Detalles de un romance literario

Portugal recuerda la fervorosa pasión lusa de Antonio Tabucchi. Se recorren en Lisboa las etapas del enamoramiento que unió al escritor italiano con la vida y la cultura portuguesas. El flechazo empezó con la obra de Fernando Pessoa.

Portugal sabía que el escritor italiano Antonio Tabucchi (1943-2012) sentía amor por el país pero se le escapaba cómo había nacido ese afecto. Al menos hasta ahora, en que una exposición en Lisboa, repleta de recuerdos y documentos inéditos, detalla los pormenores del romance.

Todo comenzó en 1965, "o antes", reflexionó en entrevista la viuda del escritor, la portuguesa Maria José Lancastre, a las puertas de la muestra Tabucchi y Portugal, que hasta el 7 de mayo se organiza en la Fundación Gulbelkian de Lisboa.

"Por primera vez se documenta la relación de Tabucchi con Portugal. Es una relación muy fuerte, todo el mundo lo sabe, pero hasta ahora no se conocían los detalles", explicó Lancastre, quien además es curadora de la exposición.

La muestra es el plato fuerte de Galaxia Tabucchi, iniciativa que, con coloquios y proyecciones documentales, llevó a la capital lusa a decenas de expertos italianos (y no solo) del escritor al que se conoce como el extranjero que mejor comprendió el alma lusa.

Su viuda está de acuerdo con esta descripción, tanto que quizá por eso, apuntó, Requiem (1992) "tocó tanto a los portugueses".

"Es un conocimiento del país por dentro, como se conoce a una persona cuando se vive con ella, en intimidad: los defectos, las cualidades, los entusiasmos, las tristezas, todos los detalles de alguien con quien tenemos gran intimidad, y él tenía una gran intimidad con Portugal", señaló sonriente.

INTIMIDAD

De esa intimidad sobran pruebas en la muestra: cartas de los ex presidentes portugueses Mário Soares y Jorge Sampaio, fotografías privadas, algunas del propio Tabucchi, que retratan el río Tajo; otras, con grandes artistas lusos, como Paula Rego, quien realizó las ilustraciones de una edición en 2003 de su libro Fuego.

También figuras de cerámica que lo representan junto al poeta Fernando Pessoa, el responsable de que un jovencísimo Tabucchi, al leer un poema suyo en París a principios de los "60, decidiese que iba a aprender ese idioma. Así fue que terminó por repartir su vida entre Italia y Portugal, "al que visitó durante 47 años seguidos", subrayó Lancastre.

"Sueño en portugués", llegó a decir el escritor en una entrevista a la prensa lusa, fascinada por un autor que los puso frente al espejo siempre a través del placer, pues el italiano tenía claro que "la escritura tenía que ser una cosa lúdica".

Así se explica, por ejemplo, el tono de Sostiene Pereira (1994) su gran éxito internacional, que contaba la historia trágica pero al tiempo divertida de Pereira, un periodista que, en la Lisboa de la dictadura salazarista -y entre sudores y la corrección de obituarios prematuros- se cuestionaba su vida.

INEDITOS

De Pereira sobran referencias en esta muestra, que incluye fotos de Tabucchi con Marcello Mastroianni, quien dio vida al sofocado periodista en la gran pantalla, durante el rodaje de la cinta.
También hay cosas inéditas, como la primera página del primer cuaderno del manuscrito de Requiem, en la que enumera los personajes, o un poema manuscrito de 1967 sobre Lisboa, ciudad donde reposan sus restos mortales y que se deshizo en elogios a su muerte.

Son pruebas de su pasión, porque así se vertebra esta muestra, como una gran historia de amor que, al recordarla, solo saca sonrisas.

Todo procede de sus archivos que permanecen en Lisboa, aunque otra parte importante de ellos fueron cedidos a la Biblioteca Nacional de Francia; Tabucchi pasó en ese país gran parte de sus últimos años, para salir de una Italia en la que dejó su biblioteca.

Tabucchi se consagró como el mejor experto y traductor italiano de Pessoa, también como un prolífico autor: Piazza d"Italia (1975) inició un recorrido que incluyó los conocidos Nocturno hindú (1984), La cabeza perdida de Damasceno Monteiro (1997), Los tres últimos días de Fernando Pessoa (2000) o El tiempo envejece deprisa (2009).

Con sus recuerdos y muestras de las decenas de entrevistas que concedió, Tabucchi y Portugal pretende indicar a los expertos en su obra de dónde vino tanto interés por el país, e "incentivar" a los portugueses a que se acerquen a su trabajo, que no perseguía explicarlos, simplemente volvía a lo luso porque lo amaba.

Pero, como en cualquier historia de amor, también había cosas de Portugal que sacaban de quicio al autor. Lancastre soltó una carcajada antes de confesar qué era.

"La lentitud. En la cosa burocrática, a veces en los comercios. Pero tenía mucha ternura por los defectos de los portugueses. A veces tenía furia... pero las cualidades, para él, eran superiores. Apreciaba mucho la generosidad de los portugueses y la modestia. Eso no existe en Italia", comenta.