A cinco años de la sanción de la Ley de Dificultades Específicas del Aprendizaje, todavía hay poca formación docente y tratamientos
Dislexia: el desafío en la vuelta al aula
Durante el cierre forzoso de las escuelas por la pandemia, hubo un gran retroceso en la alfabetización, pero también cambios en la forma de enseñar y aprender por el uso de herramientas tecnológicas que ayudaron a los alumnos con déficit de lectura y escritura.
Con el regreso de los chicos a las aulas, junto a las ventajas indiscutibles de la presencialidad, volvieron también otros problemas que surgen sólo dentro del espacio escolar, como el sufrimiento de los alumnos con Dificultades Específicas de Aprendizaje (DEA), que hoy se ven nuevamente enfrentados a las viejas barreras de acceso al conocimiento.
Durante el cierre de los colegios, la manera de enseñar y aprender se vio también atravesada por la implementación de herramientas tecnológicas, que posibilitaron un mejor desempeño en muchos alumnos con dificultades en los procesos de lectura, escritura y cálculo matemático. El desafío hoy es mantener en la vuelta a clases los avances que se evidenciaron en la escuela en pandemia.
LEY DE DISLEXIA
Al cumplirse cinco años de la sanción de la ley 27.306, aunque cada vez más visibilizadas, las dificultades conocidas como dislexia (lectura), disgrafía (escritura) y discalculia (cálculo), que afectan al 10 por ciento de la población, continúan siendo ignoradas por los sistemas educativo y sanitario.
“El Consejo Federal de Educación debería tener un papel proactivo en cuanto a la implementación de políticas públicas para la difusión de la problemática de las DEA. Sin embargo, en estos cinco años, no se hizo: no hay nada institucional”, sostuvo el pediatra Gustavo Abichacra, ex presidente y miembro del comité científico de la Asociación Dislexia y Familia (Disfam Argentina).
“La ley habla de la ʻdetección tempranaʼ, pero no hay ninguna acción en esa línea, más que el saber del propio docente para sospechar que un alumno puede llegar a tener una DEA -dijo el especialista-. Hoy hay pruebas específicas para advertir factores de riesgo que se pueden hacer antes de que el chico empiece a leer, evitando los daños emocionales posteriores, como depresión, ansiedad, autolesiones y hasta intentos de suicidio.”
“Sin embargo, las escuelas están influenciadas por corrientes psicoanalíticas que piensan que la dislexia es un tema de madurez, cuando se trata de un trastorno que tiene una base neurobiológica y es hereditario -explicó Abichacra-. El hecho de pensar que es una cuestión de tiempo, retrasa la detección y la aplicación de las adaptaciones.”
“En cuanto a la cobertura de los tratamientos, las obras sociales y prepagas ponen todavía muchas limitaciones y no hay profesionales idóneos y formados en el tratamiento de las DEA, por lo que los chicos deambulan mucho tiempo en los consultorios hasta que dan con un diagnóstico, que muchas veces es tardío o erróneo”, expresó el pediatra.
FORMACIÓN DOCENTE
Según Abichacra, quien integró el comité de especialistas que asesoró al Congreso para la sanción de la Ley de DEA, el principal problema sigue siendo la “falta de formación docente institucionalizada”.
“Hay muchos errores que pueden ser fácilmente solucionados, como, por ejemplo, las adaptaciones de acceso y de forma, que son obligatorias según la Ley -contó el médico-. Hoy todo depende de las ʻcreenciasʼ del docente, que le da al chico una tabla pitagórica, pero no una calculadora, porque considera que no la necesita. Las adecuaciones no están basadas en comentarios, sino en evidencia científica”.
“Quedan muchas heridas cuando a un chico se le dice que es un ʻvagoʼ y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano: un niño con dislexia tarda hasta tres veces más de tiempo y gasta hasta cinco veces más de energía que sus compañeros para realizar una tarea escolar. Es como si fueras corto de vista y no te doy los anteojos porque considero que lo podés hacer igual. Seguramente lo podrás hacer, pero tiene un costo enorme. No tiene sentido no brindarle la herramienta, que no es una ventaja, sino un derecho”, ejemplificó.
Otro de los graves problemas que todavía persisten es que en la mayoría de los colegios para hacer las adaptaciones se pide que los alumnos presenten un CUD (Certificado Único de Discapacidad) o que se establezca un PPI (Proyecto Pedagógico Individual), cuando no son necesarios.
“Con un simple diagnóstico de riesgo, todas las escuelas deberían hacer las adecuaciones de acceso y forma. En el 50% de los casos de DEA hay un antecedente de trastornos del lenguaje, que se detectan a los 3 o 4 años. Lo peor que podés hacer es esperar, porque es el momento en que el cerebro tiene mayor plasticidad para hacer las conexiones cerebrales que le permitan aprender a leer”, explicó el médico.
