Mirador político

Diagnóstico realista de la expresidenta

En su discurso del 25 de Mayo, Cristina Kirchner planteó una serie de críticas al peronismo impensables en otros tiempos, que llamativamente tuvieron poca prensa. Fueron hechas con la vista puesta en su interna con Axel Kicillof pero, más allá de esa disputa, demostraron que sigue siendo la dirigente con mayor iniciativa de su sector. Afirmó, entre otras cosas, que: 1) los peronistas, si no quieren quedar en ridículo, deben abandonar las críticas indiscriminadas a las medidas del Gobierno como, por ejemplo, el blanqueo de dólares del “colchón” por un monto de 50 millones de pesos; 2) también, dejar de creer que los pobres que abandonen a Javier Milei van a volver al votar al PJ, y 3) dejar de predicar el Estado presente y hacerlo eficiente. Hasta propuso “discutir la actualización laboral”, párrafo que seguramente no generó el entusiasmo de la CGT.

Lo que en boca de cualquier otro hubiera resultado una blasfemia fue recibido con sonrisas y aplausos por los militantes nacionales y populares que estaban siendo amonestados.

Esa fue la introducción; hubo mucho más. Justificó la motosierra de Milei, calificándola de construcción “mentirosa, pero eficaz”, porque había movilizado a quienes reciben un pésimo trato por parte de la burocracia estatal y el punto culminante llegó con el planteo de la necesidad de proponer a la sociedad un nuevo modelo “sin prejuicios ni falsos clisés históricos y culturales”.

Después de dos décadas de estatismo, emisionismo desenfrenado y un déficit fiscal extravagante, propuso una revisión del modelo K que Kicillof y sus seguidores siguen sosteniendo como alternativa a la “tabula rasa” de Milei. Esa no la vieron venir.

Ante el difícil panorama electoral que se le avecina, la dos veces presidenta propuso a sus compañeros “dejar de ser militantes electorales” para volver a ser “militantes políticos”, es decir construir para el mediano plazo. Justificó su propuesta con un argumento demoledor: muchas veces los procesos sociales determinados por la economía no coinciden con el calendario electoral.

En otras palabras, el freno a la inflación logrado por el Gobierno es un arma que no estamos en condiciones de vencer, ni siquiera con todos los medios de comunicación a favor. Mejor empezar a planear para 2027.

Dio tácitamente por perdida la batalla de octubre, fundándose en un análisis realista. Hasta ahora, el peronismo oficial viene perdiendo todas las elecciones provinciales y la de CABA de hace 10 días demostró que el rechazo al gobierno (mayor al 50%) se expresa mediante el ausentismo, no con el voto a una oposición que no representa una alternativa viable.

Por último, Cristina Kirchner propuso “abandonar los egos”, un mensaje con destinatario evidente: Axel Kicillof. Dejó así a la vista que la discusión en el peronismo no es por propuestas -económicas, políticas o de cualquier tipo- sino por un liderazgo que está vacante. Eso excede la cuestión ideológica, se resuelve en las urnas y no puede esperar hasta 2027.