LA MIRADA GLOBAL

El 17 de octubre de 1961 para los franceses es aún una herida abierta

Las relaciones entre Argelia y Francia pasan hoy por un muy mal momento. Uno más. No es la primera vez, por cierto. ­

Argelia ha prohibido el sobrevuelo de aviones militares franceses y "llamado a consultas'' a su embajador en París.

Francia, por su parte, ha de pronto reducido a la mitad el número de visas que normalmente confiere a los argelinos que viajan al país galo. Y la relación diplomática entre los dos países atraviesa una etapa caracterizada por la desconfianza y los conflictos.­

No obstante, el actual prefecto de policía de Paris, Didier Lallement, depositó la semana pasada una corona de flores en uno de los principales puentes de la capital francesa que cruzan el río Sena. En el puente de Bezons, concretamente. Lo hizo en conmemoración de una lamentable masacre represiva, muy poco recordada, ocurrida hace ya sesenta años atrás: concretamente el 17 de octubre de 1961. Cinco meses después de terminada la guerra colonial en el norte de Africa.­

En paralelo, otras personas que también marchaban visiblemente acongojados, arrojaron algunas rosas a las aguas de Sena. No lejos de la sencilla ceremonia realizada en el antes referido puente parisino.

Las víctimas de esa recordada masacre, cabe recordar, fueron en su mayoría argelinos. Había unos 30.000 de ellos participando en una enorme y pacífica protesta. Muchos, estaban entonces enrolados en el FLN argelino. Se pronunciaban en esa recordada protesta contra un sorprendente toque de queda francés, que curiosamente fuera impuesto tan sólo a los argelinos. Como para no generar indignación.­

Nadie mencionó en el homenaje referido el impacto del odio, ni el de la sed de venganza. Ni el de las ideologías. Estaban todos de frente a una tragedia con efectos colaterales muy duros, que no se han evaporado aún y que, desde el dolor, separan profundamente a Francia de Argelia, que fuera, por años, una ex colonia gala.­

CRIMEN INEXCUSABLE­

­El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se refirió, hace muy pocas horas, a la aludida masacre parisina de 1961, definiéndola como un "crimen inexcusable''. Imperdonable, entonces. Sin hacer, asimismo, señales de arrepentimiento de ningún tipo, ni pedir disculpas por el horror de lo sucedido.

El ex presidente francés François Hollande, en 2012, había calificado ya, recordemos, a la masacre en cuestión, con una muy inusual dureza, de "represión sangrienta.'' ­

La diáspora argelina insistió siempre en que es necesario que se conozca toda la verdad en torno a esa tragedia. Es así. Pero aún esto no ha ocurrido.

Ocurre que doce mil de los participantes en la protesta, nada menos, fueron detenidos en la noche del 17 de octubre de 1961. El número real de las víctimas argelinas fatales está -pese al tiempo transcurrido- aún muy debatido. Nadie lo sabe realmente, con la precisión requerida. Para unos, fueron apenas tres. Para otros, varios centenares. Y hay hoy quienes sostienen que murieron unas 120 personas, a manos de las entonces demasiado violentas fuerzas policiales francesas.­

La sombra de la impunidad aún flota sobre lo sucedido en 1961. Y todavía duele. Mucho y a muchos. ­

Ninguna Comisión de la Verdad se ha abocado, con la necesaria independencia, al estudio profundo del espinoso tema. La verdad aún se discute. Todos pretenden ser sus dueños. Cada uno con sus propios matices y conveniencias.

DISCURSO DE ODIO­

­El presidente Emmanuel Macron, no obstante, en conversaciones laterales mantenidas en el transcurso de la ceremonia conmemorativa antes apuntada, echó alguna leña al fuego al sostener que la ``historia oficial'' actual de los argelinos sobre la masacre de 1961 no se basa en verdades, sino en un lamentable discurso de odio hacia Francia. Lo que no es pequeña cosa, ni ayuda demasiado. ­

Durante años, la masacre parisina del 17 de octubre de 1961 estuvo casi escondida, mal disimulada y obviamente manipulada de cara a la memoria colectiva de Francia, que es toda una nación moderna que no debió transitar ese camino. Por lo menos, hasta fines de la década de los 70, eso fue -clara y efectivamente- así.­

Algo parecido nos pasó y pasa a nosotros mismos, es evidente. Respecto de los profundos desencuentros de nuestra sociedad acontecidos en la violenta década de los setenta. Desacuerdos que aún nos separan a los argentinos, muy profundamente.­

Francia, recordemos, ocupó a Argelia en el año 1830, cuando ella aún pertenecía al Imperio Otomano y la asimiló caprichosamente a una provincia francesa, con la representación parlamentaria nacional del caso.

Para el presidente francés, Emmanuel Macron, la historia oficial argelina sobre la masacre de 1961 está todavía alimentada por su poderoso régimen político-militar. Es, de alguna manera, cree, un relato torcido, entonces.

Quizás por ello es que no se han reconocido expresamente los crímenes cometidos bajo las órdenes del entonces prefecto del Sena, Maurice Papon, como delitos de los que el propio Estado galo fuera, en su momento, directamente responsable. ­

Papon está, además, involucrado, aparentemente, en la masacre de unos 1.600 judíos franceses en Bordeaux, entre 1942 y 1944. Lo que es toda una fea señal, por cierto. Y fue ministro de Valery Giscard d'Estaing, en la década de los 70.

Solo el paso del tiempo y la labor fecunda de los historiadores (como sucede con Jean-Luc Einaudi) terminaron arrojando una cuota de luz suficiente sobre la terrible masacre parisina de 1961, definiéndola con un mínimo de claridad. ­

Se trata de la masacre más violenta y descarnada contra quienes conformaron en 1961, la que fuera una enorme protesta callejera en Europa Occidental. De las más grandes de los tiempos modernos, que terminara en un enorme y lamentable baño de sangre que apuntara a los 30.000 manifestantes que se congregaron el 17 de octubre de 1961, provenientes de los distintos suburbios parisinos.­

Pero en cambio ya se ha reconocido, en Francia al menos, el mérito de los llamados harkis, esto es de los argelinos que combatieron entre 1954 y 1962, del lado mismo de los franceses. Por lo menos eso.­

Macron, es cierto, es el mandatario francés que ha sido más crítico del período colonial de su país, señalando que, en su entender, el colonialismo francés cometió delitos de lesa humanidad. Y es posible que haya sido así.

Esto pese a que este capítulo trágico de la historia de Francia transcurrió cuando el actual presidente francés todavía no había siquiera nacido. 

El tema de la masacre del 17 de octubre de 1961 no es, para Francia, menor. Particularmente si se tiene en cuenta que el país de los galos tiene hoy en su seno a unos siete millones de habitantes con vínculos de parentesco o sangre con Argelia. ­

Es hora ya de rendir el debido tributo a la memoria de todas las víctimas de la violencia policial gala del 17 de octubre de 1961, hasta hora casi desatendida. Con el compromiso de desterrar la posibilidad de que episodios inhumanos y horrendos, como ciertamente fuera el de la masacre de 1961, puedan, de pronto, volver a repetirse.­