Con Perdón de la Palabra

El Club Evaristo (Parte XXII): el caso del general Ivanovski

El destino final de los cuatro gatitos alumbrados por Gatica pasó a ser un problema para Avelino. Que, naturalmente, bien lo pudo resolver de manera cruenta, pero no era tan desalmado como para proceder así. Aunque tampoco estaba dispuesto a que el Asturias se convirtiera en un asilo de gatos. Por fin se le ocurrió una idea, un tanto maquiavélica pero sin duda brillante. Que llevaría a la práctica en la primera tenida blanca, del Club Evaristo, es decir cuando los socios acudieran al restaurant acompañados por sus familias, en día sábado. Mientras tanto, los descendientes del ex Firpo se desarrollaban saludables en el depósito de trastos fuera de uso.
En cuanto a la reunión ordinaria, tendría por expositor a Norberto Cueto y el tema que abordaría estaba referido a la enigmática identidad del general Teófilo Ivanovski. O Ivanovsky. O Iwanowski. O Iwanowsky. O Karl Reichert. O Carlos Reich. O Enrique Reich. O Teófilo Reich Ivanovski. O Teófilo Reich Ivanevski.
Que todos esos nombres le fueron atribuidos al misterioso personaje
.
–El futuro general Ivanovski –informó Cueto– inició su carrera en el Ejército Argentino como soldado raso. Y, según cuenta el también general Fotheringham, que lo conoció, sentó plaza en Azul, tomando el nombre de un desertor. Decisión para adoptar la cual habría sido alentado, ya que las unidades militares prefieren disimular que han contado con un desertor en sus filas. Y, como aliciente, parece que le pagaron algunos sueldos que el fugado tenía al cobro. Se llamaba éste Teófilo Ivanovski.
”Como soldado raso, el futuro general habría combatido en Ca seros, con las tropas de Urquiza, participando luego en la revolución de Valentín Alsina, del 11 de septiembre de 1852. Prestó servicios como suboficial y pronto revistó como subteniente. Peleó contra los indios en la frontera y, del lado de Mitre, lo hizo en Cepeda y Pavón. Participó en la captura del Chacho Peñaloza y en la Gue- rra del Paraguay, actuando en Tuyutí, Estero Bellaco y Boquerón”.
“Siguió ascendiendo y, en 1868, era jefe del 3 de Infantería. Reorganizó la línea de fortines del sur de Córdoba y alcanzó el generalato en 1874”.
”Hasta aquí, la trayectoria de un soldado que, sin estudios militares específicos, hizo carrera a fuerza de privaciones y sablazos”. Formando parte de ese puñado de oficiales extranjeros que se des tacaron en el Ejército Argentino, como Wintter, Levalle, Villegas, Cerri, Fosbery y tantos más.
 

EPISODIO TURBULENTO
”Y es con motivo de la revolución de 1874 que, en un episodio turbulento, Ivanovski halla la muerte, revólver en mano.
–No eran épocas de militares de escritorio –acotó Gallardo.
–No, por cierto. Entonces los galones se ganaban arriesgando el pellejo. Y ese el principal motivo por el cual los soldados gozaban del prestigio que los rodeaba. Pero vayamos a las últimas acciones en la vida de Ivanovski.
”Concluía la gestión presidencial de Sarmiento y, en abril de 1874, se realizan elecciones para sucederlo. Confrontan en ella el general Mitre, que lleva como candidato a vicepresidente al jurista correntino Juan Eusebio Torrent, y Nicolás Avellaneda, a quien acompaña Mariano Acosta. Avellaneda era ministro de Sarmiento y Acosta gobernador de Buenos Aires. Detrás de éstos está la mano habilidosa de Adolfo Alsina”.
”Triunfa la fórmula encabezada por Avellaneda y un hervor revolucionario comienza a bullir entre los mitristas, que denuncian la existencia de fraude. La orden del alzamiento se difunde mediante mensajes en clave mezclados con los avisos clasificados de La Nación y La Prensa, propiedad de Mitre aquélla y ésta de José C. Paz, que también está embarcado en la conspiración”.
”Entre los jefes revolucionarios figuran Arredondo, Rivas y Gelly y Obes. El gobierno sólo cuenta con Ivanovski, más algún otro que no estaba claro a quién respondería, como Roca”. ”Mitre se embarca hacia el Uruguay, desde donde volverá con tropas para hacer pie en el Tuyú, cerca de la actual localidad bonaerense de General Madariaga, y reunirse con las fuerzas de Rivas”.
”Ivanovski está en Villa Mercedes, San Luis, a cargo del 3 de Infantería. El 24 de septiembre es la festividad de la Virgen de la Merced, celebrada con entusiasmo en la ciudad puesta bajo su advocación. Ivanovski, a lo largo del festejo, se ha excedido en la bebida y duerme la mona en su alojamiento. Arredondo subleva la guarnición, que incluye al 4 de Infantería. Sarmiento envía un telegrama a Ivanovski, ordenándole detener a Arredondo. Y el telegrafista, de apellido Cevallos, controlado por un hombre de Arredondo, entrega el telegrama a éste. Que responde haciéndose pasar por Ivanovski y pidiendo instrucciones en su nombre, para el caso de resistirse Arredondo. Contestó Sarmiento: Fusílelo sobre el tambor, sin trámite, por traidor. Ante lo cual replicó Arredondo, terminando con el equívoco: Pues váyase al diablo, viejo loco”.
 

