Demoledor, con el sello del Virrey
El baúl de los recuerdos. En sus diferentes versiones, el Boca de Carlos Bianchi tuvo un rasgo distintivo: su efectividad. Sólido, contundente, quizás sin demasiado brillo, marcó una época. En el Apertura ´98 consumó su victoria más abultada: un 6-2 sobre Huracán en la Bombonera.
El 2 de julio de 1998 Boca inició el ciclo más importante de su historia futbolística. Ese día Carlos Bianchi tomó las riendas del equipo. Había tenido un tropezón al frente de la Roma y ni siquiera su monumental obra en Vélez le extendía demasiado crédito en un tiempo oscuro en la Ribera, donde pasaban los técnicos y los jugadores sin dejar su marca. Nueve meses más tarde, el conjunto xeneize festejó el título en el torneo Apertura, obtenido con abrumadora facilidad y enmarcado en un invicto fabuloso. Nació un gran campeón cuya formación los hinchas recitaban de memoria y que el 6 de septiembre, cuando en la Bombonera demolió 6-2 a Huracán, consiguió la mayor goleada de una etapa plena de éxitos.
Ese partido, correspondiente a la 5ª fecha del certamen, fue una suerte de carta presentación de lo que resultaría una de las características más fácilmente reconocibles del equipo del Virrey: su facilidad para sobreponerse a la adversidad y transformarla en el trampolín para el despegue de su juego. Y entonces, una vez que encontraba las condiciones adecuadas para explotar sus argumentos futbolísticos, ganaba con suficiencia, hasta con sencillez podría decirse.
Cuando se abrieron las puertas de la Bombonera, Boca compartía la punta con Vélez, Unión y Newell´s. Hasta ese momento, los auriazules empezaban a dar muestras de su poder de gol, pero les faltaba firmeza defensiva.
Huracán, que había protagonizado una pobre campaña en el torneo anterior, había tenido un destacado arranque en el Apertura. De hecho, venía de anotar seis goles en sus dos compromisos anteriores. El conjunto que orientaba la dupla Oscar López-Oscar Cavallero -de reconocida labor en Deportivo Español a mediados de los ´80- tenía la sana intención de salir a buscar el triunfo apostando al buen trato de pelota. De eso se encargaban el Daniel Montenegro y Sixto Peralta.
Precisamente de la mano del Rolfi y Mumo, el Globo procuró acorralar a su rival en los primeros minutos. Sin embargo, esa propuesta sufrió un temprano contratiempo. Casi sin tener la pelota, Boca se puso en ventaja. Un tiro libre de Hugo Ibarra le cayó a Fernando Navas, quien sorprendió a Luis Islas e instaló el 1-0. El gol no le sirvió al dueño de casa para asumir el control. Huracán seguía manejando el partido, pero carecía de peso en ataque. Y otra vez los xeneizes dejaron en claro que no necesitaban ejercer supremacía territorial o de posesión del balón para hacer de las suyas: el Negro se fue por el costado derecho y el juez sancionó un dudoso penal de Raúl Manteca López. Martín Palermo estampó el segundo tanto desde los doce pasos.
Por más que dos maniobras aisladas le habían causado un daño enorme, Huracán no modificó sus planes en el segundo tiempo. Más aún: redobló la apuesta. La dupla técnica sacó al defensor Ariel Graña y sumó a Raúl Peralta en el medio. Cometió el pecado de desprotegerse atrás y entonces Juan Román Riquelme, hasta ese momento un tanto ausente, comenzó a sentirse más cómodo para jugar. Se paró en el lugar que había dejado libre Graña y le sirvió el gol a Christian Giménez. Bianchi entendió que dependía de Boca terminar de hacerse amo y señor del juego y mandó a la cancha a Guillermo Barros Schelotto en reemplazo del autor del tercer tanto. Esa decisión fue letal para Huracán. El Mellizo, Román -al menos el rato que siguió en la cancha- y Palermo empezaron a sintonizar la misma frecuencia y asomaron como un peligro permanente para el debilitado fondo quemero.
Descontó el Rolfi tras un centro de Gastón Casas. Se fueron expulsados el Vasco Arruabarrena y Manteca López y el tramo final del partido fue todo de Boca. Con espacios y el resultado a favor, se dedicó a aprovechar cada oportunidad que le concedió su oponente. Eficacia pura. La marca que empezaba a avizorarse en el equipo del Virrey. Diego Cagna se escapó por un costado y le alcanzó la pelota a Guillermo para vulnerar el arco de Islas por cuarta vez.
Apenas 60 segundos más tarde, el Cuqui Silvera volvió a acercar al Globo, pero enseguida los auriazules se distanciaron otra vez. Barros Schelotto le sirvió el gol en bandeja al Pepe Basualdo y casi sobre el final del partido hizo lo propio con Palermo, quien con una media vuelta selló el 6-2. Boca había encontrado la fórmula del éxito con el explosivo dúo Guillermo-Palermo, el talento de Riquelme y el aporte de todos. También le había anunciado al fútbol argentino el surgimiento de un equipo demoledor que estaba dispuesto a ganar cuanto torneo se le cruzara en el camino.
LA SINTESIS
Boca 6 - Huracán 2
Boca: Oscar Córdoba; Hugo Ibarra, Jorge Bermúdez, Aníbal Matellán, Rodolfo Arruabarrena; Diego Cagna, Mauricio Serna, Fernando Navas; Juan Román Riquelme; Christian Giménez, Martín Palermo. DT: Carlos Bianchi.
Huracán: Luis Islas; Rodolfo Graieb, Raúl López, Fernando Avalos, Ariel Graña; Gustavo Chacoma, Gustavo Artaza, Sixto Peralta, Daniel Montenegro; Gastón Casas, Andrés Silvera. DT: Oscar López-Oscar Cavallero.
Incidencias
Primer tiempo: 7m gol de Navas (B); 16m gol de Palermo (B), de penal. Segundo tiempo: Raúl Peralta por Graña (H); 3m gol de C. Giménez (B); 9m José Basualdo por Serna (B); 16m Guillermo Barros Schelotto por C. Giménez (B); 17m gol de Montenegro (H); 18m Leonardo Corsi por Artaza (H); 23m César La Paglia por Riquelme (B); 23m Mariano Toedtli por Casas (H); 30m expulsado Arruabarrena (B); 37m expulsado R. López (H); 39m gol de Gmo. Barros Schelotto (B); 40m gol de Silvera (H); 41m gol de Basualdo (B); 46m gol de Palermo (B).
Cancha: Boca. Arbitro: Claudio Martín. Fecha: 6 de septiembre de 1998.