acuarelas y oleos de diversos artistas reconstruyen escenas del pasado en base a fuentes documentales y otros retratos. Se destacan las obras de Francisco Fortuny, amigo de Enrique Udaondo, y del propio directivo que con sus pinceladas representaron eventos desarrollados en la plaza central de Luján, que funcionaba como un espacio de sociabilidad. Un dato extraído de esas paredes es la realización de corridas de toros que se desarrollaron allí para celebrar un acontecimiento extraordinario o para conmemorar el día de la Virgen.

En un punto del recorrido se encuentra una sala que recuerda a Juan de Lezica y Torrezuri, quien en agradecimiento a la Virgen, impulsó la creación de Villa Luján para lo cual fue necesario construir una iglesia y un cabildo. Una figura de Nuestra Señora de Luján en plata martillada y cincelada de 1830 realizada por el orfebre Candido Silva permite visualizar la ornamentación que prevalecía en aquella época. También se destaca el poncho original del sacerdote José María Salvaire, principal impulsor de construir allí un gran templo en honor a la Virgen que reemplazaría a la capilla original.

 MIGUELITOS DE HIERRO

Otra sala que se destaca es la que se refiere a las invasiones inglesas y al Virreinato del Río de la Plata. Espadas, espadines, abrojos o miguelitos de hierro y hasta el bastón del Tambor Mayor del Regimiento 71 de Escocia, que sólo fue derrotado en Buenos Aires, son algunos de los objetos que allí se exponen.

Las piezas textiles exhibidas en las vitrinas permiten, como algo único en un recorrido, visualizar las dimensiones físicas de algunos grandes personajes de la historia. Un chaleco que perteneció a Manuel Belgrano lo muestra con una figura delgada mientras que una voluminosa casaca perteneciente al virrey Sobremonte demuestra la buena vida de la nobleza local.

 CRIMEN Y PRIVILEGIOS

En el Cabildo, el patio colonial, que data de 1756, recuerda que en esa locación se aplicaba la Justicia y que allí también funcionó, hasta 1821, la cárcel local. Dentro de las salas del edificio los retratos en las paredes permiten visualizar cómo funcionaban los calabozos, donde los castigos y el escarmiento era la ley que imperaba. Cabe destacar que los reos comunes solían ser torturados y convivían en condiciones inhumanas mientras que los prisioneros políticos o militares gozaban de ciertos privilegios y eran alojados en otras habitaciones.

Por su cercanía a Buenos Aires, la entonces Villa de Luján recibió, en calidad de presos, a varias personalidades de la historia argentina quienes fueron alojados en ese edificio. En 1806 hospedó a William Carr Beresford y Dennis Pack, luego de su fallida invasión. Después de la batalla de Vilcapugio y Ayohuma, en 1814, Manuel Belgrano fue procesado y detenido en una casa vecina. También pasaron brevemente por ahí Cornelio Saavedra, Gervasio Posadas y el obispo Rodrigo de Orellana. José María Paz, entre 1835 y 1837, estuvo alojado en lo alto del edificio junto a su esposa y tres de sus hijos. Mientras que, en 1874, luego de ser derrotado en La Verde, Bartolomé Mitre fue traído prisionero junto a Benito Machado y Nicolás Ocampo.

DESPERTAR POLÍTICO

Rechazados los sucesivos intentos de invasión por parte de la corona inglesa, Buenos Aires surgía con un gran prestigio de la contienda. Simultáneamente crecía la militarización de la sociedad y la politización de los sectores populares.

En la sección sobre la Revolución de Mayo se encuentra expuesto un grabado donde es visible las distintas influencias en la vestimenta. El estilo español, característico por el uso de la mantilla, empieza a mezclarse con la vestimenta mucho más caída proveniente de la influencia cultural francesa, hija de la revolución de 1789, donde iban a estar los legados de libertad, igualdad y fraternidad.