EL INDIGNO
”Inmediatamente ordena la detención de Ivanovski. La tarea es encomendada a un moreno grandote, llamado Frías, quien odia a Ivanovski pues éste lo había echado del Ejército por indigno. Va a buscarlo con 10 o 12 soldados y, entrando al cuarto donde dormía, le intima rendición. ¡No me rindo, chancho! replica Ivanovski, sa- cando su revólver de abajo de la almohada y tirándole un par de tiros a Frías. Que huye, cierra la puerta y ordena a sus soldados que hagan una descarga contra ella. Ivanovski cayó diciendo: no me rindo, no me rindo”.
”No es necesario aclarar que, vencido Mitre por Inocencio Arias en La Verde y en Junín, mientras Roca derrota a Arredondo en Santa Rosa, la revolución fracasó, asumiendo poco después Avellaneda la presidencia de la Nación”.
”La tumba de Ivanovski se halla en el cementerio de Villa Mercedes y en ella figura la fecha de su muerte y, en vez de la de su nacimiento, la de su ingreso al Ejército Argentino. Debajo de las mismas dice: La República agradecida”.
”Ésta es La Vida de un Soldado, tal como tituló Fotheringham su libro sobre Ivanovsi. Un hombre que aún no se sabe quién era.
–¿Podés explicar cuáles son las hipótesis que existen sobre su origen? –preguntó Medrano.
–Son varias, enredadas y contradictorias. Intentaré ordenarlas.
”Según algunos, su nombre era Karl Reichert y nació en Poznan, entonces reino de Prusia y hoy Polonia. Durante la revuelta de Polonia contra Prusia se habría pasado del Ejército Prusiano a los polacos, adoptando el apellido de su madre polaca Ivanovski o Ivanovsky o Iwanowski o Iwanowsky. Vencido el alzamiento, en Hamburgo se enroló como Enrique Reich en el Ejército del Brasil”.
”Admite Fotheringham que Ivanovski se llamara Reichtert, dice que no era polaco sino alemán y que su incorporación al Ejército Argentino se habría producido en Azul, como dije”.
”Pero existe también un libro llamado Los polacos en la Argentina, escrito por Estanislao Pizyk, donde reitera que su apellido era Reich e Ivanovski el de su madre”.
”Cabe incluso la posibilidad de que las distintas versiones se refirieran a dos personas diferentes. Hace unos años, en la sección Cartas de Lectores del diario La Nación, se entabló una polémica sobre el caso, en la que participaron Isabel Castellanos Fotheringham, hija del general; Marta Gallardo, directora de la editorial El Elefante Blanco, y alguno más. Sin que se terminaran de despejar las dudas.
–¿Y cuál es tu opinión? –preguntó Fabiani.
–Mi opinión es ésta: por lo pronto, que Reichert y Reich son la misma persona, que pudo llamarse Karl, Enrique o Teófilo, porque tal vez tuvo todos esos nombres. Contar con muchos nombres de pila era una costumbre de la época, que tenía por objeto obtener varios santos intercesores y conformar a parientes diversos. Para mí ese hombre, efectivamente, se enroló en el Ejército del Brasil, vaya uno a saber con qué nombre. Y, formando parte de las tropas brasileñas, combatió en Caseros del lado de Urquiza. Quedándose luego en el país.
”Las que se excluyen entre sí son las dos versiones referidas al apellido Ivanovski pues, por un lado, se dice que era el materno de Reichter o Reich mientras, por otro, Fotheringham informa que era el de un desertor cuya plaza tomó nuestro personaje. Ante esta disyuntiva excluyente, yo me inclino por aceptar la versión de Fotheringham, que conoció a Ivanovski y que parece saber lo que escribe”.
”Para situar el asunto también conviene tener en cuenta algunos detalles. En primer lugar que ni aquí ni en Europa existía el Registro Civil al modo como lo conocemos. En segundo término, que Vucetich no había descubierto todavía la importancia de las impresiones digitales para identificar a las personas. Todo lo cual contribuía a tornar difícil establecer con certeza quiénes eran verdaderamente. ¿Qué más se les ocurre a ustedes?”.
–A mí nada más –informó Medrano.
–Ni a nosotros –coincidieron varios.
En vista de lo cual Avelino mandó traer el coñac.