El análisis del día

De las urnas de Chaco al voto de los diputados

La semana en curso se abrió el último domingo con el resonante triunfo del radical Leandro Zdero sobre el kirchnerista Jorge Capitanich en la disputa por la gobernación chaqueña. Con esa victoria Juntos por el Cambio recibió un refuerzo vitamínico indispensable para sostener las esperanzas de su candidata presidencial, Patricia Bullrich.

DE CHACO AL CONGRESO
Sin embargo, la coalición no consigue armonizar sus líneas internas en torno a una estrategia compartida.
El martes, la iniciativa de Sergio Massa de reformar el Impuesto a las Ganancias y eliminar prácticamente la cuarta categoría incrementando significativamente el mínimo no imponible a los salarios, volvió a evidenciar las divergencias. Puesto que se trataba de una reforma que promovió en su momento Juntos por el Cambio –incluida su propia candidata presidencial-, en el bloque de diputados hubo muchos que resistieron el rechazo impulsado por la conducción de la campaña. Hubo diputados que optaron por ausentarse para no votar en contra de la reducción impositiva mientras otros –entre ellos el presidente del comité radical bonaerense- con su presencia ayudaron al oficialismo a conseguir el quorum que permitió tratar el proyecto.
Mauricio Macri, olvidando que sus candidatos (tanto Bullrich como el primo Jorge en la ciudad autónoma) necesitan asegurarse los votos de origen radical, salió a criticar por los medios a esos diputados: “El populismo es muy contagioso”, disparó. Sus palabras no fueron bien recibidas en la UCR, que es el partido de mayor crecimiento y estructura en la coalición.

DOLOROSA DERROTA
Juntos por el Cambio soportó una dolorosa y costosa derrota parlamentaria (135 contra 103). Convencidos de que la propuesta girada por Massa puede ayudarlo a éste a mejorar su performance electoral, dejaron de lado el interés práctico de las decenas de miles de trabajadores que se beneficiarán con la medida y, esgrimiendo argumentos perfeccionistas, perdieron la oportunidad de asociarse a ella, así fuera denunciando eventualmente su instrumentación política.
Juntos por el Cambio perdió también porque los libertarios de Javier Milei, que vienen carcomiendo su electorado, cuestionaron al gobierno (parte de la “casta”) pero dieron quorum y votaron a favor del proyecto de Massa, priorizando así su compromiso programático. Lo dijo explícitamente Milei en el recinto de Diputados: “Voy a votar siempre que se bajen impuestos”.

SITUACIONES CONFUSAS
En el caso de Juntos por el Cambio, la falta de un eje claro en su campaña coloca a la coalición en situaciones confusas. Bullrich y su copiloto Luis Petri centran su posicionamiento en la pelea contra el kirchnerismo: “Vamos a erradicarlo para siempre”, prometen. ¿No está gastada esa retórica propia de la grieta?¿No equivale a querer pelea con un fantasma? El kirchnerismo está en retirada, perdió hasta la primaria en Santa Cruz, su comarca inicial, y su principal preocupación en la actualidad no reside meramente en tratar de que Axel Kicilof venza en la provincia de Buenos Aires sino en que, si eso ocurre, no se independice buscando esa “nueva canción” de la que habla en sus discursos.
Como si fuera poco, en esa situación de precariedad y repliegue la señora de Kirchner vuelve a sentir la marcación sofocante de los Tribunales.

CANCELACION DEL KIRCHNERISMO
Pero aunque Bullrich centre su discurso en la cancelación del kirchnerismo (palabra-valija en la que ella ubica también al sindicalismo, a los movimientos sociales, a las empresas estatales, etc.), en el debate del Congreso su bloque giró hacia la pelea con el competidor de la derecha: fue a Milei a quien acusaron de estar coaligado con Massa y ser funcional a su estrategia, argumentaron que el libertario apoya a Massa para que éste desate una hiperinflación que luego justifique el proyecto dolarizador de La Libertad Avanza, un razonamiento torpemente impolítico: no sólo por abusar de la suspicacia, sino porque parece dar por hecho el triunfo electoral de Milei cuando la fórmula de Juntos por el Cambio todavía está en el campo de juego y procurando mostrar dotes competitivos.

