Efemérides

Día del escritor

Leopoldo Lugones -llamado por Rubén Darío “la nota más vibrante de la poesía argentina”- nació un 13 de junio de 1874, en Villa de María del Río Seco, Córdoba. Esa es la razón por la cual tal fecha fue designada como Día del Escritor.

El autor de La Guerra Gaucha fue cofundador de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y su primer presidente.

Cabe, entonces, interrogarse: ¿Qué entendían los creadores de esta institución sobre el hecho de ser escritor? Porque escribir es un oficio, una labor que, como todas, tiene aficionados, hobbistas y profesionales. Donde hay profesión hay trabajo; y si es trabajo es imposible pensarlo de otra manera que no sea una labor remunerada. De inmediato comprobaremos que así lo entendieron aquellos fundadores la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) cuyos nombres quedaron plasmados en el acta de creación.

Fue el 8 de noviembre de 1928, durante una reunión convocada por la Primera Feria Nacional del Libro, celebrada en el Teatro Cervantes (Buenos Aires), que se constituyó la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). Su primer presidente fue Leopoldo Lugones acompañándolo como vicepresidente: Horacio Quiroga; secretario: Samuel Glusberg; tesorero: Manuel Gálvez, vocales: Rafael Alberto Arrieta, Enrique Banchs, Jorge Luis Borges, Leónidas Barletta, Arturo Capdevila, Nicolás Coronado, Baldomero Fernández Moreno, Roberto Gache, Alberto Gerchunoff, Arturo Giménez Pastor, Roberto F. Giusti, Víctor Juan Guillot, Enrique Larreta, Roberto Ledesma, Carlos Alberto Leumann, Ezequiel Martínez Estrada, Álvaro Melián Lafinur, Félix Lima, Pedro Miguel Obligado y Ricardo Rojas; administrador: Rómulo Zavala; asesor letrado: Dr. Augusto Rodríguez Larreta.

De inmediato redactaron el estatuto, donde se lee que entre los fines de la SADE se encuentra “la defensa gremial del escritor.” No quedan dudas, entonces, que aquellas personas que hicieron la Literatura Argentina del siglo XX entendían que escribir no es otra cosa que un trabajo y que, por ello, quienes realizan dicha labor requieren una adecuada defensa gremial.

Es interesante traer a la memoria que allá por los años setenta del siglo pasado, la C.D. de SADE emitía comunicados -que eran publicados en los suplementos culturales de los diarios La Nación y La Prensa- indicando los montos mínimos que un autor debía percibir por dar una conferencia, escribir un artículo, participar en una mesa redonda o ser jurado.

EL BOLO

Aunque hoy suene a relato fantástico, hasta los años ochenta fue usual -y lo viví personalmente- que cuando un escritor participaba en un programa de televisión cobraba – como mínimo – “el bolo”, a través de Argentores. Su sola condición de escritor lo hacía acreedor a la percepción de esa suma de dinero que, si bien pequeña, implicaba reconocer que dicha presencia televisiva era considerada un acto laboral.

Entendemos que las labores intelectuales en general y la del escritor en particular han estado perdiendo respeto en todo sentido y, más aún, en lo que hace a percepción de honorarios. Por eso mismo es que nos permitimos señalarlo cuando se cumple un nuevo Día del Escritor invitando a la búsqueda de que el oficio de escribir vuelva a tener la consideración profesional que merece y le corresponde y que fue perdiéndose, paulatinamente, en la Argentina desde hace, al menos, cuatro décadas.

Para finalizar, entender, por ejemplo, que cuando se nos pide dar una conferencia y se termina la frase con “después, a la salida, te invitamos a cenar” eso implica una descalificación. En todo caso lo que nos tienen que decir es a nombre de quién hacemos la factura por el trabajo realizado.

* Antonio Las Heras fue secretario general de SADE (1998/2001) y actualmente integra la Comisión Directiva con el cargo de secretario de prensa. e mail: alasheras@hotmail.com