De Escuela Austríaca a telescuela técnica

La cuenta regresiva rumbo al 10 de diciembre parece haberse acelerado. En la última semana el presidente electo, Javier Milei, terminó por definir las piezas clave del Gabinete nacional y dejó en evidencia que el pragmatismo de la política lo ha transformado en algo así como la versión criolla del doctor Jekyll y Mister Hide.

La figura viene a cuento de su inesperada y pronta transformación. Más temprano que tarde el próximo jefe de Estado arrió las banderas de la dolarización, uno de los temas centrales de su campaña electoral y por el cual cientos de miles lo votaron. Parece que sí habrá motosierra, pero permanecerán los planes sociales para asistir a los más necesitados. Cuán lejanos quedaron aquellos días en que Milei sostenía que la justicia social era una aberración porque se le sacaba dinero a uno para darle a otros.

La realidad, a veces, nos da una bofetada. ¿Qué estarán pensando por estas horas quienes eligieron a Javier Milei porque se diferenciaba de la casta política y hoy lo ven de la mano de Mauricio Macri dándole forma a un Gabinete adonde sobresalen las figuras de la vieja política? Cuánto de Disneylandia había en ese peregrinar en el cual se prometía volver escombros la añeja estructura, reminiscencia de aquellos días del ‘que se vayan todos’. Al final de cuentas nunca se va nadie y la habilidad camaleónica de los políticos termina por encumbrarlos en nuevas posiciones de poder.

Pensar en la posibilidad, en la titánica tarea de gestionar un país sin los recursos de la política es militar una ingenuidad que puede costar caro. Milei se dio cuenta que no puede prescindir de aquellos que conocen el terreno de la negociación, que no todo es pura teoría económica, que no nos salvará el dogmatismo de la Escuela Austríaca. Mal que le pese a los libertarios, deberán cambiar figuritas en el Congreso de la Nación, donde son clara minoría, para poder sacar adelante los proyectos de reformas estructurales. Así de claro es el asunto.

EQUIPO ECONOMICO

En los últimos días los medios reflejaron la nutrida agenda de viaje del próximo presidente de la Nación, que viajó a Washington para cumplir alguna que otra promesa y, además, tomar contacto con las autoridades del gobierno de los Estados Unidos y con los directivos del Fondo Monetario Internacional. Se espera que de la entidad llegue algún tipo de recurso que le permita a la nueva gestión tener margen de maniobra para avanzar con la eliminación del cepo cambiario, entre otros lastres que le deja el kirchnerismo.

Más allá de la figura de Milei, en la delegación cobró protagonismo la presencia de Luis Toto Caputo, confirmado finalmente como ministro de Economía a partir del 10 de diciembre. El as de las finanzas no dejó buenos recuerdos tras su paso como funcionario en la administración Macri. Dicen que tampoco lo quieren bien en los pasillos del FMI, y que ignora algunas cosas básicas de la cuestión macroeconómica, vital al momento de trazar el plan de estabilización que necesita la Argentina.

El exfuncionario del FMI, Alejandro Werner, autor del libro La Argentina en el Fondo, y uno de los negociadores del mega préstamo tomado por el gobierno de Mauricio Macri –un total de u$s 45.000 millones-, arrojó munición gruesa esta semana contra Toto Caputo, de quien dijo que desconoce la literatura que existe acerca de los planes de estabilización que llevaron adelante países como Israel y México. “Caputo es una persona que no ha estudiado esto”, sentenció.

Sin afán de despreciarlo, al menos eso fue lo que aclaró, Carlos Melconian, el arquitecto del plan que hubiera plasmado Patricia Bullrich en caso de ser presidenta, sostuvo que Caputo “es un trader”, es decir un experto en el movimiento financiero, un hombre que sabe hacer plata con plata, pero que no tiene la mirada amplia de un macroeconomista.

Tal vez esto, finalmente, no resulte de tanta importancia. Es la primera vez que la Argentina tendrá un presidente economista y es de esperarse que Javier Milei termine tomando las decisiones clave del área, volviendo a Toto Caputo en algo así como un secretario de Finanzas. Lo convocó para desatar el nudo gordiano de las Leliqs, paso previo al ordenamiento de la economía y, quizás, una postrera dolarización. Así que no sería extraño que el paso de Caputo por el gobierno de La Libertad Avanza sea efímero.