“UNA BOMBA”
Sergio Massa, por su parte, en su condición de ministro y candidato juega con serenidad sus fichas a todo o nada. Por presión del FMI tuvo que aplicar una devaluación que desorbitó el aumento de los precios; intenta compensar esos efectos con una fuerte erogación pública, traducida en reducción impositiva, eliminación temporaria del IVA a los alimentos, eliminación sectorial de retenciones… ¿Es un temerario, un irresponsable que prepara una bomba que le estalle a quien gane la presidencia? Suponer eso implicaría que él mismo ha depuesto su ambición de triunfar y llegar a la Casa Rosada y no parece que eso esté ocurriendo. Massa se mueve más bien como quien está seguro de que hay una red que asegura una caída sin daños en 2024; que el país tendrá desde diciembre en adelante un período de crecimiento, que las exportaciones agrarias, ya superada la sequía, se incrementarán sensiblemente, que la energía hará su aporte tanto en la balanza comercial como en el descenso de costos para la industria y el comercio. Y a eso se agregarán las ventas de litio, los ingresos por turismo… Que habrá recursos para pagar la cuenta. Que habrá superávit.
Es una apuesta que tiene que ver con su candidatura, claro está, pero que la trasciende porque nadie puede saber hoy quién ganará la carrera presidencial.

MILEI Y LA UNICA VERDAD
Como los libertarios son una irrupción relativamente reciente, su relato y su estilo suenan novedosos, inquietantes y paradójicos. Sin embargo, si bien se mira, las promesas de Milei de recortar con una motosierra el gasto estatal (promete un ajuste del 15 por ciento) evoca el lápiz rojo con el que Eduardo Angeloz tachaba organismos públicos o empresas estatales deficitarias ante las cámaras de televisión y juraba que las eliminaría. Fue en 1989 y las urnas le impidieron al radical cordobés ejecutar personalmente sus objetivos.
En cuanto a la dolarización, el eficaz llamador que Milei emplea en su propaganda (aunque últimamente lo diluye como “competencia de monedas” en la letra chica de sus aclaraciones académicas, quizás porque ha sido advertido de los límites constitucionales de su idea), la inspiración es la convertibilidad uno-a-uno de Carlos Menem y Domingo Cavallo. ´Nihil sub sole novum´.
Lo sorprendente del libertario (redituable o muchas veces ´piantavotos´) es la música, más que la letra: el show Milei, su forma de manifestar la propia programática. El jefe libertario puede pasar del modo profesoral, abrumadoramente teórico, al estilo líder de hinchada de fútbol o al modo superhéroe (le explicó a la revista británica The Economist que “quien me maquilla y es mi asesora de imagen es cosplayer y ella sugirió que mi imagen mutara a la de Wolverine…y estoy muy feliz con mi apariencia actual”).
Milei puede pedir la dolarización y simultáneamente considerar “una estafa” (a scam) a la entidad que emite los dólares, la Reserva Federal de los Estados Unidos (“hasta ahora, en el siglo XXI ha generado un 100 por ciento de inflación”); puede declararse enemigo de la violencia y a los pocos minutos tratar airadamente de “burros e ignorantes” o de “excrementos” a personas con las que disiente o a conocidos colegas con las que se encuentra en desacuerdo; puede imputarle al Papa ser “una encarnación del Maligno” y “un amigo de los dictadores”.
Los cambios de su temperamento inquietan a muchos de sus amigos (“No tiene que arrogarse él el derecho de opinar sobre el Papa, que se calle la boca”, exhortó Eduardo Eurnekian, uno de sus benefactores) y lo exponen al diagnóstico de “desequilibrio emocional” que esgrimen muchos de sus críticos.
No ha sido menos asombrosa la performance de Milei en las elecciones primarias, que lo transformó en el candidato más votado con resultados notables en toda la geografía del país (particularmente en los distritos que menos frecuenta: la Capital y la provincia de Buenos Aires le dieron los rendimientos menos rutilantes).
Al ingresar en el último mes de la carrera -la primera vuelta electoral se define el 22 de octubre- Milei parece tener asegurado su pase al balotaje, pero sigue peleando para ahorrarse ese trámite y ganar directamente en el primer turno. Para eso activa sus presentaciones y recurre a buenos contactos en el exterior, un intento de mostrar que, aunque en la Argentina los públicos más ligados a la actividad científica y cultural lo repudien y la mayor parte del establishment empresarial y mediático dude mucho de su posibilidad de gobernar ordenadamente el país, en el mundo le prestan atención y le conceden credibilidad.
Así, el líder libertario recibió en término de pocas semanas la visita de un destacado integrante de The Economist y la de Tucker Carlson, el periodista favorito de Donald Trump, ex columnista de Fox News. Si Carlson no ahorró gestos de simpatía hacia el entrevistado (que Milei correspondió con diligencia), el enviado de The Economist lo interrogó larga y objetivamente, un procedimiento que pareció incomodarlo: Milei se siente cómodo exponiendo sin interrupciones ni preguntas inesperadas.

