Con perdón de la palabra

El Club Evaristo (Parte XIX): el caso de Benigno Villanueva

Con el tratamiento del caso de Stewart Escalada, se acentuó en el club cierta elasticidad en lo que se refiere a la presentación de asuntos que no fueran estrictamente policiales ni ofrecieran aspectos verdaderamente enigmáticos. Siempre y cuando, eso sí, se tratara de buenas historias. En virtud de ello fue aceptado el caso de Benigno Villanueva, cuya exposición quedó a cargo de Salustiano Pérez.
Luego de disculparse por haber forzado un poco las reglas táci- tamente establecidas respecto a los temas a tratar, dijo Pérez: –La de Benigno Benjamín Villanueva fue realmente una existencia singular, que puso de manifiesto algunas virtudes que poseen los argentinos y que, curiosamente, suelen encontrar fuera del país el ámbito propicio para revelarse.
”Hijo del teniente coronel Miguel de Villanueva, mendocino que sirvió en el Ejército de los Andes, Benigno nació en Buenos Aires en 1815, un año antes de declararse la Independencia”.
”En 1835, jugando al billar en el Café de los Catalanes, tuvo un altercado, por un cigarro habano, con un antiguo condiscípulo. El entredicho subió de tono y terminó en duelo. Que se llevó a cabo junto al paredón de la iglesia de La Merced, a sable, resultando muerto el rival de Villanueva”.
”A consecuencia de ello, éste fue condenado a servir en el Ejército como soldado raso, desempeñándose en forma tan satisfactoria que, en 1839, alcanzó el grado de teniente, confiriéndosele el mando de un escuadrón del Regimiento Escolta de Rosas. Ese año se produjo la conspiración del coronel Ramón Maza, de la cual se negó a participar”.
”Con el grado de mayor y al frente del Regimiento 3 de Caballería participó en la lucha contra los indios, peleando en el combate de Tapalqué”.
”Durante la puja entre unitarios y federales actuó a favor de los últimos en Rodeo del Medio y, a las órdenes de Oribe, se sumó al sitio de Montevideo. Donde trabó relación con varios oficiales unitarios y cambió de bando, incorporándose luego al ejército del general Paz. Quien, en sus Memorias, lo describe como un joven de talento muy despejado”.
”Vencido Paz, lo siguió a Brasil, donde fue contratado por el general mejicano Antonio López de Santa Cruz para luchar contra los norteamericanos que habían invadido su país. Allí interviene en la batalla de Angostura y, días después, en la de Sacramento, donde los yanquis vencieron a los mejicanos que defendían Chihuahua También participó en la batalla de Cerro Gordo. En septiembre de 1847 cayó la ciudad de Méjico”.
”Finalizado el conflicto, Villanueva marchó a California en plena Fiebre del Oro. Puso una tienda de comestibles para los improvisados mineros haciéndose rico”.
”Se fue a España, gastándose en el juego lo que había ganado, de modo que retomó la carrera militar, se relacionó con el general Juan Prim y Prat al cual acompañó cuando fue designado observador en la Guerra de Oriente, entre los turcos y los rusos”.
”Vencedora Rusia, Francia e Inglaterra le declararon la guerra. Y por considerarlos los más débiles, Villanueva ofreció sus servicios a los rusos. Que aceptaron el ofrecimiento con beneplácito, siendo bienvenidas su gran pericia como jinete y su facilidad para hablar idiomas, especialmente el inglés”.
”Se incorporó al Primer Regimiento de la División 31 de Caballería del Imperio, al mando del coronel Ponnekin, Gran Duque, jefe y propietario de la unidad sostenida a su costa. Destinada la misma a operaciones de guerrilla, Villanueva enseña a sus hombres el empleo del lazo y las boleadoras, llegando a cargar éstos contra baterías de cañones para enlazarlos y arrastrarlos a la cincha, con lo cual obtuvieron un enorme prestigio. Que influyó para que el argentino fuera nombrado segundo de Ponnekin. Quien murió en combate, sucediéndolo Villanueva como jefe del Regimiento hasta el fin de la guerra, que tuvo lugar en 1856”.
”En 1857, ya general, se casó Villanueva con la viuda de Ponnekin, siendo su padrino en la boda Luis Fernández de Córdoba y Ponce de León, descendiente del Gran Capitán y duque de Medinaceli. Villanueva cambió su apellido por Villanocoff y murió siendo Teniente General de los ejércitos del Zar, aparentemente en 1872, aunque no se sepa el año con certeza”.
”Cuando la revolución de 1917, vivían todavía en Moscú descendientes directos suyos”.

