El rincón de los sensatos

Derecha no es mamarracho

Allá por los años ochenta, el eminente Florencio Escardó criticó, en una de sus columnas de humor que firmaba Piolín de Macramé, que algunos entendieran a la recuperada democracia como una piedra libre al desorden. Y le dio el título de “Democracia no es despelote”. Por nuestra parte, al día de hoy, nos parece adecuado puntualizar que derecha no es mamarracho, porque algunos no parecen tenerlo claro.

Comencemos diciendo que, aceptando los cada vez más difusos términos de izquierda y de derecha en materia política, el gobierno actual queda situado entre los segundos. ¿Por qué?

Porque llegó luego de años de desorden K, quienes admitían que se los considerara de izquierda, porque les convenía un toque de barniz socialista a sus gobiernos de saqueo. Bajo ese paraguas, piqueteros que jamás trabajaron ganaban más que quienes realmente lo hacían, en tanto que otros percibían jubilaciones sin haber hecho jamás un peso de aporte.

Pasados los años, el tinglado K no soportó el peso de su grave escenografía. Un vicepresidente preso, amigos del poder convertidos en multimillonarios por cobrar del Estado obras que no hacían e intendente del conurbano navegando a lo magnate por el Mediterráneo, costosa compañía incluida.

Todo ello fue esfumando la credibilidad del relato, aún en aquellos distritos que supieron ser bastiones electorales del peronismo. El escenario se derrumbó con estrépito electoral. Y como el mote de izquierdista no incomodaba a los K– a la par de brindarles aliados no desinteresados - el gobierno de Milei ha sido recibido como “derechista”.

El mote parece agradar tanto al presidente como a parte de sus seguidores, quienes, poco ha, montaron un show con decorado propio de los extremismos de la primera mitad del siglo pasado, titulándose “fuerzas del cielo y soldados de Milei”.

Alguna vez señalamos aquí las diferencias entre montoneros y la Cámpora: los primeros asaltaban cuarteles y mientras los segundos lo hacían con cargos públicos y directorios. Debe reconocerse –aún desde enfrente- que los guerrilleros eran capaces de jugarse la vida; la Cámpora, en cambio, evocaba ese coraje ajeno, para llenarse los bolsillos.

Algo parecido pasa con la puesta en escena de “las fuerzas del cielo”, semejante a las que montaban los extremismos comunistas o fascistas de hace un siglo. Éstos se armaban para luchar por el poder. Los muchachos del gordo Dan, esgrimiendo celulares, se titulan la “guardia armada de Milei” fingiendo una ridícula ética de trinchera.

Por nuestra parte, no creemos que el hecho de que la partidocracia haya cansado a la gente, los gobiernos que la suplantan sean de derecha. Ni aquí ni en otros lares. Porque es propio de la derecha entender a la política subordinada a un orden moral y creer que las tareas de gobierno deben conferirse a quienes gozan de cierta jerarquía intelectual.

Así, cuesta imaginar a Konrad Adenauer o a Charles de Gaulle –jefes de Estado de Alemania y Francia y arquitectos de la Europa actual– finalizando sus discursos con un “¡viva Europa carajo”! Tampoco se los supone participando en programas de televisión de sus parejas de la farándula, en caso de haberlas habido. La política exige decoro, cualquiera que sea la pareja presidencial (lo de primera dama, suena ya a antigualla).

CHABACANERIA

Por otra parte, la chabacanería de la que hacen uso y abuso el presidente y su círculo de allegados, los emparenta con los modos del kirchnerismo y, al mismo tiempo, los aleja de su propio electorado. Y la soberbia y el desprecio con los que el vocero presidencial Adorni se refiere a todo aquel que no adule al gobierno, recuerda el simétrico trato que brindaba a la oposición Gabriela Cerruti, la deplorable vocera de Alberto Fernández.

La derecha se indigna cuando gobierno y kirchnerismo se confabulan para sabotear la posible ley de Ficha limpia. Indignación que alcanza al proyecto que Milei imagina para enmendar el entuerto. Porque ha confiado su redacción a un sujeto como Alejandro Fargosi, quien, con su voto en el Consejo de la Magistratura, posibilitó que llegara al Poder Judicial buena parte de lo peor de Comodoro Py.

Dos legisladores de origen peronista, pero que se pasan al oficialismo o votan con él, también han dado que hablar. Uno provincial de Misiones, Kiczka, fue destituido por distribuir pornografía infantil. El otro, senador nacional, Kueider, ha sido detenido en Paraguay por introducir de contrabando la friolera de 200.000 dólares.

Contra cosas así votó la derecha. Que tampoco quiere que el gobierno acuerde con los K extensas listas de sospechados –y sospechosos- para que ocupen estrados judiciales, aún los más altos.

El voto de derecha exige el retorno a la ética perdida largo tiempo atrás. No se conforma con histrionismos anticasta, ni con shows en los que la bufonada va de la mano con la amenaza. Es que quiere un país en serio. Derecha no es mamarracho.