“Detrás de toda adversidad, hay una oportunidad de crecimiento y maduración”
La denominada “pandemia”, las restricciones impuestas, el miedo instaurado y las políticas de control social generaron un impacto profundo en nuestras vidas, en nuestra forma de pensar y en nuestra percepción del mundo. Pero, como nos invita la autora Celia Antonia Mosquera en su libro "El lado luminoso de la cuarentena ...y todo lo que vino después" (Editorial Hormesis), cada acontecimiento adverso lleva en sí mismo la semilla de una oportunidad de transformación, maduración y aprendizaje. Este libro es mucho más que una crónica de los años oscuros; es un llamado a descubrir cómo podemos convertir las crisis en catalizadores de nuestro crecimiento interior, tanto a nivel personal como colectivo.
VISION CRITICA
Mosquera, abogada, exdocente en la Universidad de Buenos Aires y mujer de profunda sensibilidad, nos ofrece en su obra una mirada alternativa a la versión oficial de la denominada “pandemia de covid-19” y las medidas tomadas en nombre de la ciencia. Se define como una mujer amante de la vida en sus múltiples formas: la naturaleza, la filosofía, la espiritualidad y el arte, lo cual puede advertirse a través de las páginas del libro, en el tono cordial de su escritura.
“No está mal cuestionar la palabra de la ciencia, en especial si notamos que lo que se nos está contando desde quienes esgrimen la autoridad nos resulta extraño, dudoso o absurdo”, afirma.
En ese sentido, la autora pone de manifiesto el lado más humano detrás de la ciencia, reconociendo errores, intereses políticos y económicos, y sugiriendo que, en muchos casos, la ciencia ha sido secuestrada por la política y corporaciones que buscan adormecer la razón y manipular a la población.
Mosquera señala la importancia de no aceptar ciegamente las verdades impuestas desde el Estado, los medios o la comunidad médica, recordando que “detrás de la ciencia están los científicos y ellos son humanos también, con intereses, errores y, en muchos casos, con una influencia política o económica que distorsiona los hechos”.
La evidencia de que la ciencia puede ser secuestrada por intereses políticos es manifiesta, y Mosquera lo denuncia con argumentos claros y ejemplos concretos. En tiempos en los que se manipularon datos y se censuraron voces disidentes, la autora advierte que “el verdadero riesgo no radica solo en la enfermedad, sino en el control social que se ejerció a través del miedo y la confusión”.
La “pandemia”, en su opinión, fue utilizada como una estrategia para arrasar derechos fundamentales y consolidar un poder corporativo y estatal que busca reducir a la población a un estado de sumisión.
Asimismo, hace hincapié en que este evento, más allá del miedo y el sufrimiento, sirvió como un espejo en el que muchas personas pudieron confrontarse con sus propias creencias, temores y valores.
EL PODER DE LA MENTE
Un concepto central del libro es el papel crucial que jugó la mente en nuestra experiencia de la cuarentena. “La diferencia entre una comunidad que se deja manipular y otra que cuestiona radica en la templanza, la confianza en uno mismo y la capacidad de no aceptar ciegamente lo que nos dicen”, reflexiona.
La autora menciona que “en esa época, la mente de cada uno fue la que marcó la diferencia: si creíamos a rajatabla lo que se nos decía o si decidimos cuestionarlo”.
La resistencia interior, la libertad de pensamiento y el autoconocimiento de las verdades propias emergen como pilares de la nueva humanidad que puede nacer tras estos tiempos difíciles, propone Mosquera.
El proceso de transformación interna es fundamental: cuando logramos identificar y despejar las dudas que nos generan las verdades oficiales, podemos avanzar hacia una etapa en que la autoconfianza y la libertad de pensamiento sean los guías, apunta. La “pandemia” fue, en realidad, una oportunidad para revisarnos y aceptar que la verdadera fuerza reside en nuestro interior. Solo así, podemos experimentar esa libertad que nace de saber que somos dueños de nuestra historia y de nuestra salud emocional y física.
