Drogas: mirar para otro lado
Para acabar con las muertes por drogas hay que cerrar el mercado y no publicitarlas, hay que brindar atención psiquiátrica y psicológica universal para evitar que mueran en las calles, dice el autor Michael Shellenberger.
Tanto en los órganos de la infancia porteños como en los centros que derivan de los organismos y protección del niño, niña y adolescente de la Provincia de Buenos Aires hay multitud de niños abandonados con padres en situación de consumo de drogas y esto parece ser un tema muy dificultoso de encarar. El dinero que reciben en planes se licúa en manos de “dealers” y el abandono en manos del Estado es lo habitual y esto queda inerme para dar una salida, salvo que exista una política familiar muy grande y publicitada de familias adoptantes. Vale acá recordar el lema de Chesterton, el célebre escritor inglés admirado por J.L. Borges: “Cuando todo queda en manos del Estado se priva al niño de su sentido común porque el Primer Estado es la familia”.
Todo parece ya viejo y remanido, pero la evidencia nos lo muestra. Aquí los índices de pobreza llegan casi al 40 por ciento y los de indigencia llegan al 8,1 por ciento (Instituto nacional de Estadísticas y Censos). Todos hablamos de eso porque es un problema serio; de lo que no hablamos es la pandemia de consumo en donde muchos de ellos consumen como forma suicida de adelantar el fin y/o como mano de obra de trabajo para “dealers”. Pandemia de consumo de drogas y desfamiliarización van de la mano. El 36 por ciento de los nacimientos son de madre soltera y el 23 por ciento no tienen reconocimiento paterno. El 30 por ciento es de madre soltera adolescente. El 40 por ciento es familia monoparental. El 54 por ciento de los padres, luego del divorcio, se aleja de la familia quedando los chicos y su mujer en un estado más crítico.
El seguimiento de 70.000 chicos nacidos en estas condiciones es que la tasa de deserción escolar se duplica para chicos que crecieron sin padre, y hay duplicación del riesgo de embarazo adolescente y de contacto con drogas en esta población. La pandemia toca también a todas las clases sociales, junto a la venta de cocaína se ofrece mujeres. Acá se asocian los casinos; entonces se asocian tres adicciones: las drogas, el sexo y el juego. PANDEMIA EN OCCIDENTE
Esto parece ser mundial y es interesante el testimonio de Michael Shellemberg, un intelectual californiano propagador del consumo de drogas durante varios años cuya visión ha cambiado radicalmente. El ex gramscista hoy se asombra de la cantidad de muertes y los desastres en el campo de salud que han hecho la liberación de las drogas en territorio californiano. El autor del best seller
“San Fransicko” (abreviatura de San Francisco enfermo y loco) llegó a decirle al presidente Joe Biden que el principal problema de los Estados Unidos no es el cambio climático sino el abuso de drogas: “Las drogas mataron 300 veces más personas que el clima en 2020”. Dijo que la administración Biden ha hecho muy poco para morigerar la crisis de drogas. Solo el 0,002 por ciento del presupuesto de seis billones de dólares es para la epidemia de drogas. Al final dijo: “Se ha hecho muy poco para abordar la crisis de drogas; estamos en medio de una emergencia de drogas épica y no una emergencia de cambio climático”. Menciona además que “el número de muertos en relación con el cambio climático es de 300 a 1”. “Las drogas duras como el fentanilo y las metanfetaminas no solo están matando a la gente directamente, sino que están aumentando la falta de viviendas y socavando el orden público”, concluyó. Las personas sin hogar y con falta de vivienda muestran la incidencia de enfermedades mentales altas sin atención y el consumo de drogas sin límites. En San Francisco, se demostró que la mitad de las personas sin hogar tienen altos índices de enfermedad mental y abuso de sustancias y lo mismo ocurre en otras ciudades. Mueren más personas por abuso de drogas que por homicidio o accidentes automovilísticos. Las tasas de muerte por sobredosis entre 2019 y el 1 de agosto de 2020 llegaron a 90.000 personas. HISTORIAS DE RESURRECCION
Juan nació en estos ambientes, cuento esta historia real de alguien que nació en estos ambientes. Hay salida si creamos familias sustitutas adoptantes. Vuelve del trabajo alegre y me confiesa que ya consiguió trabajo de ocho horas con una buena renta mensual; fueron años duros de tarea terapéutica. Quedó solo en el mundo, ya que su padre murió de una sobredosis consumiendo con él y su tío, también consumidor, falleció de un infarto. Su madre afectada por una enfermedad psiquiátrica grave no lo veía y solo un familiar lejano le pagaba su obra social. Se aferro a nosotros superando sus abstinencias, el duelo por la muerte de su padre y de su tío (figura paterna sustituta), hizo un duelo también por la cocaína y el crack, modificó conductas antisociales producto de sus contactos con barras bravas, estudió y terminó el secundario. Fuimos su hogar intermedio o su hogar verdadero, y hoy camina por la calle libre y sanamente orgulloso de sí mismo y en paz con su conciencia proyectando un futuro, que es lo máximo a lograr para cada uno de nosotros. P. Pinel decía que las drogas dañan la voluntad, o sea el motor del deseo y de la libertad. La lucidez lo llevó a buscar ayuda en nuestra institución.
Ortega y Gasset enseñó que la cultura (los otros) son como un salvavidas en el mar bravío de la vida. No podemos vivir con un continuo arresto en casa. Adentrarse en las historias de la enfermedad y de su rehabilitación es un giro apasionante. La droga es solo la punta del iceberg de un continente interior y contextual en donde los abandonos, los abusos, la violencia, la falta de escuela, los dramas familiares están ahí a la vista, a la espera de un escritor para escribirla o narrarlas, ya sea un símil de Francis Ford Coppola con sus historias de mafias y barras bravas, o la riqueza sentimental de un Campanella al mejor estilo Luna de Avellaneda o El hijo de la novia.
La historia de una rehabilitación o de cómo se plasma el suicidio adictivo recuerda al mejor Luigi Pirandello en donde cada paciente -como decía el gran italiano- es un personaje en busca de un autor. Necesitamos tratar de comprender esa novela de vida. Prevenir (palabra dejada de lado en la cultura) en todos los ámbitos educativos y familiares, así como en la sociedad, detectar precozmente los primeros consumos, atender en sistemas profesionalizados, todo esto lo debemos promover. Salir a la calle a prevenir y llamar a organizaciones ciudadanas a enfrentar esta eutanasia programada que genera gran plusvalía. De lo contrario desde mi punto de vista seguiremos promoviendo lo que M. Shellenberger describe de la San Francisco que se ha vuelto loca.