Mirador político

Duro golpe a la gobernabilidad

En menos de dos meses el gobierno de Javier Milei y su plan de reformas han provocado una reacción instantánea de los poderes “de facto”. Votado en noviembre pasado por el 56% del padrón, el flamante Presidente tiene frentes abiertos con todas las corporaciones: los sindicatos, la dirigencia política, la Iglesia, la mayoría de los medios (en especial los armados por el kirchnerismo a fuerza de pauta), la CGT, los piqueteros y los gobernadores, entre otros.

Mandatario provinciales y diputados K junto con otros pertenecientes a bloques supuestamente “dialoguistas” le infligieron ayer la primera derrota política grave al libertario en el Congreso. Un traspié que pone en duda la gobernabilidad en plena crisis económica y hoy tendrá seguramente repercusión en los mercados.

Votaron junto con el kirchnerismo un buen número de radicales e integrantes del bloque Hacemos, liderado por Miguel Pichetto, que votó a favor y dejó a la vista lo débil de su liderazgo. El proyecto volvió a comisión, pero ya desde el Gobierno avisaron que seguirán adelante con o sin el Congreso. Anoche se hablaba de la posibilidad de un plebiscito para apalancar las reformas.

Además de poner trabas y dilaciones los legisladores de la oposición votaron la declaración de la emergencia pública, pero cuando llegaron los artículos en que debían aprobar la delegación de facultades para hacerle frente, los rechazaron. Una trampa que se cerró con el Gobierno adentro no se sabe si por ingenuidad del oficialismo o por los planes de la oposición para domesticarlo. Lo cierto es que el daño infligido a una salida institucionalmente sólida para la crisis es irreparable.

Lo sucedido en Diputados no es por otra parte un hecho aislado. El Gobierno se enfrenta con una oposición corporativa generalizada que quiere doblegarlo. Desde la política hay una oposición multipartidaria que defiende el “statu quo” y que logró enmudecer la voz mayoritaria de las urnas en un plazo extraordinariamente breve.

A lo que hay que agregar que los derrotados en noviembre no fueron solo los kirchneristas. No se privaron de presionar sectores como la Iglesia que cargó contra la ministra Petovello por el abastecimiento a los comedores populares en combinación con los piqueteros. Los intermediarios de la asistencia social mudos antes la inflación del último gobierno peronista pasaron ahora a descubrir sus efectos devastadores sobre los pobres.

La CGT ya está pensando en un segundo paro nacional y los “lobbies” van al Congreso donde no se discuten ni ideologías, ni programas, ni objetivos; se pulsea por plata, se presiona por recursos, se bloquea como amenaza. Por eso la desconexión con lo que ocurre más allá de los despachos legislativos, ese mundo feliz de la dirigencia.

Por eso se repite en los recintos el espectáculo de diputados repitiendo proclamas populistas en las que ya nadie cree. Porque muchos de los votantes de Milei son ex votantes peronistas que se sintieron abandonados por una dirigencia que cuando estallan las crisis sólo se ocupa de sus propios intereses.