ELECCIONES 2023

De la mano de Alfonsín

“¡Siga el baile, siga el baile- al compás del tamboril!; ¡Sergio Massa presidente, de la mano de Alfonsín..!

Esto coreaban algunas docenas de (¡ex?) radicales hace pocos días en el mitológico Centro Lalín, de cuyo restaurante  el ex mandatario fuese indiscutido habitué.

Podría decirse que se trató de un núcleo muy minoritario y nada representativo. Está claro, por lo demás,  que ni la escala de valores ni la personalidad del hombre de Chascomús parecen reflejarse en el tigrense, por lo que todo huele a una operación de travestismo político dedicada a incidir sobre un sector del electorado que, en principio y con buenas razones, se siente extraño a la opción que se plantea el 19 de noviembre.

Ahora bien:  ¿qué es lo que puede hacer pensar a los Santoro, los Moreau o los Palazzo que tal sector sería vulnerable a una maniobra de seducción que parte del corazón del kirchnerismo?  ¿No es, quizás, la asunción implícita de que, dentro del caudal de votos inclinados a la UCR puede haber alguna “falla” que ofrezca espacio para la operación? 

En el fondo, de lo que se trata es, para decirlo en el lenguaje marxista, de decidir cuál es la “contradicción principal” dentro de la sociedad política argentina, identificar –consecuentemente- al enemigo y actuar coherentemente con tales asertos.

Y aquí aparece el intento de utilización de Alfonsín.  Por supuesto que nadie puede atribuirle el desapego por las instituciones o las tendencias cleptocráticas que signan al país desde 2003. Además, hasta por cuestiones de estilo y sensibilidad es difícil imaginar al votante radical de a pié atraído por los cantos de sirena del candidato oficial o cediendo a la extorsión explícita de Gerardo Morales.  Y sin embargo…¿Se equivoca tanto Mauricio Macri cuando identifica a quienes dentro de la UCR lo resisten como “los alfonsinistas”?  ¿Y cuál es el por qué último de tal resistencia si no la aversión de éstos por aquello que perciben o suponen como “la Derecha”?   

A gauche pas de ennemis ( a la izquierda no hay enemigos) coreaban los radicales franceses en tiempos del Frente Popular.  En la Argentina el viejo partido conservó por cierto tiempo sus raíces históricas, pero –desgraciadamente- cuando buscó una inyección ideológica creyó encontrarla en la Socialdemocracia.  Este trasvasamiento doctrinal no terminó de cuajar plenamente hasta el ’83, precisamente con la presidencia de Alfonsín y la influencia de la Junta Coordinadora y el Movimiento de Renovación y Cambio.  Fue entonces cuando la UCR se incorporó a la Internacional Socialista, dentro de la cual RA reconocía sentir a todos sus nuevos cofrades “más bien a su derecha”.

En el fondo, en el ejercicio del poder, el líder radical cometió desde el vamos un triple error , y se sabe que, según Talleyrand, en estas materias un error es peor que un crimen.  En primer lugar, no entendió que lo que acababa de desarrollarse en la Argentina era una guerra.  En segundo término, no percibió que esa guerra, aún con todos los factores endógenos que pudieran haber contribuido a generarla, estaba atraída inexorablemente hacia la dinámica de la confrontación bipolar mundial (Guerra Fría recurrentemente calentada por proxies). Y, finalmente, que el bando vencido por las Fuerzas Armadas argentinas sería también, en muy pocos años, el derrotado en el conflicto global. 

Si no hubiese caído en ese conjunto de errores cruciales en la política de alto bordo, probablemente Alfonsín no habría incurrido luego en las torpezas que dificultaron se produjese en nuestras tierras un proceso de reconciliación nacional, a diferencia de todos los países vecinos en los que, más o menos simultáneamente, habían funcionado dictaduras militares.  La forma en que la Argentina gestionó la transición democrática fue marcadamente diferente de aquella que rigió en Chile, Uruguay, Brasil, etc.  ¿No habrá en esa fractura ideológica e histórica que dichos países se ahorraron una razón profunda de la cantidad de promesas incluidas por la democracia argentina y de ese persistente retraso relativo que registran casi todos sus indicadores socioeconómicos, tal como señaláramos oportunamente en estas páginas en nuestra nota Democracia involutiva

Conjeturas alimentadas, en todo caso, por lo contrafáctico y, por ende, inverificables.  Pero lo que sí podrá ahora ser testeado es hasta qué punto los herederos de Alfonsín pueden. en las circunstancias concretas de 2023, llevar de la mano al común de los votantes de la UCR.