PRINCIPIOS DEL DERECHO NATURAL
Mosquera invita también a recordar que existen principios universales de justicia, los cuales son intrínsecos al ser humano y no dependen de leyes creadas por el sistema. “El derecho natural postula que hay principios de justicia que el ser humano posee de forma intrínseca, independientes de las leyes”, recalca, para luego añadir: “Cuando se destruyen estos principios, como sucedió en 2020 y años posteriores, se vulneran los derechos más básicos y se pretende controlar no solo el cuerpo, sino también el alma y el espíritu”.
Cuando estos principios se vulneran, la dignidad y la libertad de las personas se ven amenazadas. La “pandemia” fue una prueba a esos principios, ya que el miedo y la incertidumbre llevaron a muchos a aceptar medidas que, en algunos casos, violaban derechos fundamentales y principios éticos.
En opinión de la autora, este evento fue una prueba de fuego para nuestras convicciones, para preguntarnos: ¿queremos seguir en un mundo dominado por la sumisión, la obediencia ciega y la apatía, o aspiramos a una vida con sentido, libertad y autenticidad? “El verdadero desafío fue decidir qué lugar en el mundo queremos ocupar… el de la sumisión o el de la valentía para defender lo propio”, subraya.
EL LADO LUMINOSO
¿Es posible, entonces, ver el lado luminoso de la cuarentena? La respuesta es sí. La autora sostiene que los eventos adversos sirven para potenciar la transformación interna si tenemos la voluntad y la paciencia de mirarnos desde otras perspectivas. La adversidad, en su estilo claro y pragmático, evidenció lo que muchos intuían, pero pocos expresaban: que la realidad que se nos presenta en los medios y las instituciones oficiales no siempre refleja la verdad.
“Lo ocurrido a partir del 2020 fue tan feroz como luminoso para quienes lograron transformarse”, afirma Mosquera. La oportunidad de esta crisis no fue solo de supervivencia física, sino de reparación espiritual y mental.
El desafío consistió en no dejarse arrastrar por el miedo, mantener la firmeza y la empatía, proteger la dignidad y aprender a cuestionar las verdades aparentes, sugiere.
La adversidad se convirtió en espejo de las falencias propias del sistema y las propias mentes. “La crisis salvó a muchos de una existencia automática, apagada”, indica.
TESTIMONIOS
Para ilustrar esta idea, la autora comparte las entrevistas a 12 personas que, sin temor a la censura ni a las presiones, decidieron seguir su propio camino. Médicos, psicólogos, artistas, periodistas, abogados y científicos que gritaban desde sus lugares que otro mundo es posible, que la libertad mental y espiritual no puede ser sometida.
“Los entrevistados que fui convocando era gente que venía leyendo y sintiendo admiración por el modo en que comunicaban, en un contexto que dependía de una mirada única. Me pareció ya entonces muy interesante no solo comunicar algo distinto, sino cómo se comunicaba lo distinto, con seriedad, con solidez. Me interesaba ahondar en cómo empezaron ellos a tomar la decisión de meterse en estos temas y comunicar”, confiesa.
“Uno de los anhelos que despertó mi decisión de escribir al respecto fue el causar la curiosidad a quien aún no la tuviera o aumentarla en quienes ya venían interesados sobre la materia, para que continúen su investigación personal”, argumenta Mosquera, quien agrega que otro deseo fue el “homenajear a los valientes que no se dejaron acallar”. “Por eso presenté estas historias y ejemplos de los doce entrevistados: ellos reflejan el vivo modelo de un humano que siente y que acciona, que se atreve a disentir, que se siente libre para manifestarse, que atraviesa el temor y que tiene su mirada puesta en un propósito mayor. Todos, tras el vendaval, salieron fortalecidos”, escribe la autora.
Por último, explica que, si bien todos los temas abordados en el libro pueden complementarse entre sí y lograr un trabajo autosuficiente, “pueden ser tomados también como preliminares o invitaciones a la reflexión, como puntos de partida para seguir indagando, analizando y poniendo en perspectiva”.