“Lo más importante es el hecho de que vos entregás en la escuela un chico sano y después termina enfermo por no hacer lo que corresponde: por un diagnóstico tardío, por la falta de detección precoz, por la falta de realización de adaptaciones y por la falta de interpretación del cuadro por pensar que se trataba de factores emocionales y no por causas neurobiológicas y hereditarias”, subrayó Abichacra.
LAS FAMILIAS
Uno de los fenómenos más importantes del último año en materia educativa es el empoderamiento de las familias, protagonistas de la lucha por la reapertura de las aulas, como motor de los cambios en el sistema educativo.
“Fueron las familias las que impulsaron en estos cinco años la implementación de las adaptaciones. Al principio, fue sólo en los exámenes, tomando de forma oral o anticipando los textos. Después, las escuelas fueron entendiendo que había que modificar no sólo las evaluaciones, sino toda la enseñanza. Aunque todavía cuesta, hay un cierto cambio en las instituciones, que se están dando cuenta que son chicos inteligentes que tienen otra manera de aprender”, sostuvo la psicopedagoga Rufina Pearson, autora del libro “Dislexia, una forma diferente de leer” e investigadora de la UCA.
“Hoy hay una ecuación muy interesante que tiene que ver con la existencia de la Ley; la pandemia, que hizo que los docentes se despertaran y modificaran su enseñanza, y los padres, que también comenzaron a estar conscientes de cómo aprenden sus hijos y exigen a directivos y maestros las adaptaciones que necesitan”, explicó la psicopedagoga.
“Lo bueno de que haya ley es que los alumnos y sus familias pueden reclamar por sus derechos. Pueden ir a la Superintendencia de Servicios de Salud y exigir una cobertura; pueden ir a una institución y reclamar a los directivos que se hagan las adaptaciones y, si se niega, ir a la Supervisión o al Ministerio de Educación para que la Ley se cumpla. Hoy no debería ser necesario judicializar los casos, pero los grandes obstáculos siguen siendo la falta formación docente y el sesgo de creer que las DEA son cuestión de maduración”, dijo Abichacra.
APRENDER EN PANDEMIA
Otro hecho llamativo que se produjo durante el cierre de las escuelas fue la multiplicación de diagnósticos, porque los padres que se quedaron en las casas advirtieron las dificultades que tenían sus hijos a la hora de leer y de hacer los trabajos escolares
Los alumnos más perjudicados fueron los del primer ciclo -sala de 5 y primer y segundo grado- para quienes se agrandó la brecha, porque necesitaban las habilidades básicas como leer, comprender, escribir y calcular. “La pandemia le quitó a los chicos tiempo de exposición en el aula, y para aprender a leer y escribir se necesita de un docente presente, que lleve adelante una enseñanza continua y explícita”, expresó Pearson.
En cambio, en el segundo ciclo, como ya tenían una base, pudieron utilizar la tecnología como vía compensatoria y, de hecho, muchos alumnos con DEA se destacaron con respecto de otros que no tienen dificultades. “La excepción fueron los que no estaban detectados o los que tenían un nivel muy bajo”, señaló.
En ese contexto, la implementación de herramientas tecnológicas para el diseño de la enseñanza trajo como beneficio secundario la aplicación ʻde hechoʼ de adaptaciones de acceso y forma que terminaron beneficiando a los adolescentes con dificultades para leer.
“Muchos colegios usaron plataformas como Classroom para sus clases, lo que les dio a los alumnos la posibilidad de tener más tiempo para hacer los trabajos prácticos y demostrar su aprendizaje desde distintos lugares y, en lugar de tener evaluaciones de memoria, el poder servirse de la información que está en internet”, expresó Pearson.
“La no presencialidad hizo que los colegios tuvieran que adaptar la enseñanza para todos, porque los chicos ya no podían aprender de la manera, y se pasó de una enseñanza memorística a resolver situaciones problemáticas, y eso benefició a los chicos con DEA, que tienen una inteligencia normal”, enfatizó Pearson.
Entrevista a Ruth Rozensztejn, especialista en capacitación en Nuevas Tecnologías y DEA
Un curso online diseñado para que los docentes realicen adaptaciones
Las Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA) son una condición del ser humano que, si bien se hacen evidentes en la escuela, acompañan a las personas a lo largo de toda la vida. En ese sentido, si se eliminaran las barreras de acceso, por ejemplo con una herramienta tecnológica, esa “dificultad”, que es “específica”, perdería peso y permitiría surgir en todo su esplendor las potencialidades de cada uno. Ese es el enfoque del curso virtual gratuito “Herramientas para una educación inclusiva. Dislexia: desde el aula al mundo del trabajo”, disponible en http://www.dislexiacampus.com.ar/ y creado por la psicóloga y especialista en Capacitación en Nuevas Tecnologías y DEA, Ruth Rozensztejn, junto a la dra. Liliana Fonseca.
