Edad, consumo y lenguaje: ¿qué generación es más propensa al ciberdelito?
Fraudulento es la palabra que eligió VISA para representar su último informe vinculado a las palabras de las que se vale el ciberdelito, The Language of Fraud 2022. Este trabajo, que la empresa realizó junto a Wakefield Report, presenta los resultados de una encuesta a 6.000 adultos de 18 países que indaga sobre las distintas frases y términos que utilizan los estafadores para engañar a los consumidores, sin importar su edad o nacionalidad.
Se trata del primer trabajo que analiza el ciberdelito y sus múltiples variantes desde la fraseología que utilizan los ciberdelincuentes para engañar. Es que un giro sutil en una frase puede convertir un clic inocente en una violación a la privacidad y la información personales, y esto es algo que los ciberdelincuentes ya saben. Los textos que acompañan a las estafas en línea están volviéndose cada vez más sofisticados, a punto tal que ya comienza a atrapar incluso a aquellos consumidores que creen ser expertos e inmunes en el tema.
El primer dato de esta encuesta se relaciona con eso mismo, con la autopercepción que tienen los usuarios de su propia capacidad para distinguir un correo legítimo de aquel que no lo es. Si bien el 48% de los encuestados a nivel mundial confía en que puede reconocer una estafa, casi 3 de cada 4 (73%) suele responder positivamente a términos o frases que los estafadores utilizan en correos electrónicos o mensajes de texto. Por ejemplo, el estudio indica que aquellos que tienen una confianza excesiva en sus capacidades de detección son más propensos a caer en un engaño si éste gira en torno a una supuesta oportunidad financiera (34% en comparación con el 23% de los que se describen a sí mismos como menos informados).
Aparte del exceso de confianza, otro problema reside en el enfoque erróneo que tienen los usuarios en general, que están buscando pistas para detectar una estafa en el lugar equivocado. En ese sentido, más de 4 de cada 5 (81%) de los encuestados verifican los detalles incorrectos para determinar la autenticidad de una comunicación: se centran en características que los estafadores pueden falsificar fácilmente, como el nombre o el logotipo de una empresa (46%), antes que en chequear si los datos de la comunicación, como número de pedido (45%) o cuenta (38%), son reales.
Pasando al lenguaje propiamente dicho, el informe muestra que las trampas discursivas más utilizadas fueron la gift card (48%), el reclamo de un premio gratuito (32%), un descuento exclusivo (30%), la famosa oferta por tiempo limitado (25%), un mensaje urgente (22%), un llamado a la acción (21%) y una estafa del tipo haga click aquí para ver (21%). ¿Qué hacen los usuarios ante este aluvión de promesas malintencionadas y engañosas? A nivel global, un sorprendente 60% confirmó que busca asegurarse, antes que nada, de que la comunicación esté enviándose desde una dirección de email con dominio válido. Esta precaución es indispensable y resulta llamativo que todavía un porcentaje significativo de usuarios lo ignore.
Regionalmente, los más precavidos son los usuarios estadounidenses (70%), codo a codo con el 69% de los habitantes de la región de Asiapacífico (APAC). Detrás se ubica el 64% de los habitantes de Europa, Oriente Medio y África (EMEA) y el 59% de los latinoamericanos. En ese sentido, y excluyendo a los estadounidenses, los usuarios del continente americano son más propensos a responder a mensajes utilizados por estafadores (77% en comparación con el 68% a nivel mundial). En particular, es probable que casi 2 de cada 5 respondan a los mensajes sobre una oportunidad financiera (39%, en comparación con el 28% global). Esto es importante porque demuestra la alta adaptabilidad del ciberdelito, que es capaz de cambiar su carnada (en este caso una oportunidad económica en una región en crisis) a la par que cambian las condiciones de la población afectada.
Por último, uno de los aspectos que resultan más interesantes de este nuevo informe de VISA es si la idea de que los adultos mayores son más propensos a las ciberestafas que los jóvenes es correcta. En principio, un 87% de los consumidores globales encuestados asume que esto es así, pero los datos sugieren todo lo contrario. Para este apartado, el estudio divide la muestra generacionalmente en cuatro grupos: los boomers, nacidos entre 1946 y 1964; los gen x, nacidos entre 1965 y 1981; los millennials, nacidos entre 1982 y 1994; y los gen z, que comprende a los nacidos entre 1995 y 2010.
Hay en primer lugar, una cuestión de orgullo. Los más propensos a denunciar (y por lo tanto a reconocer) que fueron víctimas de una estafa son los millennials (39%) mientras que los boomers son los que menos lo hacen (29%). Esto parece indicar que no es fácil reconocerse vulnerable en un mundo que va hacia una digitalización acelerada. ¿Pero qué generación es más propensa a caer en al menos una frase fraudulenta? En este caso los boomers tienen el porcentaje más bajo (54%), seguido de los que pertenecen a la gen x (74%), la gen z (81%) y los millennials, que con 84% son los que más probabilidades tienen de caer en una estafa. Por último, en relación a la propensión a actuar bajo el influjo de una frase fraudulenta, los boomers son los que menos confían (50%), seguidos por la gen x (66%), los millennials (80%) y la gen z (81%).
Estos números resultan sorprendentes y dan por tierra a toda una tendencia global, a la cual ha contribuido ciertamente el marketing, que señala a los adultos y personas mayores como los antílopes más lentos de la manada digital. Señores: hoy todos podemos ser víctimas de una estafa. Y omo no hay edad para ser víctima del ciberdelito, tampoco la hay para aprender a protegerse de él.