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Drogas: ¿nuevos campos de concentración?

“Los tiempos en los que está el otro se han ido. El otro como misterio, como seducción, como Eros” Byung-Chul Han, ‘La expulsión de lo distinto’.

El adicto va creando su propio “campo de concentración” a medida que la dependencia orgánica y psíquica avanza. Queda solo en su pieza, en un “boliche”, con un grupo de amigos de consumo, etc.; pero siempre encerrado y solo en un “autismo toxico”.
Se acabaron los “campos nazis y los gulags de Siberia”. El hombre a través de las drogas origina su “propio arresto en casa”, al decir del gran Ortega y Gasset en lugar de enfrentarse como, también el diría, con la “dura realidad que son las cosas y los otros”.
El “campo de concentración” tiene sus apologistas y en la batalla cultural ha triunfado el progresismo “cool” en donde lo que esclaviza es considerado una señal de libertad.
Mientras tanto se llenan de dinero los poderes financieros, políticos y las estructuras ilegales. La plusvalía es a costa de miles de muertos o dementes.
Paralelamente se van cancelando todos los movimientos preventivos e incluso los programas asistenciales. “Cancha libre” promoviendo el consumo precoz (desde la pubertad) comprometiendo a veces para siempre el desarrollo de una persona.

NUESTROS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN

Todos hablan de San Diego, San Francisco y muchas zonas de los Estados Unidos en donde hay barrios de “zoombies” bajo los efectos de opioides; pero esto existe en Argentina en distintos lugares.
Un esposo de una paciente que tenemos en tratamiento me manda varios videos de jóvenes bajo carpas de plástico en zonas de Retiro y Constitución durmiendo casi muertos bajo una temperatura cercana a los 40 grados. Un hombre comprometido con la recuperación de su ser más querido ve con pena los cientos de “muertos-vivos” bajo el efecto del crac.
Me manda con dolor videos de adictos “zoombies” que roban cabezas de semáforo, tachos de basura, cables de luz, luminarias, bronces, cobre y todo frente a los Tribunales de Comodoro Py y el Correo Argentino; y esto se hace “crac” en los múltiples lugares de transacción.
Hoy en Suiza se enfrentan al problema del “crac”. La suntuosa Ginebra había creado un lugar de inyección segura llamado Quai 9 bajo supervisión médica. Pero he aquí que después de un tiempo el lugar seguro se transformó en todo lo contrario. El sujeto en contacto con la huida a la vida con las drogas pide cada vez más y el suicidio está ahí… aparece el “crac”.
Los vecinos se quejan, la inseguridad avanza y entonces el proyecto Quai 9 cierra, en primera instancia temporalmente. El consumo de crac (droga altamente adictiva) se ha disparado en varios países europeos y el consumo de cada dosis “cada 15 minutos” es a un ritmo frenético y la violencia está ahí a un paso. Genocidio en marcha.

NOVIEMBRE DE 1994
Los diarios argentinos hablaban de una zona de Suiza, Zúrich-Letten, que era el “paraíso” de las drogas en uso libre. Se la promovía como el futuro y el porvenir de nuestras tierras. Afortunadamente pude visitar ese lugar como Director de un Instituto de Formación universitaria y me topé con todo lo contrario.
Ahí me encontré que Letten olía a muerte. A cinco minutos de caminata de uno de los principales centros financieros mundiales a orillas del Río Limmat, miles de adictos y distribuidores realizaban el ritual de la drogarse.
Una estación de trenes antigua y desactivada era el refugio de alrededor de 5.000 adictos que día a día realizaban las transacciones. Las viejas vías estaban llenas de jeringas; también día a día, con el típico rigorismo suizo, un empleado estatal las levantaba con una máquina especialmente diseñada para eso.
Publiqué todas las experiencias en el diario “El Dia” de La Plata en esos momentos. Con sorpresa recibí en mi despacho a un funcionario de la embajada suiza de esos mementos y me dijo que en realidad en pocos meses (esperaban el crudo invierno) eso iba a desaparecer. Me pidió con suavidad no insistir en mostrar eso porque ya se había convertido en una vergüenza para los vecinos.
Este análisis de la realidad de Letten se realizó en noviembre de 1994. A escasos tres meses recibimos la noticia de que el mayor supermercado de las denominadas “drogas duras” de Europa, Letten, cerraba sus puertas con la participación de fuerzas policiales. Esta noticia no salió en los diarios paradójicamente. “El Paraíso” se había convertido en un Infierno y en la tumba para varios y ya había dejado de ser noticia.
Los traficantes y toxicómanos fueron expulsados en la medianoche del 13 de febrero de 1995 de la antigua estación ferroviaria Suiza. Ya no hará falta la guardia permanente de médicos para asistir casos de sobredosis, ni asistentes sociales proveyendo jeringas descartables. Pero los protagonistas de esta historia (traficantes, adictos, policías) se movilizaron en las horas previas al cierre por distintos motivos: los primeros buscando otros sitios donde colocar su mercancía y los últimos para evitar que el tráfico y las drogas se instalen en barrios aledaños.
Pero no podemos dejar de tener en cuenta que Letten reemplazó el “famoso” Parque de las Agujas, en Platzsplitz, Zúrich, clausurado en 1992. Por ello cabe la pregunta:¿dónde se instalará ahora el supermercado de la muerte?
Las jeringas eran dispensadas por el mismo Estado, a través de los llamados Centros de Contacto con los drogadictos. Ahí se les brindaba desde una ventanilla todo lo que necesitan: alcohol, suero, algodón, profilácticos. El adicto entrega una cantidad determinada de jeringas (habitualmente más de 30) y se les devuelve una cantidad aproximada, esterilizadas.
El estado de la mayoría de los adictos de Letten era de un gran deterioro. El 50 por ciento de ellos tenía Sida. Era habitual ver seres catatónicos sentados paralizados por la droga, lesiones severas en la piel, escoriaciones sangrantes, adictos inyectándose en los pies o en el cuello, personas sangrando por la boca.
Llama la atención el silencio de Letten. La muerte de cada uno es de cada uno. Son miles de “exiliados”. Son los nuevos “campos de concentración”. Sólo cuando alguien se excita aparece el bus policial. Otra fuente de excitación es cuando aparece un grupo de “dealers” (habitualmente africanos o asiáticos) con droga.
Las casas cercanas a Letten no valían nada. Los negocios, especialmente los supermercados, debían ser custodiados por policías privados y públicos ante la invasión de estos cinco mil adictos.

POSMODERNIDAD
Zúrich como centro urbano tenía, en se momento, 380.000 habitantes con una población estimada en todo el cantón de 1.200.000 habitantes.
En la Ciudad de Zúrich se repartían diariamente de 12 a 15 mil jeringas en los Centros de Contacto (6), en el bus itinerante de reparto y en las máquinas expendedoras (similares a las de los cigarrillos o de bebidas cola). La cifra mensual ronda las 500.000 jeringas y anualmente los 6 millones. Cada jeringa cuesta 0,25 dólares al Estado Suizo.
Esto moviliza en el Estado una cantidad enorme de millones de dólares sólo para la compra de jeringas a un laboratorio belga. En los bus, las jeringas usadas se pesan y se devuelve la misma cantidad. Gran negocio de los laboratorios y de los vendedores de drogas.