El rincón de los sensatos

De Taylor Swift a Lali Espósito

En Estados Unidos, la cantante Taylor Swift, de reciente paso por nuestra ciudad, parece ser gravitante en la próxima elección presidencial. Su preferencia por los demócratas, que acaba de hacer pública, ha provocado que el ex presidente Trump –quien aspira a serlo nuevamente– saliera a cruzarla advirtiendo que sus canciones le gustaban “…un 25 % menos”.

Difícil es imaginar que, algunas décadas atrás Eisenhower o Kennedy se sintieran inquietos porque, por ejemplo, Doris Day o Barbra Streisand, se manifestaran favorables al partido opuesto al suyo.

Poco tiempo atrás, citamos en esta columna lo que sostuvo Vargas Llosa en su libro La civilización del espectáculo. Allí dijo que los políticos se desviven por  “…la adhesión y el patrocinio de los cantantes de rock y de los actores de cine, así como de estrellas de fútbol y de otros deportes".

Pues bien, lo dicho por Trump nos hace pensar que, si en la primera potencia del mundo, la opinión de una joven cantante puede llevar a la Casa Blanca a uno u otro candidato, esto es algo riesgoso teniendo en cuenta la responsabilidad nuclear que llegar a esa Casa apareja. Que afecta a todo el universo

IGUAL BUFONADA

Entre nosotros, igual bufonada tuvo nivel de cabotaje. El Presidente se ha trenzado en una polémica con una cantante llamada Espósito. Recurramos aquí a ejemplos de no tantos años atrás. ¿Es que alguien imagina a Arturo Frondizi o a Arturo Illia polemizando con cantantes de TV?; ¿imaginemos, con el debido respeto por esas artistas que jamás hubieran incurrido en tal dislate, que discutieran con Jolly Land o con Violeta Rivas?

Bien. Lo que sucede en USA, allá se ventile. Entre nosotros, que es lo que nos toca de cerca, ningún presidente debe rebajar su investidura en polémicas propias de los más ordinarios programas de televisión. Bien es cierto que en uno de ellos Milei inició su carácter de showman lanzado a la política. Hoy, su responsabilidad es otra. Y lo que dice o hace nos desnivela a todos ¿Nadie se lo puede hacer entender? Su “jefa”, él así la trata, Karina ¿no le aporta algo de sensatez? Parecería que no. Y que tampoco puede hacerlo su asesor “todo terreno”, Santiago Caputo, del cual los diarios nos informan que, a la nada tierna edad de 38 años, aún está a dos materias de graduarse en Ciencias Políticas. Lo cual nos recuerda que aquello de la idoneidad para desempeñar cargos públicos es, desde hace largo rato, una ingenuidad que proclama el art. 16 de la Constitución.

Lo dicho está lejos entrañar la menor sintonía con la cantante Espósito, quien acaba de recibir más de 37 millones de pesos de la perversa administración de la provincia de La Rioja, la cual, al mismo tiempo, hambrea buena parte de sus habitantes (¿alguien recuerda que su gobernador iba a renunciar si ganaba Milei?). Suma la recibida, que parece teñir de interés pecuniario los juicios adversos que emite Espósito con respecto al gobierno nacional.

Carl Schmitt enseña cuan central es en política, la dialéctica amigo–enemigo. Quien propone un programa de gobierno, dice, lo hace casi siempre diferenciándose de otro al que se propone combatir. Es cierto. Pero también lo es que cuando los presidentes polemizan con figuras televisivas son ellos quienes descienden al nivel del espectáculo y no tales figuritas quienes ascienden al nivel de la política.