Al poner los pies nuevamente en suelo argentino, Javier Milei anunció que viviremos en los meses por venir una dura estanflación. Tal vez haya maquillado el término. Hace una década que la Argentina vive en estancamiento económico con inflación en alza. Lo que en realidad quiso decir es que habrá una recesión profunda, con caída de la actividad productiva y desempleo.

Los expertos que analizan el panorama actual juegan con la metáfora de la pesada mochila y la herencia al describir la economía que recibirá la gestión Milei. No les falta razón. Encarrilarla demandará, como bien dijo Winston Churchill, sangre, sudor y lágrimas.

El próximo mandatario lo sabe, por eso contra sus propios preceptos libertarios hace algunos días recalcó que en medio del ajuste “la única billetera abierta será la de Capital Humano, para darle contención a los caídos”.

La cartera de Capital Humano es un invento de Milei, que englobará en la misma administración segmentos como Salud, Desarrollo Social y Educación. Al frente estará Sandra Pettovello, convertida en algo así como en una súper ministra. Acostumbrados a que estas áreas sean ministerios en sí mismos, generalmente regidos por especialistas –es decir, educadores, sociólogos y médicos, respectivamente-, nos encontramos que en la versión libertaria la tutela la tendrá una mujer recibida como periodista en la Universidad de Belgrano, además de haberse graduado como licenciada en Ciencias de la Familia en la Universidad Austral.

INFLACION

El 2024 ya está jugado, nos dijo hace un puñado de semanas el economista Ramiro Castiñeira. Es sabido que las medidas de política monetaria tienen un efecto delay e impactan en la economía real aproximadamente seis meses después de haber sido tomadas. Es así que los efectos del Plan Platita de Sergio Massa para ganar las elecciones presidenciales –un salto en la emisión del Banco Central- lo pagará la gestión entrante a lo largo del próximo año.

“Con la estacionalidad podemos tener números estrafalarios. ¿Qué quieren? ¿Más billetes? ¿Quieren que sigamos haciendo trampa?”, dijo Javier Milei y dejó en claro que su política para cortar la emisión monetaria es firme. Al menos esa posición parece que no será negociada. Tendrá, claro está, su impacto.

El mercado estima que la unificación cambiaria se dará en torno a los $800, es decir que el dólar oficial pegará un salto superior al 100%. El movimiento pasará a precios de manera inmediata, lo cual azuzará el proceso inflacionario.

Pero esto no es todo. Cada una de las medidas correctivas por venir, tal el caso de la actualización de las tarifas -se estima que están retrasadas en un 40%-, donde se cuentan luz, gas y combustibles, entre otros precios de la economía, terminarán por ser inflacionarias en el corto plazo. Se estima que en diciembre la inflación alcanzaría el 15% mensual.

En ese contexto, Milei ya avisó que dejará de existir la Secretaría de Comercio porque controlar los precios “es una aberración”. Mandarán la oferta y la demanda. El que puede compra, el que no, no. Es decir, a manera de ejemplo, ya no habría más reuniones sectoriales para que los precios internos se despeguen de la cotización de exportación. La Gran Uruguay, pero de este lado del río.

Si en 2024 se impondrá el trabajo sucio y, además, la economía padecerá aún los coletazos de la gestión Massa, habría que pensar que el plan Milei debería arrojar las primeras señales positivas hacia 2025. No se cruzará el desierto en 24 meses pero, al menos, habría que encontrar algún que otro oasis.

Milei, que gana muñeca política a todo vapor, debe ser consciente ya de lo volátil del electorado. Muchas de las personas que votaron a Cristina Fernández le dieron luego su apoyo a Mauricio Macri; se lo retiraron para elevar al poder a Alberto Fernández; y realizaron por último un golpe de timón para consagrar al libertario. El respaldo es ciclotímico.

Milei, aggiornado a la política de estas pampas, parece haber advertido que a la Argentina quebrada, con un saldo histórico de pobres e indigentes, no la salvará el purismo teórico de la Escuela Austríaca. Tampoco la magia del Colegio Hogwarts. Se impone ponerse el overol y reeditar Telescuela técnica.