Duelo de espías en el mar

El enigma de las arenas

Por Robert E. Childers

Edhasa-Zenda. 448 páginas

 

De esta obra publicada en 1903 suele decirse que es la precursora de la novela de espías, y es cierto, aunque sus páginas se prestan también para ubicarla entre el género de aventuras y en el más específico (y británico) de la literatura de tema naval.

El enigma de las arenas cumplió además un papel temprano en la campaña de acción psicológica urdida en Londres que, en los inicios del siglo XX, pretendía alertar sobre la amenaza que presentaba el crecimiento económico y militar de Alemania para la existencia del imperio británico. Su trama, cuyo núcleo giraba en torno a una entonces impensable invasión germana de las islas británicas, cumplió con ese cometido de un modo indirecto y agradable para el gusto literario de su tiempo. Otros libros posteriores serían más obvios.

Los protagonistas de la historia, que se inicia con un prefacio del autor que finge referirse a hechos reales, son dos jóvenes amigos algo distantes: Davies, un aficionado a la navegación y la historia naval, y Carruthers, un burócrata del Foreign Office.

Hacia el fin de un aburrido verano boreal londinense, el primero invita por carta al segundo a acompañarlo a un crucero en su pequeña embarcación privada, el Dulcibella. La propuesta es explorar de ida y vuelta el paso al Mar Báltico a través del canal de Kiel, y luego la costa noroeste de Alemania en la región de Frisia, con su hilera de islas, bancos de arena y misteriosos canales. Sugiere además la posibilidad de cazar patos. Carruthers duda y acepta sin mucha convicción.

Experimentado, serio y melancólico, Davies oculta unos cuantos secretos que el más mundano de Carruthers irá descubrimiento conforme avance la navegación en el pequeño yate. Secretos personales, secretos correspondientes a su afición marinera y posibles secretos de Estado.

Davies necesitaba de un compañero para tripular el Dulcibella en su azaroso periplo, y también de un confidente con el que compartir sus encuentros en alta mar o en los arenales costeros con un extraño personaje de presunto origen alemán que parece estar efectuando sus propias exploraciones en la misma región del norte europeo.

Este personaje orienta la novela por la senda del espionaje y habilita, a través de su hija, que navega con él, un atisbo de historia romántica con el reconcentrado Davies. Todo transcurre en unas pocas semanas de navegación accidentada, con persecuciones en mar y tierra, cruces fortuitos, tempestades, avistajes, encallamientos, sospechas erradas, sospechas certeras y un final que excede en mucho la vida de sus heroicos protagonistas y sugiere los primeros indicios del gran enfrentamiento que en poco tiempo más iba a desangrar a la Vieja Europa.

Cuando escribió la novela, Robert Erskine Childers (1870-1922) aún era empleado de la Cámara de los Comunes. Luego colaboró con la inteligencia británica durante la Primera Guerra Mundial a pesar de que ya era un partidario acérrimo de la causa irlandesa. Enrolado con los independentistas, se ubicó con el sector más intransigente entre los que proponían la creación de una república. Como consecuencia de esas amargas disputas fue apresado y fusilado en 1922. Cinco decenios más tarde su hijo llegó a ser presidente de la Irlanda independiente.

Esta edición de El enigma de las arenas, publicada en conjunto por Edhasa y Zenda, incluye un prólogo entusiasta de Arturo Pérez-Reverte, escritor, navegante y aventurero. “En lo que a mí respecta -escribió-, esos dos jóvenes valerosos que navegan entre brumas hacia el peligro a bordo del Dulcibella son los compañeros de mar y aventura que, en caso de arriesgar así la vida, elegiría tener”.