-¿Qué se encuentra un docente en “Dislexia Campus”?
-La idea era hacer un curso en el que se mostrara, con base científica, qué es y qué no es la dislexia, y que trabajara la problemática desde el aula hasta el mundo del trabajo, porque no es un fenómeno exclusivo de los chicos que empiezan a leer en primero grado, sino que es una condición que acompaña a las personas a lo largo de toda la vida.
Además de información teórica, la idea central era pensar a las personas con DEA desde sus fortalezas, de manera que el docente adquiera las nociones básicas para ponerse a trabajar rápidamente, sin necesidad de largas formaciones. Se trata de un curso de dos horas de pantalla (si se lo ve de corrido), intenso, profundo y, sobre todo, práctico, con intervenciones basadas en la evidencia.
-¿Por qué encarar la dislexia desde el enfoque de la educación inclusiva?
-El origen de esta dificultad específica es neurobiológico, pero puede causar un alto impacto emocional que afecta a todas las áreas de la vida. Cuando un docente logra ver las fortalezas en lugar de las fallas, puede haber un cambio: evaluamos a los alumnos todo el tiempo por lo que no pueden hacer, sin darle la posibilidad de que nos muestren lo que sí son capaces.
-¿Cómo ayuda la tecnología a los alumnos con DEA?
-Dentro de las adaptaciones de acceso, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) cumplen un papel central. En el artículo 6° de la Ley de Dislexia se estipula que, entre los materiales de apoyo, se debe facilitar el uso de dispositivos electrónicos como computadoras, calculadoras y tablets.
La “accesibilidad” es hacer lo mismo de otra manera. La misión de la lectura es poder comprender el mensaje que el texto nos quiere brindar, sin importar de qué manera se concrete: así hay lectura visual, pero también táctil (en braille) y auditiva, porque se “lee escuchando”.
Una persona con dislexia puede hoy hacerse leer el texto en voz alta o dictar lo que quiere escribir con una simple aplicación en su celular, o bien utilizar el autocorrector para suplir los cambios de lugar de las letras o la sustitución de palabra.
Estas herramientas tienen un impacto muy positivo no sólo en los alumnos, sino también en las familias, que antes pasaban horas en peleas y discusiones para hacer una tarea escolar. Permitir en las escuelas el uso de las TIC es un derecho.
-¿Cuál es el principal desafío hoy?
-Lamentablemente, con la presencialidad, se está volviendo a las prácticas anteriores, como el uso de fotocopias. Durante la pandemia, todos pasamos por la digitalización de las clases: el simple hecho de darle acceso a los archivos digitales puede cambiarle la vida a nuestros alumnos, porque pueden hacer las modificaciones de acceso que necesiten, como cambiar el tamaño de la letra o que la computadora se lo lea voz alta. La pandemia fue, en ese sentido, un gran acelerador del uso intensivo de la tecnología en la educación. Ya experimentamos lo que sirve, no podemos volver al pasado.
¿QUÉ DICE LA LEY?
La ley 27306/16 declara de interés nacional el abordaje integral e interdisciplinario de los sujetos que presentan Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA).
La norma se sancionó para garantizar el derecho a la educación de quienes presentan alteraciones neurobiológicas que afectan la lectura, la escritura o el cálculo matemático.
Asimismo, se establece que las obras sociales y las prepagas deben cubrir los tratamientos de las DEA, incluidos en el PMO (Programa Médico Obligatorio).
LAS ADAPTACIONES
Bajo el paradigma de la educación inclusiva, el artículo 6° lista las acciones que los establecimientos educativos deben realizar para garantizar el derecho a la educación:
● Dar prioridad a la oralidad, tanto en la enseñanza de contenidos como en las evaluaciones.
● Dar más tiempo para realizar las tareas y evaluaciones.
● Asegurar que se han entendido las consignas.
● Evitar exposiciones innecesarias en cuanto a la realización de lecturas en voz alta frente a sus compañeros.
● Facilitar el uso de computadoras, calculadoras y tablets.
● Evitar copiados o dictados extensos.
● Ajustar los procesos de evaluación a cada persona.
Finalmente, la ley establece de forma taxativa que todos los docentes deben “asumirse como promotores de los derechos de niños, niñas, adolescentes y adultos” y que “las contextualizaciones no implican otorgar ventajas frente a sus compañeros, sino ponerlos en igualdad de condiciones frente al derecho a la educación”.