EXTRAORDINARIO
–Realmente, una historia extraordinaria –aprobó Ferro–. Que contiene un detalle notable, en el cual no sé si se habrán fijado y que habla muy bien de Villanueva. A éste, en efecto, se lo debe considerar un triunfador, que empezó como soldado raso en el Ejército de Buenos Aires, en cumplimiento de una condena, y terminó como Teniente General en el Ejército Imperial del Zar de Rusia. Sin embargo, nadie podrá decir de él que fuera un trepador. Por amistad con oficiales unitarios se pasa a su bando y termina derrotado al lado de Paz. Forma parte del ejército mejicano, vencido por los yanquis. Y, cuando la Guerra de Crimea, apoya a los rusos por considerarlos más débiles que Inglaterra y Francia. Mis respetos a Benigno Benjamín Villanueva.
–Brindaremos por su memoria cuando termine la sesión de esta noche.
–De acuerdo –coincidió Gallardo–. Pero yo tengo otra pequeña historia que contar antes del brindis, porque se parece mucho a la que acabamos de oír y también demuestra la capacidad de los argentinos para destacarse en otras tierras.
–Vos dirás –dijo Kleiner–. Pero no tenemos mucho tiempo.
–Seré breve.

FITO BARRIO
”Mi historia se refiere a otro oficial argentino, que actuó aproximadamente un siglo y medio después de Villanueva, siguiendo sus pasos en algunos aspectos. Vive aún, se llama Rodolfo Barrio, pertenecía al sector carapintada del ejército y fue herido en el levantamiento del coronel Seineldín, el 3 de diciembre de 1990.
Internado en el Hospital Militar, logró fugar y pasar al Uruguay. Allí tomó contacto con un enviado que estaba reclutando efectivos para las filas croatas, en la lucha que sostenían contra Serbia. Se le ofreció engancharse como mercenario, cobrando buena plata, o incorporarse al ejército croata, con un sueldo pequeño. Fito Barrio eligió esto último, se le otorgó el grado de teniente primero o capitán y pronto empezó a destacarse en una guerra de valientes. Como Comandante se le dio el mando de una brigada.
”Cierta vez, un importante dignatario musulmán que combatía por los croatas debía librar una batalla de resultado incierto. El alto mando envió a Fito Barrio a fin de que le organizara estratégicamente sus fuerzas para el combate. Lo hizo de tal modo que el musulmán logró un triunfo resonante. Con motivo del cual resolvió recompensar a Barrio ante las tropas formadas, regalándole un caballo y dos mujeres”.
”Puesto en esa situación, el argentino miró al capellán croata, quien le hizo un gesto de asentimiento, ya que no había que ofender al aliado, seguidor de Mahoma. Luego de agradecer efusivamente el premio recibido, Fito se quedó con el caballo, y las mujeres pasaron a prestar servicios en un hospital de sangre, como enfermeras”.
Coincidieron los presentes en cuanto a considerar digna de ser contada la historia de Fito Barrio.

¿MERCENARIOS?
El debate subsiguiente fue corto, pues se había hecho tarde. Y versó sobre el juicio que deben merecer los mercenarios. Pese a aclarar Gallardo que, en sentido estricto, resultaba improcedente encuadrar como tales a Villanueva y a Barrio, agregados ambos a ejército regulares por motivos que nada tenían que ver con la paga. Para rematar la predisposición favorable que se había instalado, señaló O’Connor:
–Si nos vamos a poner en exquisitos, tendríamos que definir como mercenarios a Bouchard y al mismo almirante Brown, cosa que me parecería poco adecuada. Con un agregado: no veo que resulte condenable que alguien que ha hecho del uso de las armas su profesión se gane la vida mediante la retribución de sus servicios. Siempre y cuando pelee por una causa justa.
Ni siquiera hubo votación para resolver el punto y al cierre de aquella sesión se brindó por Benigno Villanueva, Fito Barrio y Evaristo Meneses.