UNA MIRADA DIFERENTE

Dos vergüenzas, muchas dudas

Un momento de culebrón político y de muchas incertidumbres económicas que no se despejan y de logros anunciados que no se consiguen.

El título refleja la intención de resumir la semana político-social, una forma de sintetizar el estado de cosas del país. Ya en la nota de la semana pasada la columna se había referido -modestamente con alguna anticipación a lo que luego repitieran algunos- a la vergüenza que representaba para todos los argentinos el hecho de tener una expresidente condenada por el abominable delito de corrupción durante el ejercicio de sus funciones.

Finalmente los mandatarios también representan y simbolizan a sus ciudadanos en las aberraciones que cometen. 

Esa vergüenza ahora se ve ampliada con la trampa a la que se han dejado llevar (conscientes o no de ello) los jueces de ejecución de sentencia, que aparecen ahora como soldaditos de plomo de la condenada ex, que deliberadamente va dando nuevos pasos que los humillan y con ello humillan y ridiculizan a la justicia argentina y a todas las víctimas de sus delitos. 

Lo que está ocurriendo con la ejecución de sentencia de Cristina Kirchner, y lo que seguirá ocurriendo si no se actúa valiente y seriamente, es un sainete payasesco que quita todo respeto institucional a la República, y que llevará a otros pasos de comedia disparatada en que se ha transformado este culebrón. 

  Defender lo indefendible

Como si no hubiera querido quedarse atrás en el papelón, el Presidente en ejercicio se ocupó de conceder otro reportaje complaciente, en el que dedicó un espacio a defender a una diputada no capacitada ni informada, que había comprendido mal y explicado peor lo que le habían dado para declarar sobre el costo de la canasta mínima para no encuadrarse en la categoría de pobre. Defendió lo indefendible, y eligió para ello el camino de fustigar al periodista que había entrevistado a su amiga diputada, al que insultó, para luego difamar a un economista específico y luego volver a insultar a periodistas y economistas que no comparten sus ideas a los que considera incapaces o cosas peores. 

No es una vergüenza comparable a la que representa la expresidente en ejercicio de su condena, pero es igualmente vergonzoso que un presidente se conduzca de ese modo, como tampoco es sano que ese tipo de comentarios no merezcan alguna observación del entrevistador. También es vergonzoso que el mandatario defienda a una diputada que ha sido pública y reiteradamente descalificada por mentir sobre su título y su supuesta formación universitaria, por plagio en sus artículos, por sus raras tareas de lobby y por su precariedad, que además usó un argumento incorrecto para sostener un punto de debate público. 

Paradojalmente, lo único que la defendida presidencial esgrime como formación cierta, (sujeto a lo que confirme la ESEADE) es un cursillo de 3 meses sobre Economía Austríaca, que no tiene nada que ver con formación universitaria ni terciaria, y cuyo contenido no refleja justamente la línea económica que está aplicando el actual gobierno, a menos hasta ahora, aunque jure que sí. 

Ya se ha dicho, en la columna y en muchos otros medios, que el discurso económico oficial y la política aplicada no son consecuentes, para no decir que son discrepantes, con lo que no siempre hay fundamentos técnicos que permitan hacer creer al insultante que tiene derecho a proferir denuestos contra los que teóricamente piensan como él cuando lo critican por no actuar como dice que piensa. Suponiendo que tenga el derecho de insultar a quienes no coinciden con él, y de fomentar a sus partidarios y acólitos a que hagan lo mismo. 

No hay derecho a acallar las opiniones y aún las críticas con el miedo a ser insultado, denostado, descalificado profesionalmente, ofendido o acosado.  Y mucho menos lo hay cuando el llamado plan no tiene aún una continuidad clara. Buena parte de las medidas que se presentan como orgánicas han sido de carácter monetario o de manipulación de Banco Central, o cambiarias. Casi una sucesión de parches, matizadas con algunas medidas de desregulación de limitado efecto e importancia.       

  Dudas sobre la continuidad

Esta semana se incrementaron las dudas sobre esa continuidad. El crecimiento que pregona el gobierno no es tan evidente ni tan seguro.  Y si el blanqueo de dólares que se presentó como una medida genial que a su vez venía a remediar el fracaso de otras medidas geniales, fracasa o no produce el efecto esperado, habrá que inventar otra esperanza. El peligro económico es que todo se reduzca a un esquema en que se espere tomar más deuda para sostener el tipo de cambio y más crédito para pagar las renovaciones que no pueden postergarse más sus intereses, unido a la sustitución de la deuda en pesos por deuda en dólares que se está produciendo.

El peligro político es que no se llegue a las elecciones con algunos efectos positivos que perciban las clases media y bajas, sufrientes del ajuste. Habrá que ver si el relato oficial y las afirmaciones contundentes del gobierno de que todo se encamina al mayor crecimiento y a más empleo se prueban en los bolsillos o no. Y ahí no bastará con amedrentar a los críticos con jaurías de trolls y de insultos, ni con las afirmaciones y explicaciones memorizadas de diputadas ignorantes y streamers desbocados igualmente analfabetos funcionales. 

Sería por eso útil para LLA que la convicta jefa del peronismo no perdiera vigencia política, para tener así un cuco que exhibir para amedrentar a los votantes mostrando las consecuencias posibles de no votar por el oficialismo.  

El superávit fiscal, que se enarbola como una diferencia importante con otras muchas oportunidades en que se recurrió al ancla cambiaria como modo de combatir la inflación, y al dólar administrado barato y las retenciones como modo de dejar conforme al proteccionismo telúrico prebendario a fuerza de más endeudamiento, no garantizan lo que el presidente y su estado mayor económico creen que garantiza y defienden a puro insulto y descalificación. Mucho más cuando prácticamente se ha saboteado el consumo con un ajuste ideado y ejecutado como un ejercicio matemático donde la acción humana, el principio central de la economía austríaca a la que el presidente se convirtiera hace pocos años, no se tomó en cuenta o se manipuló como en cualquier sistema de administración central planificada, como diría Hayek. 

Dos vergüenzas, muchas dudas. Ojalá el invierno que hoy empieza sea sólo una cuestión climática y no un símbolo.