En el medio de la sala, una escultura de bronce fundido de Napoleón Bonaparte recuerda el inicio de la caída del imperio español que derivó en el Cabildo abierto. El preludio de la Revolución de Mayo está plasmado en un óleo sobre tela de Rafael del Villar que retrata los sucesos del 22 de mayo de 1810. El artista permite visualizar las tensiones políticas existentes, pero también las futuras surgidas por las posiciones enfrentadas entre Cornelio Saavedra y Mariano Moreno.

El despertar político dio inició a un cambio transcendental en todos los aspectos de la vida social local. Se hicieron comunes las tertulias, que eran espacios de encuentro para la élite, donde fluían las nuevas ideas.

La platería resguardada dentro de las vitrinas señala el estrato más alto de la sociedad de la Villa Luján, lo que también permite ver el fluido contacto que existía entre los criollos con el Alto Perú.

 LIBERTAD

Entre los objetos expuestos también se destacan las representaciones vinculadas con la Marina, un aspecto histórico que queda un poco excluido a la hora de pensar el proceso revolucionario y la creación de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Un juego de damas del Almirante Brown junto a varias libretas de marfil tallado y una cuchara de plata labrada marcan los hallazgos de la época revolucionaria.

Otras piezas patrimoniales que se destacan son algunos objetos personales de San Martín, como el primer grabado impreso que se le conoce al Libertador en suelo argentino y que lo realizó Manuel Núñez de Ibarra en 1818. También se expone un pesacartas y un relicario de plata que cuenta, de un lado, con la imagen de Nuestra Señora de Lujan y del otro, un mechón de cabellos de su esposa Remedios de Escalada.

GAUCHO

Hablar de Luján sin mencionar su tradición gauchesca sería omitir un aspecto central de su historia. Nacido del mestizaje entre el español y el indio, el gaucho fue el hombre de campaña, el paisano y el peón de campo que trabajaba a cuenta de los dueños de las tierras y ganados.

Si no podía demostrar su condición de peón se lo consideraba vago y, entonces, era reclutado para luchar contra el indio en los fortines. El desarrollo agropecuario y la modernización del campo cambiaron las circunstancias del gaucho que terminó transformándose en un peón ganadero.

En varios grabados se puede observar que no todo era trabajo en el campo. Había tiempo para el ocio y era muy populares las carreras cuadreras, la corrida del pato o la de sortija. En las pulperías, los juegos de cartas y las riñas de gallos eran los ámbitos de encuentro para los hombres. Es interesante comparar la vestimenta que usaban por aquella época que dista de la que hoy se los representa. Así, el chiripá, que eran tipos de pantalones calzoncillos, el poncho de cuero y vicuña y el uso de fajas con tirador y pañuelos eran los atuendos cotidianos con los que se movilizaban.

MUSEOS

Más allá del Cabildo, vale la pena visitar el espacio donde funcionó el Real Estanco de Tabaco y Naipes, un sistema de aduanas para el comercio español, ubicado a un costado.

En uno de los salones se muestran objetos de Juan Manuel de Rosas, como un carruaje original en que el color rojo se encuentra en cada detalle de su estructura. También se exhiben alhajas de Manuelita.

Por otra parte, en el área dedicada al Museo Automóvil se ven autos presidenciales de otras épocas como el de Perón y un vehículo donado por Henry Ford II a Arturo Frondizi durante su mandato. También se exhibe un Rambler, el majestuoso auto nacional fabricado por Industrias Kaiser Argentina (IKA) que fuera elegido por los presidentes durante casi dos décadas y que supo ser el auto más lujoso de Argentina.

En tanto, la sección dedicada al Museo del Transporte, que se encuentra momentáneamente cerrada para su puesta en valor, cuenta con la locomotora La Porteña y el Plus Ultra, el primer hidroavión en cruzar el océano Atlántico.

El complejo se encuentra en la calle Lezica y Torrezuri 917. Abre los jueves y viernes de 11 a 17 y sábados, domingos y feriados, de 11 a 18.