MORALISMOS Y RESTRICCIONES
De la charla con Carlson quedó como destacada la reiteración de que Milei no hará negocios con ´The Economist´ ni países comunistas (una lista que encabeza China, claro, pero que puede extenderse, dada la predisposición del libertario a considerar comunistas o propensos al socialismo a muchos personajes, sin excluir al presidente de Estados Unidos, Joe Biden; Milei le aseguró a The Economist que el partido de Biden, el Demócrata, es un “socialismo light”).
Con ´The Economist´, que lo sometió a varios centenares de preguntas, hubo algunos otros temas interesantes. Por ejemplo, Milei afirmó (y lo reiteraría en el Congreso el último martes) que “el estado es una organización criminal que vive de robarle a la gente honesta” y que “la sociedad viviría mucho mejor sin estado”, pero cuando le preguntaron si hubo en la historia alguna sociedad que funcionara de ese modo, debió admitir que “estrictamente hablando, no hubo tal cosa”, pero que eso no impide “considerarlo como un marco normativo”.
Si bien en el curso de esta charla el líder libertario asentó sus posiciones en un fundamento “absolutamente moral”, en otros tramos reconoció que “las cosas son como son” y se mostró decepcionado con algunos críticos de su posición que ”dan opiniones sin contemplar las restricciones de la vida real. No se puede ignorar la existencia del Estado (…) yo no puedo dar recomendaciones sobre un mundo que no existe, especialmente siendo un político que propone políticas. La vida es lo que es“. ¡Milei hablando de sí mismo como de “un político”!Más aún: a ´The Economist´ le argumentó que “desde dentro se pueden comprender todavía más restricciones”. Un polizón en la casta.

TEOREMA DE BAGLINI
Pronto ocurrirán los debates entre candidatos presidenciales. Los representantes de Milei procuran preservarlo de sorpresas. Sin embargo, algo de sorpresa puede ser útil para investigar cuánto ha cambiado el líder libertario en esta etapa cuando aparece como puntero en la competencia presidencial. Cuando las preguntas desarman el orden de las respuestas premasticadas, detrás del Milei moralista, del Milei superhéroe y del Milei profesoral e ideológico (o, si se quiere, junto a ellos) aparecen atisbos de un Milei realista dispuesto a moverse reconociendo “las restricciones de la vida”, admitiendo la supervivencia prolongada del “estado criminal” y, presumiblemente de sus instrumentos, aún los que él más cuestiona.
Hay quienes censuran los cambios que el libertario paulatinamente va incorporando tanto a sus propuestas como a sus reflexiones y las asignan a lo que se ha dado en llamar “el teorema de Baglini”: la proclividad de un político a cambiar puntos de vista quiméricos por otros más apegados a la realidad a medida que se aproxima a la posibilidad de ejercer el poder. Pero, ¿por qué habría que objetar una mirada más sensata y menos ideológica, sea cual sea el motivo que la impulse?
A esa aproximación si se quiere más pragmática puede adjudicarse, por ejemplo, el acuerdo al que Milei habría llegado con Luis Barrionuevo para conseguir el respaldo de un sector del sindicalismo y, con él, la provisión de fiscales para controlar la elección de octubre. Milei ya había subrayado que él no incluye el tema de la reforma laboral entre sus prioridades. “Hablamos con todos los sectores”, proclamó su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, en el debate de los candidatos a vicepresidente. Tanto ella como Milei aclaran ahora que, si llegan al gobierno, no disminuirán los planes sociales.
Con la misma astucia el martes los libertarios votaron la propuesta de Massa de bajar el impuesto de ganancias. Que el ministro-candidato eventualmente se beneficie en octubre con esa victoria parlamentaria no les preocupa. Si hay balotaje -barruntan- sería preferible enfrentar a Massa. Milei presume que en esa opción, ya excluidos de la segunda vuelta, los halcones de Juntos por el Cambio lo apoyarían a él.
La vida es como es. O, como enseñaron Aristóteles y Perón... “la única verdad es la realidad”.